El arbusto tiene una corteza rugosa de color pardo rojizo, puede llegar a alcanzar hasta los seis metros de altura en las condiciones más favorables.

La palabra deriva del término Kuka, en el lenguaje de la cultura Tiahuanaca, y significa “La Planta”. El consumo de la hoja de coca se remonta a hace siglos, probablemente antes de la época incaica, aunque no hay indicios suficientes para asegurar esto. Lo que sí que es seguro, es que en el Imperio Inca se consumía,llegando incluso a ser utilizada como valor  de cambio (no existía la moneda). Hay cierta controversia sobre si el consumo se reducía únicamente a las capas altas de la sociedad (nobleza y clero) o también al pueblo.Esto es importante, porque actualmente hay un debate en Sudamérica sobre si las plantaciones “tradicionales” de coca se tienen que mantener. Los partidarios afirman que la coca se consumía regularmente antes de la llegada de los españoles, los detractores dicen que no, que era cosa sólo de la nobleza, y que la coca es una droga deteriorante que introdujeron los españoles para explotar a los indios en las minas.

Los científicos consideran a la cocaína como una droga poderosa, máxime cuando se mezcla con otras sustancias, que estimula el cerebro. Las personas que la consumen pueden desarrollar una fuerte adicción. Es posible que tengan que consumir cada vez más droga para estimularse. Se vende en las calles en forma de polvo blanco y fino. Existen dos formas de cocaína: sal de hidroclorato y cristales de cocaína (crack). La sal se disuelve en agua. Las personas pueden inyectársela en una vena o inhalarla por la nariz. Los cristales pueden fumarse. La forma de la cocaína que se fuma se conoce como crack.

Independientemente de la forma en que se consuma, la cocaína es peligrosa. El consumo de la cocaína combinado con las bebidas alcohólicas es una causa común de muerte relacionada con las drogas.

Los principales países productores de cocaína son: Perú, Colombia y Bolivia. Brasil comparte con los tres países productores de coca 7.000 kilómetros de frontera en la cuenca amazónica, que por su topografía y vegetación complica el control efectivo del narcotráfico. Redes de narcotraficantes se aprovechan de la porosidad de la región amazónica y llevan la cocaína por las rutas tradicionales de contrabando a Brasil por vía fluvial. Así se evitan los controles más estrictos en los puertos marítimos y aéreos en los tres países productores.

En 2012, Perú superó a Colombia como primer productor de coca mundial. La superficie en Perú dedicada al cultivo de esta droga fue de 60.400 hectáreas desplazando a Colombia en tener una mayor área de cultivo de este producto (12.400  hectáreas más), según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNDOC).

El monitoreo de la UNDOC reveló que la oferta nacional de hoja seca de coca (etapa previa para la elaboración de la droga) ha sido calculada en 128.739 toneladas en 2012, de las cuales 119.739 toneladas correspondieron al uso en narcotráfico y 9.000 toneladas al consumo tradicional.

Como todo el mundo sabe, las drogas, y muy especialmente la cocaína, mueven muchos miles de millones de dólares al año ya que la hoja de coca tiene un precio irrisorio en origen, pero después de ser elaborado y puesto en el mercado americano o europeo, adquiere unos precios exorbitados. Con 110 kg. de hojas de coca se obtiene 1 kg. de sulfato de coca, por el cual los campesinos reciben aproximadamente 500 dólares. En los laboratorios brasileños y colombianos el sulfato se transforma en clorhidrato, ascendiendo su valor a 18.000 dólares o más. Posteriormente esta cocaína pura se vende a los mayoristas americanos a un precio que oscila entre los 60.000 y los 80.000 dólares. Los traficantes estadounidenses adulteran la droga, mezclándola con sustancias tales como la lactosa, anfetaminas, talco, leche en polvo, etc… hasta que el producto final no contiene más que un 15% de cocaína pura. El kg. original de sulfato de coca que salió de Bolivia o Perú vale ahora entre 200.000 y 300.000 dólares. En otras palabras, los traficantes norteamericanos obtienen un beneficio con la droga de más del 400%.

