Miguel Esteban.- ¿El público no suele considerar el texto teatral entre sus lecturas?Alberto Morate –
Realmente no. Cuando explicamos en clase de Lengua y Literatura los textos literarios, siempre se menciona el género narrativo, el género lírico o poético y el género teatral o dramático pero, a la hora de la verdad, lo que se lee, principalmente, es narrativa, una poca, poquísima poesía y apenas nada de teatro. De hecho es difícil encontrar editoriales que estén dispuestas a publicar textos teatrales porque consideran que es poco rentable. Siempre que hablamos de teatro, entendemos la asistencia a espectáculos dramatúrgicos, o a la preparación de obras por parte de compañías o grupos de teatro profesionales o aficionados. En consecuencia, el teatro también se lee, pero hay poca gente que lo haga si no va buscando algo específico para sus intereses.
P- ¿Cómo trata el periodismo al teatro?
R – En la misma vertiente de que el teatro es para representarlo y verlo, la prensa sí se hace eco de esos montajes que se estrenan, sobre todo si los actores, actrices, directores de escena o textos son ampliamente conocidos y mediáticos. Si hablamos de compañías emergentes, independientes, agrupaciones que tienen su pasión en el teatro, pero no subsisten de ello, entonces la cobertura es bastante menor. Por supuesto, siguiendo el hilo, a las publicaciones teatrales tampoco se les hace caso.
P- ¿Hay poco teatro para jóvenes?
R- En los últimos tiempos parece que la oferta teatral, sobre todo para niños, menos para jóvenes, ha aumentado considerablemente. De hecho, muchas salas y teatros ya tienen en su programación habitual montajes dedicados especialmente a los pequeños. Pero esa es una labor que nunca será suficiente. La forma de hacer espectadores, y gente que se dedique al teatro es que lo tengan como algo cotidiano en sus vidas de forma natural.
P- ¿De dónde nace su pasión por el teatro?
R- Me viene de familia. Tuve dos tíos que fueron actores profesionales y, además con gran éxito. Uno dramático, mi tío Fernando, y otro cómico, que obtuvo una gran fama, mi tío Luis, lógicamente, los dos de apellido Sánchez Polack, como mi madre que, por cierto, también hizo teatro, pero ella de forma amateur. Por lo tanto, considero que lo llevo en las venas. Y es verdad que desde que tenía nueve o diez años ya escribía pequeños guiones teatrales para que representaran mis hermanos o mis amigos en funciones que hacíamos para los vecinos.
P- Cuando empieza a escribir, ¿tiene en cuenta los costes de producción?
R- Sinceramente, no. Es verdad, que cuando escribes dramaturgia, textos teatrales, siempre estás pensando en cómo se puede poner en pie. Es decir, imaginas a los actores/personajes, su vestuario, el decorado, las necesidades técnicas, pero no cuánto puede revertir después en ponerlo en pie. Porque, además, no es lo mismo escribir un texto para representar en un ámbito escolar, o aficinado, donde todo se solventará con apaños caseros y con decorados pintados en papel, a hacerlo pensando que, quizás, pueda estrenarlo una compañía profesional. De hecho, la última obra que he escrito, sí creada para ser representada por dos actores profesionales y, lógicamente, un director, un técnico, un escenógrafo, un iluminador, o lo que se tercie, entonces, no, no escribo pensando en cuánto puede costar. Las dificultades vendrán luego, cuando queramos estrenar y veamos que el coste sobrepasa nuestras posibilidades económicas si n hay un patrocinador detrás.
P- ¿Los premios son vitales para el autor teatral?
R- Si hablamos de que el autor debe estrenar sus textos, profesionalmente, sí es una parte esencial y sustancial para ser tenido en cuenta. Eso, o que tenga los suficientes contactos, sea alguien conocido en el ambiente teatral y se haya ganado el prestigio a base de hacer montajes de pocas necesidades estructurales. Y aún así, hay y ha habido muchos autores que ven muy complicado estrenar sus textos de forma habitual. Tengamos en cuenta, también, que si hablamos de textos enfocados a un mundo educativo, que es mi caso, es decir, que lo que pretendemos es que haya textos para que un grupo de profesores y alumnado trabajen el teatro, investiguen sobre él, y experimenten la sensación de la interpretación entonces, no. Los premios ahí no serían absolutamente necesarios. Aunque nunca viene mal que te los otorguen. Eso, ya de por sí, es motivador.
