Las naves de la Gran e Felicísima Armada, al no haber podido trasladar los Tercios de Flandes a tierras inglesas, continuaron navegando empujadas por el viento del sur, único motor de aquellos barcos, costeando Inglaterra y Escocia seguidos por los ingleses a prudente distancia, pero al empeorar la climatología ellos se refugiaron en sus puertos, mientras la Armada Hispana continúo entre tremendas dificultades de navegación por un mar del norte embravecido, bordeando Escocia e Irlanda para conseguir vientos del sur que los devolvieran a la península Ibérica, los naufragios fueron en su mayoría de naves de transporte y de tipo mediterráneo mientras que casi todos los galeones volvieron, con daños eso sí, al puerto de Santander y algunos al de La Coruña.
Isabel I de Inglaterra, no las tenía todas consigo, pues con la armada española circunnavegando la isla, el peligro no había pasado ya que la gran armada estaba prácticamente intacta y un cambio en las condiciones meteorológicas podía hacer que virara y pudiera cumplir su objetivo, en prevención no licenció a los marinos ni a los hombres, permaneciendo estos concentrados en Plymouth, lo que tuvo una grave consecuencia ya que se desato entre ellos una epidemia de peste que dejo unos diez mil muertos.
Una vez enterada del regreso de la armada a España, le informan que los navíos han sufrido daños y que necesitan reparaciones urgentes, este hecho le da una ventaja clave, una oportunidad irrepetible para de una vez asestar el golpe definitivo a la monarquía hispana. De inmediato plantea a sus asesores una operación para destruir de un solo golpe la armada hispana, pero sus barcos no están preparados y además la peste los ha dejado sin tripulaciones por lo que los capitanes desaconsejan la expedición, ante esta situación y dándose cuenta de que no posee una flota con que atacar la península Ibérica comisiona a Drake, como almirante de la Armada y a John Norreys (Norris), como comandante del ejército de tierra, para el primero armar una gran flota y el segundo reclutar un ejército sin que el dinero saliera de las arcas reales, ¿Cómo conseguir esto? Muy sencillo, a parte de una pequeña soldada a los hombres todos tendrán como recompensa una parte del botín apresado en la campaña, en una palabra la mayor organización pirata de la historia, cada soldado, cada marinero, cada armador tendría como paga final el botín obtenido. La respuesta al principio no tiene eco, por lo que Norris se queja amargamente de ello ante la reina, entonces Isabel hace regresar a Inglaterra a las tropas desplazadas en Flandes que apoyaban la causa holandesa, a la vez que Drake captura sesenta filibotes holandeses que suma a la armada, (los filibotes son buques de carga cuyo diseño era muy similar al de los galeones), esto hace de efecto llamada y la población se va alistando a la empresa. En ese momento aparece otro viejo conocido nuestro, Dom António, prior do Crato, que tras la victoria de Don Álvaro de Bazán en las Azores se había refugiado en Francia para pasar más tarde a Inglaterra, en donde había sido muy bien acogido (esta vez) por la reina Isabel, firmando con ella un convenio que contenía unas cláusulas secretas en las que a cambio de su ayuda para conseguir el trono de Portugal, tendría que pagar 5.000.000 de ducados de oro, un tributo anual de 300.000 ducados, permitir que las tropas inglesas saquearan Lisboa durante 12 días, respetando eso si las vidas y haciendas de los portugueses, asentamiento de tropas inglesas en plazas fuertes de Brasil y otras posesiones portuguesas, así como recuperar las Azores convirtiéndolas en base para las naves inglesas. Estas cláusulas tan perjudiciales como irracionales para Portugal, de haberse cumplido hubieran convertid; a Portugal en un reino títere de Inglaterra. Finalmente y tras el efecto llamada de Isabel se forma una gran armada inglesa compuesta de unos 180 navíos en los que embarcaron entre soldados y marineros un total de 27.667 hombres.
Los problemas de la flota comienzan antes de partir, las ordenes de la reina eran ir directamente a Santander para destruir las naves españolas que se están reparando allí, pero a los armadores particulares solo les interesa ir directamente a Lisboa para saquearla, lo único que quieren es el botín dejando claro desde el primer momento el carácter pirático de la armada, Drake y Norris no se atreven a desobedecer tan claramente las ordenes de la reina y negocian con ellos algo intermedio, no irán a Santander a cambio atacaran La Coruña, ciudad que esta de camino a Lisboa y que saben estará desprevenida y también que han llegado a su puerto varios barcos de la gran armada lo que le da la posibilidad de hacer botín; si a esto unimos los vientos soplando en dirección sur les dará la justificación del desvió ante la reina. Estando todos de acuerdo, el 13 de abril de 1.589 parten de Plymouth llegando a La Coruña el 4 de mayo.