El valor de la materia prima de la hoja de coca, antes de ser refinada en los países productores, es demasiado bajo y constituye una parte ínfima, casi invisible, del precio al por mayor o del precio final, según se puede observar en este gráfico sectorial realizado por el Prf. Óscar García Torga, sobre datos de 2010.

Veamos un ejemplo verídico de la gran cantidad de dinero que mueve el negocio de la droga. Se sabe que en 1980 se introdujeron en los Estados Unidos 40 toneladas de cocaína pura, que produjo unos beneficios de unos 30.000 millones de dólares. Los narcotraficantes latinoamericanos obtuvieron un beneficio de unos 2.400 millones, mientras que los comerciantes norteamericanos se embolsaron la mayor parte, unos 27.600 millones de dólares (Conferencia de Lima contra el tráfico internacional de la droga. Julio, 1981).

Según fuentes norteamericanas, Perú, Colombia y Bolivia, producen unas 800 toneladas al año, ya elaborado y apto para su consumo, de las cuales algo más de la mitad se envían hacia los Estados Unidos y el resto a Europa por distintos medios y utilizando diversas rutas.

El comercio al por mayor de cocaína hacia Europa está principalmente dominado por organizaciones colombianas, cooperando por lo general con redes de distribución españolas, pero últimamente con mayor frecuencia con bandas nigerianas y marroquíes. Entre los puntos de entrada más importantes destacan España, Portugal y los Países Bajos; aunque también Alemania, Bélgica, Francia y el Reino Unido. EUROPOL distingue dos importantes puntos de entrada y redistribución: las regiones noroccidental y suroccidental. La región suroeste con España, Portugal y los archipiélagos atlánticos son el principal punto de llegada de la cocaína andina.

Los narcotraficantes colombianos han demostrado poco interés en el comercio al por menor y la distribución de la droga en la calle. Si bien en España se ha identificado frecuentemente a colombianos como traficantes callejeros, es de suponer que poco tienen que ver con las redes mayoristas que actúan desde Sudamérica.

Otras cantidades más pequeñas se trafican regularmente por vía aérea mediante “mulas” desde todos los países sudamericanos a Europa. Las “mulas” tragan la droga en bolsitas y la transportan en sus vías digestivas o escondida en su ropa o equipaje. Frecuentes puntos de embarque para los correos humanos son las excolonias y regiones de ultramar de Francia, el Reino Unido y los Países Bajos en el Caribe y las Guayanas. Últimamente también México, por lo general señalado como cabeza de puente del narcotráfico a EEUU, figura con creciente frecuencia como país de partida para “mulas” aéreas hacia Europa.

Antonio María Costa, secretario general de la ONUDD, suele dirigir con palabras drásticas la atención al fuerte aumento de actividades del negocio de cocaína en África Occidental. Desde 2005 han surgido mayores pruebas de que redes colombianas y venezolanas se estaban instalando en África Occidental como puerto seguro, convirtiendo la región en una cabeza de puente para enviar cocaína a Europa. Mientras las autoridades en toda África, hasta hace poco, no solían incautar ni siquiera una tonelada de cocaína anualmente, sólo entre 2005 y 2008 se incautaron 48 toneladas en África Occidental. Se puede suponer que la cantidad real de cocaína traficada por la región es un múltiplo de los volúmenes incautados. ONUDD estima, de modo conservador, que actualmente se mueven cerca de 50 toneladas anuales de cocaína por la región, es decir, que una quinta parte de la cocaína destinada a Europa estaría pasando por África Occidental, más o menos una cuarta parte del comercio mayorista, cerca de 450 millones de dólares, que según la ONUDD permanecerían en manos de intermediarios y ayudantes africanos.

