Sabemos que el filósofo es un ser que piensa y razona sobre determinados temas y para poetizar es necesario pensar y razonar sobre aquello que se desea transmitir; no nos basta algo que se vista de gala sino que hay que dotar al lenguaje de figuras estilísticas y metáforas que hacen que lo cotidiano deje de serlo a base de diferentes técnicas y formas de abordarlo, haciendo que la sensibilidad del poeta se socialice entre sus lectores, despertando en éstos diferentes sentimientos, que pudieran ser favorables o desfavorables, sobre lo que se ha leído; se trata de una invitación a que el libre albedrío, el de todos y cada uno de los lectores, actúe, indagando y haciendo suyo, cada uno a su manera, aquello que en principio era sólo patrimonio del que lo creara; al volar libre, sin ninguna condición, será libre la manera de interpretarlo y ahí radica, en gran medida, la propuesta del poeta.

La poesía, en sus más diversas maneras de afrontarse, debe transmitir y por lo tanto aquello que no transmite no puede ser poesía a pesar de que contenga elementos que ésta utilice. Lo que la poesía no puede ser nunca es simpleza, pues para lo simple está el lenguaje cotidiano, la conversación del día a día, las noticias y los corrillos; por tanto, la poesía debe ser otra cosa y si consigue, al menos, hacer surgir emociones y sentimientos con componentes que no se utilizan en la comunicación de la que, en general, se valen los seres humanos en su quehacer diario, estamos consiguiendo algo que debe ser una condición esencial de este género literario.

Una segunda cuestión, por tanto, pudiera ser ¿qué se entiende por poesía?, más en estos momentos en que la cuestión lleva a profundos debates, tanto a nivel individual como en el colectivo. Como historiador puedo decir, al igual que sentenció Aristóteles, que la poesía es más profunda y más filosófica que la historia. También podríamos citar al escritor alemán, nacido en 1763, Jean Paul pues en su obra Introducción a la Estética nos dice: “La poesía es el único mundo separado que existe dentro del mundo”. ¿Significa esto que la poesía es algo ajeno a lo mundano? Posiblemente sí pues no está al alcance de todo mortal y es por ello que el poeta, en cierto sentido, toca, de alguna manera, con su sensibilidad, lo celestial, o aquello que, pudiéramos decir, no está al alcance de cualquiera.

Hagamos un poco de historia pues sería a partir de la década de los años cuarenta del siglo XVI cuando la Poética de Aristóteles llevó a que se teorizara y reflexionara sobre los géneros literarios. El filósofo griego había dividido los géneros literarios en poesía dramática y narrativa, viéndose la necesidad, entre los críticos literarios de aquellos momentos, de introducir una nueva rama, quedando, a partir de entonces, dividida en: dramática,  épica y lírica, no estudiada en la Poética aristotélica esta última, seguramente debido a que, en algún momento y por razones que se desconocen, se perdiera.

¿Por qué surgió entre los teorizadores literarios de entonces aquella necesidad? Se partió, en aquel Siglo de las Colonias, de  clasificar las Odas de Horacio o el Cancionero de Petrarca, encontrándose con la imposibilidad de clasificarlas, ni como poesía dramática ni tampoco dentro de la épica, y es por ello que en aquel momento nace el necesario tercer género o poesía lírica, para dar cabida a las acciones en las que  intervenía el poeta, pues en la poesía dramática no lo hacía; a partir de entonces la poesía épica era un género en que en ocasiones hablaba el poeta y en otras los personajes creados por éste; dejando la poesía lírica para que el poeta expresara sus personales pensamientos, sentimientos y reflexiones. ¿Cabe, entonces, en este género todo lo que hoy en día se denomina o autodenomina poesía? Las respuestas serán diversas, como diverso en el pensar y el sentir, y todas, absolutamente todas, tendrán cabida en lo que aquí se pretende, cual es reflexionar, a nivel individual y/o en grupo, sobre una cuestión que está latente en el mundo de la literatura y también en personas y colectivos no necesariamente relacionados con ella.

 

Juan Francisco Santana Domínguez es miembro de la Academia Norteamericana de Literatura Moderna Internacional y Director del Capítulo Reino de España.