Felipe II, que preveía un posible ataque a los puertos del norte reforzó la costa atlántica, La Coruña era una ciudad doblemente amurallada, primero estaban las murallas medievales que guarnecían la Ciudad Vieja y después las que protegían el barrio de la Pescadería en la parte estrecha del istmo de la península coruñesa, se reforzó el castillo de San Antón, todavía inacabado y que dominaba una pequeña isla (hoy península) a la entrada del puerto, con artillería de largo alcance proveniente de la nao San Bartolomé de 20 cañones, también la vieja muralla medieval fue dotada de artillería procedente de las demás naves. La Coruña como ciudad del rey, tenía unas milicias para defender su independencia ante cualquier tentativa feudal bajo las órdenes del capitán general de Galicia y cabeza de la Real Audiencia, Juan Pacheco, segundo marqués de Cerralbo, a las que se sumaron las dotaciones de los hombres que venían en los navíos de la Gran Armada. La ciudad estaba bien pertrechada de víveres, armas y pólvora enviadas desde Santander y Vizcaya y aparte de la nao San Bartolomé que ya hemos mencionado antes, también llegaron el galeón San Juan de 50 cañones, la urca Sansón, el galeoncete San Bernardo (más pequeño que un galeón, no pasaba de 370 toneladas) y las galeras Diana y Princesa de 5 cañones cada una.
Al ser avistada la gran flota inglesa, encienden hogueras por toda la costa hasta la Torre de Hércules avisando a todos de su llegada preparándose para defender las ciudad. Los ingleses entran en la ría e intentan acercarse a la bahía, las naves de la gran armada que están en reparación salen a su encuentro formando una línea para evitar el desembarco en la playa de la Marina y los cañones del castillo de San Antón abren fuego alcanzando a algunas de las naves de la vanguardia inglesa obligándoles a dar media vuelta, finalmente unos 8000 ingleses consiguen desembarcar en la playa de Santa María de Oza y se dirigen a la ciudad, allí son recibidos por el capitán Álvaro Troncoso y Ulloa con 150 arcabuceros que sale a su encuentro consiguiendo detenerlos momentáneamente, pero tras el primer combate ante la superioridad numérica inglesa y para evitar ser rodeados se refugian tras las murallas de la Pescadería. Tras esto los ingleses desembarcan pequeñas piezas de artillería de sus naves y rodean la ciudad, por la noche las naves inglesas atacan el castillo de San Antón en un intento de tomarlo ya que de conseguirlo significaría prácticamente la toma de la ciudad, pero el fuego eficaz de los cañones apoyados por los de la muralla vieja repele el ataque, teniendo que remolcar sus galeones fuera de su alcance.
Cerralbo había enviado a buscar a las compañías de Betanzos al mando de D. Juan de Monsalve y D. Pedro Ponce de Sandoval, para reforzar la plaza, pero esa misma noche la ciudad esta sitiada y las milicias no pueden entrar, en ese momento aparece Juan Varela, había sido soldado en Flandes y se encontraba disfrutando de un retiro en su casa Cambre, revelándoles un camino que él conoce cerca de la playa de Riazor por donde entrar en la ciudad, guiados por Varela llegan a las murallas en donde se enfrentan a los ingleses rompiendo el cerco y entrando en la ciudad con armas y vestidos arrebatados a los enemigos; esto enardece a la gente que defiende la ciudad subiendo su moral.
Al amanecer Norris, una vez estudiada las defensas de la ciudad decide atacar la muralla de la Pescadería por ser la más débil en un ataque conjunto por mar y tierra, consiguiendo desembarcar unos 1500 hombres camuflados por el ruido del ataque que se está produciendo simultáneamente al castillo de San Antón, tomando tierra en la playa que hoy es el puerto, sorprendiendo por detrás a los españoles; Cerralbo intenta la defensa pero sobrepasado por el número superior de los enemigos, ordena el repliegue hacia la ciudad vieja y los españoles se retiran luchando calle a calle, teniendo que huir la población precipitadamente, finalmente la Pescadería es tomada y saqueada. En el saqueo los ingleses encuentran almacenados 2.500.000 de litros de vino, indisciplinados no se les ocurrió otra cosa que bebérselo, el vino repartido entre la tropa tendrá consecuencias negativas debido a la borrachera monumental y posterior resaca, ya que los españoles aprovecharon esta circunstancia para abatir a muchos ingleses.