El comercio con contenedores también se utiliza para camuflar cargas de cocaína. Dentro del marco de una comprobación arbitraria, durante un mes en 2007, se recolectó testimonio de 50 contenedores con carga de madera entre América del Sur y África Occidental. Para dos regiones donde abunda la madera barata, estas cantidades podrían generar ciertos recelos y dudas, no sólo entre agencias públicas de seguridad –parece obvio que la madera se utiliza como carga barata de camuflaje–. Al mismo tiempo se embarcan mensualmente miles de contenedores de África Occidental a Europa noroccidental, de los cuales gran parte son declarados como vacíos y por ello poco controlados. Aparte del tráfico marítimo, los traficantes de droga sudamericanos utilizan pequeños aviones o avionetas remodelados y ajustados para vuelos transatlánticos, que despegan de Colombia, Brasil o Venezuela.

En Venezuela en los últimos años, según informó recientemente el periódico El Universal  (28/9/2013) se ha conocido la existencia de pistas clandestinas colocadas en sitios estratégicos y que son utilizadas por grupos de narcotraficantes para enviar grandes cantidades de sustancias estupefacientes hacia otras naciones. Sin embargo, según señala el periódico El Universal: “Últimamente, las evidencias apuntan a que ahora están siendo manejados los principales puertos y aeropuertos de nuestro país, lo cual queda demostrado con el cargamento incautado de 1,3 toneladas de cocaína embarcadas en un vuelo comercial hacia París, donde fueron burlados al menos cinco puntos de control”.

En el narcotráfico, la violencia desempeña el mismo papel que en los merca dos legales la legislación comercial y las instancias jurídicas de arbitraje. La ausencia de estas instituciones en sectores ilegales provoca comportamientos de autorregulación de los actores en el mercado ilegal. Según algunas estimaciones, más del 80% de los actos de violencia cometidos en relación con las drogas se deben a la regulación de conflictos económicos o a la competencia por el liderazgo entre las bandas mafiosas criminales dedicadas al tráfico de drogas. Sólo un porcentaje minoritario de la narcoviolencia, al contrario de lo que se supone, se debe a estados de embriaguez o a crímenes relacionados con la búsqueda de recursos para comprar drogas.

A fines del siglo pasado, morían en Estados Unidos entre 50.000 y 60.000 personas por conflictos relacionados con la provisión de drogas, mientras que los usuarios que morían debido al consumo abusivo oscilaban entre 8.000 y 14.000. México es uno de los países en donde el cártel de narcos tiene una mayor importancia y sus acciones violentas relacionadas o derivadas del narcotráfico suman más de 150.000 víctimas en las últimas cuatro décadas. En 2010 murieron en México, unas 15.700 personas de forma violenta vinculadas con el tráfico de drogas. Guatemala, país Centroamericano, en donde el tráfico de drogas es importante, las muertes violentas ascendieron a más de 10.000 en los últimos tres años.

Merece una mención especial el caso de Colombia con los famosos carteles de Medellín y Cali que ocasionaron miles de muertes derivadas del negocio del narcotráfico así como una corrupción política y social generalizada.

La aparición y expansión de organizaciones criminales transnacionales poderosas involucradas en el tráfico internacional de drogas durante los años setenta y ochenta fueron el resultado de las debilidades institucionales subyacentes del sistema político colombiano. En los años ochenta y principios de los noventa las enormes ganancias obtenidas por los carteles en Colombia en tráfico ilícito de drogas, les permitieron organizar y equipar su propio ejército privado (grupos paramilitares) y sobornar e intimidar a los políticos colombianos y los funcionarios del gobierno en todos los niveles. Como resultado, el sistema de justicia colombiano prácticamente colapsó a finales de los años ochenta y principios de los noventa, miembros clave de la policía y el ejército eran rutinariamente sobornados y cerca del 60% de los miembros del Congreso colombiano recibieron contribuciones ilícitas para sus campañas con el fin de garantizar su cooperación en asuntos cruciales, tales como la extradición.

