El lugar elegido es Svalbard, cerca del Ártico, un trozo de tierra que Noruega reclamó como suyo y fue cedido en 1925. Está protegido por el difícil acceso y por los hambrientos osos polares, lástima que estén en peligro de extinción. La bóveda tendrá dobles puertas antiexplosión, nada menos que dos esclusas y dos muros de hormigón armado. La diversidad vegetal del mundo estará a buen recaudo ante posibles ataques o invasiones destructivas. ¿Quiénes ayudan a financiar semejante proyecto?

La fundación Rockefeller, Monsanto, Dupont, la Fundación Syngenta y el gobierno de Noruega.

¿Qué final tienen pensado estos grandes de la riqueza para la humanidad? ¿Por qué quieren salvar las semillas de una forma tan espectacular?

Bien, en primer lugar la Fundación Bill y Melinda Gates, mantiene su condición de fundación caritativa, porque dona 1,5 mil millones de dólares por año para poder estar exenta de impuestos, un ahorro muy considerable. Por otro lado, un amigo suyo, Warren Buffet, les regaló 30 mil millones de dólares en acciones de Berkshire, con los que Bill quiere salvar el mundo, junto con sus socios inversores.

El primero en unirse a tan “loable salvación”, fue el mayor propietario de patentes de semillas modificadas genéticamente, el gigante estadounidense del agronegocio Dupont/Pioneer Hi-Bred. Por otro lado Syngenta, el principal generador de semillas modificadas genéticamente en Suiza y la Fundación Rockefeller quien desarrolló la revolución genética y el CGIAR, una red creada por ésta fundación que promovió por todo el mundo su ideal de pureza genética a través de la transformación de la agricultura, a la que le podíamos poner un calificativo hitleriano.

Hagamos un poco de historia:

La Fundación Rockefeller, con su consejo para el Desarrollo de la Agricultura, y la Fundación Ford, se unieron en 1960 para crear el Instituto Internacional de Investigación en Arroz (IRRI). En 1971 otros centros creados por la Fundación Rockefeller se unieron para formar el CGIAR, un grupo consultivo de investigación agrícola internacional. Los estudios y pruebas que realizaron durante decenios, fueron sólo para poner a la ciencia al servicio de la eugenesia, o dicho de otra manera la auto-dirección de la evolución humana, un proyecto de pureza racial, al que denominaron El Proyecto. Para asegurarse la fama mundial involucraron a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación FAO, así mientras planeaban sus recursos la fundación Rockefeller sería la mandataria en cuestiones de agricultura internacional.

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Este proyecto formó generaciones de agrónomos tanto de EEUU como de los países del tercer mundo, en los que se pretendía introducir la doctrina de los organismos modificados genéticamente, con el fin de que volvieran a sus países con la intención de promocionar y desarrollar la revolución genética de los OMG de la Fundación.


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El Proyecto puso el máximo interés en utilizar la “eugenesia”, luego llamada “genética” para justificar la creación de una raza superior genéticamente modificada. Los devaneos de Hitler ya fueron financiados por la fundación Rockefeller.

La dichosa fundación creo la seudo-científica disciplina biología molecular, para reducir la vida humana en una secuencia definida genéticamente, para después cambiar a voluntad las características humanas. Tras estos preámbulos, numerosos biólogos estudiaron después, la ingeniería genética, financiados por el Tercer Reich, quien recibía generosas aportaciones de la Fundación Rockefeller. La revolución verde se planeó para atajar el hambre en el mundo, sobre todo en los países en los que trabajaba Rockefeller, por ello ganaron el premio Nobel de la paz, equivocado, algo que compartieron con Henry Kissinger quien luchaba por el siguiente lema: “Si se controla el pretóleo se controla el país y si se controla la alimentación, se controla a la población”. Con ésta frase se define la voluntad, la intención, las metas y la gloria que persiguen los socios del Arca de Noé.

Podemos seguir hablando de las cuestionables acciones que realiza la Fundación Rockefeller y sus aliados, como por ejemplo Monsanto, que se ha introducido plenamente en África, en la industria de semillas modificadas genéticamente, con lemas como las “Semillas de la Esperanza”, proyectos que ofrecen a los pequeños productores un paquete de semillas para empezar y luego van seguidas de otros paquetes de semillas modificadas, que les obligan de por vida a depender de Monsanto, pues una vez sembradas, el suelo no soporta el crecimiento de otro tipo de semillas que no sean OMG.

En el año 2001, Epicyte, desarrolló un maíz genéticamente modificado que contenía espermicida convirtiendo en estériles a los hombres que lo ingerían. En aquel momento los socios de Epicyte fueron Dupont y Syngenta, los salvadores del arca de Noé…. Durante la época de los noventa, la OMS lanzó una campaña en Nicaragua, sobre el tétanos dirigida exclusivamente a mujeres de 15 a 45 años, los hombres paradójicamente, no estaban expuestos al tétanos aunque pisaran un clavo oxidado…

El comité Provida, tras fundadas sospechas analizó la vacuna que contenía gonadotropina corionica, que combinada con la vacuna antitetánica impedía a las mujeres finalizar un posible embarazo. Por supuesto ninguna fue avisada de dichas consecuencias. Años más tarde se dio a conocer que la Fundación Rockefeller, el Banco Mundial que alberga el CGIAR y el Instituto Nacional de la Salud de los EEUU, estaban implicados en un proyecto que duró 20 años para desarrollar para la OMS un agente abortivo oculto dentro de la vacuna antitetánica. Para más INRI, Noruega había donado 41 millones de dólares para el estudio de la misma.


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Y ahora amigos míos, tras la importante información que sacamos del artículo publicado por F. William Engdahl, autor de Semillas de Destrucción, la agenda oculta de la Manipulación Genética (en inglés. Seeds of Destruction. The Hidden Agenda of Genetic Manipulation) y de Petróleo, una guerra de un siglo: el orden mundial anglo-americano, ¿que conclusión os parece que deberíamos de sacar?

¿Quien se creen que son éstos señores para salvar la diversidad de las semillas del mundo? ¿Qué final tan apocalíptico nos preparan?¿Conseguirán ser los dueños y señores de nuestra alimentación? ¿Dependeremos de ellos de por vida, cómo lo hacen ya millones de agricultores africanos? ¿Serán capaces de inventar otra vacuna, u otras semillas modificadas genéticamente, que nos vayan matando si no entramos dentro de sus ideales? ¿Qué podemos hacer ante semejante “diluvio”?

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Desde luego lo primero que tenemos que hacer es apoyar la agricultura tradicional que es la única que mantiene la verdadera diversidad de las semillas del mundo. Y en segundo lugar RECHAZAR en la medida que nos sea posible cualquier producto que provenga de organismos genéticamente modificados o también llamados transgénicos.

En nuestras manos está construir otro tipo de arca en la que la cordura y el respeto al ser humano sea el primer lema, para conservar una diversidad humana y natural.

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