Mientras esto pasa en la pescadería, en la ciudad vieja Cerralbo organiza la defensa distribuyendo los soldados profesionales intercalados con las milicias buscando la profesionalidad de los primeros con el ardor de los segundos al defender sus casas, lo que hará que se cohesionen funcionando como un Tercio. Por otro lado las mujeres coruñesas se encargan del avituallamiento de los hombres para que estos no abandonen la muralla, atendiendo también todas las necesidades de la población. Esa madrugada la tripulación del San Juan abandonó el buque tras haberle prendido fuego para que este no fuera tomado por los enemigos, la explosión de los barriles de pólvora puestos para ese fin sorprendió a una quincena de ingleses que habían abordado el navío. Ante la noticia del ataque ingles a La Coruña, Galicia se moviliza en ayuda de la ciudad y sus autoridades envían avisos hacia todos los puertos hasta Vigo, diversos contingentes de hombres acuden en su socorro como los del conde de Altamira, a la vez que caballeros e hidalgos se van reuniendo en el Burgo desde donde envían una carta a Cerralbo solicitándole instrucciones y armas, rodeado por el enemigo Cerralbo no puede atender su solicitud y designa al conde de Andrade para dirigirlos, mientras Juan Rodríguez, regidor de Betanzos con 600 hombres organiza la defensa en la zona de las Mariñas evitando el desembarco inglés.
Entretanto los ingleses toman el convento de Sto. Domingo desde donde disparan contra la muralla, la respuesta española no se hace esperar derribando la artillería parte del campanario, al día siguiente el coronel Huntley recorría la comarca junto a 300 o 400 hombres saqueándola en busca de alimentos y pertrechos, he intenta negociar la rendición de la ciudad sin conseguirlo. Las escaramuzas por parte inglesa son constantes aunque esta vez contra las tropas de socorro que envía el conde de Andrade. Al siguiente día intentan el asalto de la ciudad dirigido por el capitán Goodwin, siendo rechazados, resultando Goodwin herido en el asalto. Tras este nuevo fracaso hacen un nuevo intento de negociar la rendición.
Ante la negativa de los españoles y visto el fracaso de tomar las murallas, Norris plantea la excavación de una mina que una vez volada le daría acceso a la ciudad, a su vez en el extremo opuesto construyen una plataforma artillera para intentar abrir una brecha con el objetivo de penetrar en la ciudad por ambos lados. La mina colocada en sector cercano al convento de Sto. domingo explota sin conseguir su objetivo, Cerralbo entonces ordena a las mujeres que hagan acopio de tierra y piedras cogiéndolas de las casas de la ciudad, con ellas van colmatando la parte superior y posterior de la mina que los ingleses están volviendo a escavar, convirtiendo la frágil muralla medieval en un fuerte muro, por encima se terraplena de tal forma que incluso se puede colocar artillería en la parte superior. El 14 de mayo los ingleses vuelan por segunda vez la mina, los gases de la explosión al no encontrar salida hacia el interior de la muralla, ni hacia arriba, salen hacia la entrada, el único sitio posible, llevándose 300 soldados ingleses por delante más otros 290 hombres a los que les llueven los cascotes de la explosión. Al momento la brecha es ocupada por los arcabuceros españoles al mando de Diego de Bazán, (sobrino de don Álvaro Bazán), junto con Troncoso y Antonio Herrera, apoyados por los cañones, mientras las mujeres traen parapetos de madera hechos con los muebles para taponar la abertura y cerrar el hueco.