La élite empresarial o el sector privado también resultó ser vulnerable y cómplice, casi siempre aceptando pagos en efectivo, facilitando operaciones de lavado de dinero mediante negocios legales o vendiendo propiedades a precios exorbitantes, entre otras acciones ilícitas. De hecho, durante la década del noventa casi siempre era imposible distinguir claramente entre actividades legales e ilegales del sector privado. Para ilustrar la profundidad del problema, un reportaje de febrero de 2000 emitido por la llamada “Comisión de la Verdad” (compuesta por investigadores de varias entidades estatales) sobre corrupción en el sector bancario estatal reveló que durante los últimos diez años cerca de 7,2 billones de pesos habían sido sustraídos sistemáticamente de seis bancos pertenecientes al Estado. Como resultado de este enorme escándalo financiero, se han emprendido más de 1.200 procesos criminales contra banqueros, hombres de negocios, congresistas, exministros y burócratas de alto nivel.

En  España hay conocidas familias gallegas vinculadas al tráfico de drogas, casos de Laureano Oubiña o Sito Miñancos que, parece ser, se han enriquecido y tienen problemas con la justicia, por asuntos vinculados con el tráfico de drogas. El denominado “Clan Charlín” o de los Charlines también es conocido en toda España por la vinculación con el narcotráfico. En 1993, el clan Charlín se había convertido en una de las familias más ricas del mundo. Años más tarde se produce una guerra entre mafias gallegas, por problemas de negocios derivados de las drogas y de lindes de fincas. Tras más de un centenar de muertos por enfrentamientos entre varias bandas de narcotraficantes, se inicia un proceso judicial largo que lleva a decenas de sus miembros a la cárcel.

Andalucía es una de las puertas de entrada de drogas procedente de Latinoamérica y norte de África. Recientemente, en septiembre de 2013, la Policía Nacional y Guardia Civil, han desarticulado una banda, asentada en Andalucía, que esperaba la llegada de un barco con 800 kilogramos de cocaína procedentes de Venezuela.

La cantidad de cocaína incautada en todo el territorio español durante el año 2011, fue de 16.608 kilogramos, lo que supone una disminución del 34,02 por 100 respecto a 2010, año en que fueron 25.241 kilogramos. Destaca Madrid, con 4.680 kilogramos incautados, seguido de Valencia 2.661, Barcelona 2.597, Cádiz 2.128 y a más distancia, Pontevedra 898, lo que se explica por la forma de introducción de esta sustancia, esencialmente por mar, a través de los puertos, y, en el caso de Madrid, tanto por la presencia del Aeropuerto internacional de Barajas como por ser un importante centro logístico y de consumo.

Aparte, como hemos visto, de la corrupción y sobornos de bastantes políticos y empresarios con recursos de origen narco, hay preocupaciones de seguridad más allá de la corrupción. La ONUDD y otras autoridades de seguridad de varios países europeos temen que se establezcan vínculos entre traficantes de cocaína y ciertos movimientos políticos o grupos insurgentes. Se teme que tales grupos podrían proveerse de grandes ingresos con el narcotráfico.  Con estos recursos se podrían financiar  golpes militares, apoyar a políticos complacientes o prolongar conflictos armados latentes desde hace tiempo en algunos países de África Occidental. A lo largo de la franja de Sahel, una zona de gobernabilidad limitada, si no ausente, se recela ante una posible cooperación entre rebeldes Tuareg, al-Qaeda del Magreb y narcotraficantes. En el caso del establecimiento de un eje de tráfico de cocaína desde África Occidental hacia Libia y Egipto, mediante rutas tradicionales del tráfico de marihuana, los grupos terroristas asentados en la zona podrían lograr grandes beneficios, lo que supone una preocupación recurrente del Gobierno de EEUU y de los países de la UE.

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