Sin embargo, la lectura es mucho más amplia y compleja. El “sorpasso” de Donald Trump es fruto del llamado voto silencioso, el voto vergonzante de los trabajadores blancos que se sienten amenazados por la globalización económica y el auge multicultural y multirracial de la sociedad americana. El voto de muchos de aquellos que ven en el chanchullero Trump un ejemplo a seguir. El caduco joven arrogante, con ascendentes europeos, que dice haberse hecho a sí mismo – con el aval de los millones de su padre – y que desprecia todo lo que no conoce. Partidario de una América grande a costa de empequeñecer a otras naciones. El metomentodo insolente y mediático.
En mi opinión la culpa, querido Bruto, no es de nuestras estrellas, sino de nosotros mismos, como diría Shakespeare. Porque los demócratas eligieron mal a su candidata; Hillary Clinton no gusta a muchos norteamericanos. Su velada soberbia no ha conseguido empatizar con el ciudadano medio. El voto femenino y el voto latino que eran su principal baluarte, se fueron diluyendo como azucarillos en el café durante la campaña. Demasiado distante con los ciudadanos, probablemente, fruto de su larga vinculación con la política, con sus manejos y sus zonas oscuras. Una lástima, porque aborta la posibilidad de ver la primera presidente de los Estados Unidos.
Sea como sea, hoy, los Estados Unidos tienen un presidente electo del que Europa desconfía, muy parecido en carácter y bravuconadas con Putin. Al que le interesa echar a los inmigrantes, ampliar Guantánamo, magnificar la raza blanca, cerrar las puertas a las importaciones europeas, y considerar a las mujeres como un objeto sexual. Ahora le veremos anunciar algunos gestos de conciliación de apertura mental de su programa nacionalista, rural y caciquil; y esa frase tan manida de: gobernar para todos los americanos. Sólo serán volutas de humo, niebla de la conciencia para disimular su verdadero pensamiento. Esa ideología de la que tanto presumió en su campaña y que tan buenos resultados le ha dado.
Aquí en España, un punto geográfico que muchos norteamericanos votantes de Trump sitúan en el norte de África, no podemos quejarnos. Hace pocos meses cometimos la misma estupidez.
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