En el lado opuesto, el bombardeo constante de la artillería inglesa ha conseguido abrir una brecha por la que el enemigo intentaba entrar, los defensores en su mayoría han muertos o están heridos y los que quedan completamente agotados ya poco pueden hacer, los ingleses acceden a la brecha e intentan entrar en la ciudad, lo que ocurre en ese momento está perfectamente recogido en las crónicas de la época: las mujeres que en este sector están ayudando a sus maridos recargando y reparando sus armas, toman estas, (petos, picas, morriones, espadas etc), y se aprestan a la defensa, una de ellas Mayor Fernández de la Cámara y Pita, (María Pita), agarrando una pica se lanza contra un alférez abanderado inglés, atravesándolo, le arranca el estandarte y lo derriba, lo que enardece a las demás que se lanzan sobre los asaltantes arrojándoles piedras de todo tipo; desde el convento de Sto. Domingo los ingleses disparan sobre ellas abatiendo a muchas pero su determinación es tan firme que consiguen frenar el ataque.
Mientras esto ocurre en la muralla, el castillo de San Antón es atacado por unas 40 barcazas que son rechazadas por la artillería del castillo y por la de la muralla que hace fuego de través sobre ellas barriéndolas, las perdidas inglesas son tan tremendas que Norris decide no perder más hombres en el sitio de la ciudad y reembarcar sus tropas.
Pero reembarcar supone un gran problema, no pueden utilizar el puerto porque esta defendido por el castillo de San Antón y deben hacerlo en la ría donde las tropas del conde de Andrade están defendiendo el puente del Burgo, entre ellos y la playa de Oza. El 16 de mayo los ingleses intentan tomar el puente siendo rechazados por los arcabuceros y escopeteros en un primer embate, lo vuelven a intentar siendo rechazados de nuevo y por fin en un tercer intento en donde van lo más granado de los caballeros ingleses y sus soldados más profesionales, consiguen dispersar a las tropas españolas y tomar por fin el puente con grandes pérdidas de hombres, resultando heridos los capitanes ingleses Herdan, Fulford y Barton y sir Edward Norris hermano del capitán general. Tras reembarcar parten el 19 de mayo.
El resultado final del ataque a La Coruña no puede ser más desfavorable, han perdido unos 1.500 hombres y entre enfermos y heridos hay otros 4.000, pero la peor consecuencia es la de ser derrotados frente a una pequeña ciudad con un pequeño contingente de hombres para su defensa en comparación con el gran despliegue inglés, lo que acaba minando su moral.
Desmoralizados, la indisciplina aumenta entre los ingleses y tras hacerse a la mar, 10 buques de pequeño tamaño con unos 1.000 hombres a bordo deciden abandonar y ponen rumbo a Inglaterra.
Camino de Lisboa, hacen un consejo de guerra cerca de Peniche, donde se pone de manifiesto las diferencias entre Drake y Norris, mientras Drake propone atacar Lisboa por la entrada del estuario del tajo aprovechando las mareas que provocan una fuerte corriente de entrada, Norris no lo tiene claro y propone desembarcar las tropas en Peniche a ochenta kilómetros de Lisboa iniciando una marcha a la capital portuguesa con la esperanza de que se sumen los portugueses tal y como ha prometido el prior de Crato y así formar un gran ejército mixto para entrar en la ciudad. Aunque Drake no está de acuerdo, Norris es el jefe de las tropas de tierra y ha tomado su decisión, desembarcara toda su infantería.
Felipe II no había descuidado la defensa de Lisboa ante la amenaza de un ataque naval por parte de Drake y, sabiendo lo que ya había pasado en La Coruña, había reforzado la defensa de la ciudad con 5.000 soldados de infantería que les estaban esperando. El virrey de Portugal, Alberto de Austria, sobrino de Felipe II, había recibido la orden de conservar Lisboa a toda costa, para ello plantea una doble estrategia, una parte de tropas conjuntas hispano-lusas, acosa a los ingleses a la vez que mantienen una práctica de tierra quemada recogiendo cosechas y pertrechos para que el enemigo no los pueda utilizar, por otro lado corta las comunicaciones con la armada de Drake y reserva la infantería española dentro de la ciudad para su defensa.
El desembarco de las tropas de Norris no es fácil, la costa es abrupta y peligrosa aunque mal defendida y tras el hundimiento de algunas lanchas por fin consiguen desembarcar en Peniche, plaza que se acaba entregando ya que su capitán era partidario del de Crato, de inmediato Norris inicia la marcha sobre Lisboa mientras Drake pone rumbo a Cascaes en donde le esperaría para hacer el ataque conjunto por tierra y mar. La marcha es muy penosa, Norris no tiene más que de 40 caballos, no dispone de artillería de asedio y tampoco tiene carros para transportar los pertrechos que han de ir a lomos de los soldados, soldados que ya venían muchos cansados y enfermos desde el asedio a La Coruña, a esto se suma la falta de alimentos que los va debilitando más y el hostigamiento constante de la infantería hispano-lusa que los dejan pasar pero sin darles descanso, en la madrugada del 1 de junio la infantería hace una encamisada, una operación nocturna llamada así porque los españoles se ponían camisas blancas sobre los petos para poder distinguirse entre ellos, y ataca por sorpresa el campamento inglés ocasionándoles centenares de bajas, por otra parte la esperada adhesión de la población portuguesa no se produce, no hubo sublevación ni apoyo militar y al llegar a Lisboa la población no da muestras de rendirse sino que se prepara para defenderla, aun así Don Antonio, tenia partidarios y el 2 de junio algunos caballeros portugueses fieles a él, intentan entrar en el monasterio de Nuestra Señora de Gracia, que estaba extramuros pegado a la muralla, para desde ahí abrir una brecha y entrar en la ciudad, el plan fracasa al ser descubiertos y apresados.
Para defender la ciudad por la desembocadura del el estuario del Tajo el virrey disponía de unos 40 navíos al mando de Matías de Alburquerque y 8 galeras de la escuadra de Portugal, mandadas por Alonso de Bazán (hermano de Álvaro de Bazán), y como ya hemos dicho había reservado las mejores tropas de infantería dentro de Lisboa y reforzando la artillería del castillo de São Jorge (San Jorge), que defendía la ciudad.
Al aproximarse las tropas inglesas la artillería de San Jorge comienza a disparar sobre la vanguardia de Norris y aunque ocasiona numerosas bajas no impide que este acampe frente a la ciudad, pero Drake no se decide a atacar la ciudad quedándose fuera lo que provoca un nuevo enfrentamiento entre él, Norris y Crato que le acusan de cobarde, acusación de la que se defiende alegando lo fuertemente defendida que esta la plaza y el mal estado de su tripulación.
Viendo la situación, Alberto toma la iniciativa y el día 3 lanza un ataque sobre los ingleses por tres frentes a la vez con unos 1.100 soldados que coge por sorpresa a Norris, eliminando completamente el regimiento del coronel Brett, que muere junto a sus hombres. Tras la batalla y después de enterrar a sus muertos solemnemente, la madrugada siguiente Norris ordena hacer hogueras para hacer ver a los españoles que van a acampar y al amparo de la noche emprende una huida hacia Cascáis abandonando a los heridos, enfermos y a todos los que no podían seguirle, percibidos los españoles de la huida los hostigan en su retirada. Mientras esto sucede por tierra, por el Tajo las galeras de Alonso de Bazán hacen lo mismo sin darles tregua, en uno de estos enfrentamientos los hombres de Sancho Bravo de Arce (sobrino nieto del doncel de Sigüenza), capitán de los arcabuceros a caballo, capturan dos banderas de combate, una inglesa y otra portuguesa de los seguidores del Prior de Crato, siendo depositadas un año después por Sancho Bravo en la capilla del Doncel de la catedral de Sigüenza, en Guadalajara, España. Las banderas hoy perfectamente restauradas se exponen en la catedral, en el claustro. En la sala de San Sebastián, un documento de la biblioteca de la Real Academia de la Historia explica el origen y el deposito las banderas:
“ay una tabla con pergamino debajo de dos banderas que ay en la capilla y dize la tabla estas dos banderas se ganaron a los Yngleses a cinco días del mes de junio del año de 1589 estando sobre la ciudad de Lisbona su campo por D. Sancho Bravo Arce de Laguna, cavº de la orden de Alcantara, señor de Molin de la Torre y capn. de Cavallos por el Ymbictisimo Rey Don Phelipe Nuestro Señor, Segundo de este nombre, Patron desta Capilla del Glorioso y vienabenturado San Juº y santa Cathª y como tal Patron las mandó poner en ella. Pusieronse dia de Nª Señora de las Candelas año de 1590. Ase de decir una Missa Cantada en cada un año y Visperas”.
Norris consigue llegar por fin a Cascáis refugiándose bajo la protección artillera de la armada, pero las tropas hispano-lusas les pisan los talones y terminan cercándolos, los ingleses siguen sin encontrar apoyo en la población en contra del pensamiento del de Crato, solo unos pocos se sumaron a su causa permaneciendo la mayoría fieles a Felipe II, como el conde de Villa Dorta, general de la caballería portuguesa, el conde de Portoalegre o el merino mayor João Gomes da Silva. Sin el prometido apoyo portugués, el hambre y la enfermedad van minando cada vez más las tropas invasoras y Norris decide al fin embarcar a sus hombres poniendo rumbo a Inglaterra.
Entonces se suma al sitio de Cascáis el adelantado Martín de Padilla, al mando de la escuadra de galeras de Sicilia que ya había ayudado en el sitio de Lisboa cuando llego con su escuadra y unos 1000 hombres de refuerzo, sus galeras se suman a las de Alonso de Bazán y ambos se lanzan a perseguir la escuadra de Drake llevando 6 brulotes incendiarios que esperan lanzar contra la armada inglesas en cuanto puedan, ante el temor de un inminente ataque con los brulotes, Drake se precipita y zarpa sin esperar a que soplara viento suficiente para una buena navegación, era la ocasión que Padilla estaba esperando, sabía muy bien que una galera no podía enfrentarse con posibilidades de éxito a cualquier velero de tonelaje medio, las galeras solo contaban con un cañón de grueso calibre y algunas piezas de menor tamaño todas colocadas a proa, aunque también disponían del fuego de mosquete de las tropas embarcadas, pero en un combate naval eran claramente inferiores a cualquier navío de vela. Padilla como gran marino sabe que la única estrategia que podía darle ventaja es una situación de calma chicha donde la galera mucho más manejable por su propulsión a remo podía acercarse a los navíos de vela por la popa y disparar de través haciendo mucho daño a cualquier embarcación.
El 20 de junio se dan las condiciones idóneas y Padilla ordena a sus naves colocarse en hilera para no ofrecer blancos al enemigo y ordena el ataque, las galeras se colocan a popa de los barcos más rezagados y comienzan a disparar alternándose unas a otras dando tiempo así para recargar creando un fuego continuo sobre la armada inglesa, pues mientras una galera recargaba, la siguiente disparaba sus cañones a la vez que los mosqueteros barrían la cubierta. La falta de viento hace imposible la ayuda entre la flota inglesa que va mermando con el ataque español, entre 9 u 11 navíos son hundidos, otros son apresados y otros incendiados o dañados, terminando por dispersarse. En cuanto el viento comenzó a soplar Padilla ordena retirarse manteniendo la distancia con la armada inglesa, mientras Drake sale a mar abierto. Padilla, piensa que Drake intentara dar la vuelta y atacar Cádiz, decide no perseguir la flota y poner rumbo a Cádiz para defenderla si es necesario; el relevo lo toma Alonso de Bazán con la escuadra de galeras portuguesas que continua tras los ingleses. Estos por si solos tienen problemas acuciantes, además de los heridos se desata una peste entre los hombres (tifus) y por si fuera poco han de luchar contra vientos contrarios, los barcos se van quedando sin tripulaciones llegando a prestarse marineros para poder gobernarlos. Aun con estas circunstancias adversas Drake, pone rumbo a las Azores para intentar establecer una base tal y como estaba previsto en el plan original, pero las fuerzas están tan mermadas que son rechazados por las tropas allí ubicadas, viendo la imposibilidad de establecer dicha base da media vuelta, cuando es sorprendido por una nueva tormenta que provoca más naufragios con la consiguiente pérdida de hombres, es una lucha constante contra la mar y los vientos que hace que la situación a bordo sea extrema, los hombres muy debitados van falleciendo dejando una estela de cadáveres en la mar.
En un intento de conseguir alimentos pretenden parar en Ancora (Portugal) y también lo intentan en Bayona, pero la plaza está muy bien defendida por lo que desisten de hacerlo. Finalmente, desesperados por la falta de víveres y agua potable entran en la ría de Vigo.
Vigo era en esaa época un pequeño pueblo marinero, sus habitantes ante la vista de la gran flota abandonan la población, hay que decir que la armada inglesa tenía todavía un número importante de navíos aunque no tenían hombres suficientes a bordo para manejarlos correctamente, los ingleses desembarcan y saquean Vigo dispersándose en busca de botín.
El libro de actas del cabildo vigués del año 1589 narra a la perfección los acontecimientos:
“En el año de nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo de 1589 años en el mes de junio, víspera de los bienaventurados apóstoles San Pedro y San Pablo, entró el corsario luterano Francisco Draque, general de la armada inglesa, enviado por la reina Isabela luterana en favor de don Antonio y su hijo don Manuel en esta ría de Vigo con doscientas y trece velas grandes y pequeñas, el cual venía de haber estado sobre La Coruña, la cual no pudo tomar, excepto que quemó y asoló la pescadería y venía de estar sobre Lisboa y llegó con doce mil infantes hasta los muros della y se retiró y de la retirada vino a esta dicha ría la cual ocupó desde Boças hasta Rande dejando en la isla de Cíes veinte naves en guardia y hubo seis mil peones en tierra, la mayor fuerza desembarcó en Teis y la más por Santa Marta y Coya y tomaron y ocuparon Nuestra Señora del Castro y entraron en esta villa sin resistencia y la saquearon y quemaron la iglesia mayor toda y llevaron las campanas y quemaron los monasterios de los frailes y monjas y las mejores casas de la villa hasta doscientas y setenta casas y no murieron sino dos mujeres desta villa… (sic)».
En socorro de Vigo llegó Luis Sarmiento, señor de Salvaterra, al mando de milicias portuguesas y gallegas que cayeron sobre los ingleses diezmándolos. Dieron muerte a unos quinientos e hicieron prisioneros a otros doscientos, esa noche muchos prisioneros son ahorcados en el alto de O Castro ante la mirada impotente de Drake.
Drake decide por fin abandonar la ría y poner fin a la caótica empresa en que se ha convertido su expedición en tierras hispanas, pero la suerte no le acompaña, el 2 de julio el viento del suroeste arreció, provocando que dos de los buques dieran al través siendo arrastrados hacia la costa norte de la ría embarrancando, los vecinos de Cangas se lanzan sobre los naufragios, rescatan a los prisioneros españoles capturados e incendian las dos embarcaciones; al día siguiente otra embarcación embarranca contra las islas Cíes, Norris intenta rescatar lo que puede del naufragio salvando parte de la artillería pero viendo la imposibilidad de salvar el resto incendia el navío para que no caiga en manos españolas, finalmente consiguen salir de la ría dividiéndose la armada en dos. Drake intenta volver a las Azores para alcanzar la flota de indias y atacarla, pero otro fuerte temporal lo desvía y abatido pone rumbo a Plymouth. Norris sale más tarde y se dirige directamente a Inglaterra, la vuelta es agónica muchas naves se pierden bien por su mal estado, bien porque son abandonadas por la falta de tripulaciones que cambian de barco, la enfermedad sigue extendiéndose como una plaga y los españoles los persiguen sin dejar de hostigarlos, Diego de Aramburu les sale al paso al mando de una flotilla de “zabras” desde el cantábrico capturando dos navíos que son remolcados a Santander. La Contra Armada se ha deshecho y cada nave intenta llegar a Inglaterra como puede, sin orden, hambrientos, enfermos y seguidos de cerca por los españoles, la retirada inglesa se ha convertido en una huida en toda regla. Aún Drake se encontró con una flota comercial hanseática que capturo, pero que no sirvió de botín ya que ante las protestas de las ciudades de la Hansa tuvieron que ser devueltos todos los navíos junto con sus mercancías.
Drake por fin llega Plymouth el 10 de junio y Norris lo hace poco después, cuando ambos se reúnen tienen tal enfrentamiento entre ellos que casi les hace llegar a las espadas. Norris le reprocha el no haber entrado en el estuario del Tajo y Drake se defiende diciendo que Norris no debía de haber desembarcado.
Además, la llegada de la armada tan debilitada con los hombres tan enfermos, propaga la peste rápidamente entre la población de Plymouth; tan solo en las dos primeras semanas murieron cuatrocientos vecinos, la explicación a tan rápida difusión de la enfermedad es porque en esta época un tercio de la población inglesa vivía en la pobreza, de la que era muy complicado salir ya que no había tierras pues estaban en manos de la aristocracia y los grandes burgueses y con leyes que prohibían mendigar bajo fuertes penas que iban desde cortar las orejas hasta el ahorcamiento. Nada más desembarcar los marineros y soldados supervivientes se amotinan reclamando sus soldadas que les parece insuficientes tras las penalidades pasadas; ante esta rebelión las autoridades toman represalias ahorcando varios de sus cabecillas. La reina a la vista de la epidemia y de la insurrección prohíbe que ningún integrante de la expedición abandone Plymouth. Norris temiendo la cólera de Isabel hace algo imprevisto, escribe una carta al tesorero de la reina Burghley, en la que le pide que no le cuente el fracaso de la expedición a la reina y que guarde silencio, a lo que Burghley accede, a su vez escriben unos panfletos en donde se cuentan las grandes hazañas protagonizadas por los ingleses, estos panfletos, algunos escritos por Antony Wingfield son enviados a la corte con él como mensajero por delante de Norris, pero finalmente Isabel acaba enterándose del engaño aunque su reacción es sumamente inteligente. Astutamente castiga duramente en secreto a Norris y Drake, de hecho se nombra una comisión que investigue las causas de la derrota, pero ella misma por motivos propagandísticos y políticos rápidamente hecha tierra encima y felicita a ambos en público, lo que acaba siendo una genial maniobra de propaganda para ocultar tamaño desastre ante el resto de naciones.
Las causas del fracaso hay que buscarlas en los protagonistas, Drake al que le había ido bien como corsario, en este episodio demuestra que una escuadra de mayor tamaño le viene grande, en ningún momento es capaz de organizarla y de orientarla en el objetivo común, a Norris le ocurre algo parecido tomando decisiones precipitadas que le llevaran a perder la iniciativa, el enfrentamiento entre ellos unido a la indisciplina por parte de los armadores y de los hombres de la expedición ávidos de botín a toda costa hacen el resto.
Enfrente se encontraron con todo lo contrario, tanto Cerralbo en la Coruña como Alberto de Austria cohesionan el mando y adoptan las decisiones justas para repeler el ataque, mezclando tropas profesionales con las milicias y apoyándose en la población, sobre todo en las mujeres, el primero y el segundo tomando la iniciativa al frente de la mejor infantería del momento y con una armada muy profesionalizada que aun en inferioridad supo sacar partido de sus recursos.
El resultado de la campaña para Inglaterra fue un auténtico desastre, la primera consecuencia fue la pérdida de la gran oportunidad de acabar con la Armada española y situarse a través de Portugal en América y así hacer peligrar el imperio hispano cuando más frágil se mostraba. La segunda, la ruina económica de las arcas reales y de los armadores particulares que habían financiado la contra armada y que exigía la obtención de un botín para la obtención de beneficios económicos que no se produjo. En tercer lugar de las 180 naves que parten solo regresan 102 y la mayoría en tan mal estado que necesitaran grandes reparaciones, perdiendo la oportunidad de colocarse como nueva potencia marítima de la época. Y por último y no menos importante, la gran pérdida humana sufrida ya que de los 27.667 hombres que habían zarpado tres meses antes sólo regresan 3.722, añadiendo a esto la mortandad que se produjo en Inglaterra al regreso de la expedición a causa de la enfermedad.
Para España las consecuencias fueron las contrarias, si en las Azores se había quitado un competidor, Francia, al rechazar a los ingleses se enseñorea del Atlántico durante 50 años hasta la aparición de Holanda como potencia marítima, se construye todo un sistema defensivo costero tanto en la península como en América, todo el eje hispano se vuelve hacia el Atlántico construyendo naves adecuadas que se encuadran en diversas flotas muy superiores a la Invencible que mantendrán el imperio, no volviendo a concentrar toda la fuerza naval en una sola Armada. La guerra con Inglaterra continuará llevando el escenario a Bretaña e Irlanda en diversas ocasiones, terminando definitivamente con el Tratado de Londres firmado en 1604 sumamente ventajoso para España.
Se dice que la historia la escriben los vencedores, personalmente creo que esta afirmación es incorrecta y que le falta más definición, los hechos de esta acción que hemos relatado, en el que la mayor flota reunida hasta el momento fue repetidamente derrotada lo demuestran. Tanto las crónicas españolas como inglesas reflejan el fracaso de la contra armada, pero los ingleses profesionales en la propaganda no solo lo ocultaron sino que se inventaron una historia que no existió y que ensalzaron a partir del siglo XIX.
Los españoles no le dieron más transcendencia, España era la gran potencia del momento y expulsar a un enemigo de su territorio no fue tomado como una hazaña, aunque quedo reflejado en las crónicas, continuó con el desarrollo del imperio sin preocuparse del silencio ordenado por las autoridades inglesas para ocultar el mayor desastre naval de su historia.
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