P- Normalmente clasificamos a los escritores entre autores literarios y guionistas. ¿Dónde ubicamos a los dramaturgos?
R- Es que ahora se llama guion a todo. Un guion puede ser un capítulo de una serie de TV, una obra de teatro, cómica o dramática, un diálogo entre dos o más personajes, aunque no sea estrictamente teatral, una historia para el cine, un documental, un concurso,… Un autor teatral es un autor literario como hemos dicho al principio de que hay tres géneros literarios por excelencia: el narrativo, el lírico y el dramatúrgico. Por lo tanto, un dramaturgo es un autor literario se mire por donde se mire.
P- ¿Dejas que el lector/espectador complete muchas de las acciones?
R- Aquí hay una cuestión de estilo de autor. Puede que haya autores, como es el caso de Antonio Buero Vallejo, que en sus acotaciones anotan todo tipo de acciones, sugerencias, espacio, forma de decirlo, o al contrario, como ocurre con los autores del barroco, que prácticamente es el texto y los diálogos los que van dando las indicaciones de lo que actor debe realizar. En cuanto al espectador en sí mismo, en principio, lo que se le ofrece es lo que está viendo y no hay opción a que complete un hecho determinado. Sin embargo, si hablamos de lector, ahí es donde utilizar esas acotaciones y didascalias, pueden ayudar más o menos a facilitar la comprensión del texto. Yo, personalmente, prefiero sugerir más que marcar algo de forma definitiva, y que sea el lector o espectador el que complete, no la acción, sí la manera de imaginárselo, aunque luego no cuadre con lo que realmente se pone en pie.
P- ¿Se transforma, según escriba teatro, poesía o cuento?
R- No es transformación es sí misma. Es actitud. No se escribe lo mismo un poema que una pieza teatral. Los poemas los puedo escribir casi en cualquier sitio, a cualquier hora y en cualquier ambiente. El teatro ocurriría lo mismo, pero sí me es más necesario “programarme” unos momentos determinados y un espacio concreto. Simplemente porque el proceso de creación de una obra teatral se alarga más en el tiempo y, de alguna manera, hay que estar más dispuesto a ello. La poesía, digamos me surge en cualquier momento, y el teatro lo estructuro.
P- ¿En qué lugar deja el cine?
R- Me parece fundamental. Nada se puede dejar de lado. Todos los lenguajes artísticos y culturales deben convivir entre sí, y no por eso mermar la calidad ni, por supuesto, el número de espectadores o seguidores que tenga cada cosa. Habría para todos. Es una cuestión de preferencias. He visto muy buenas adaptaciones de textos narrativos y teatrales al guion cinematográfico y viceversa. Por otro lado, cada vez hay más montajes y espectáculos que utilizan las imágenes cinematográficas para completar su espectáculo. La grandeza del teatro es que es un compendio de las otras artes y todos tienen cabida: pintura, diseño de vestuario, música, cine, danza,…
P- ¿De dónde saca el tiempo?
R- Le robo horas al sueño y procuro administrarme en las actividades. Y aún así, cuando me embarco en un proyecto, sea el que sea, procuro atenderlo con premura, pero también con solvencia y calidad. Ya sea poesía, teatro, recitales, encuentros, prólogos, presentaciones, o lo que surja.
P- Entre tantas actividades, ¿en qué apartado exigen -y se exige- más?
R- Creo que me exijo en todo por igual, si bien es cierto que las que necesito de otras personas me vuelco más para que salga a gusto de todos. Es el caso de los ensayos de teatro, de las presentaciones o de los recitales. Cuando se trata de escribir, como es en solitario, no es que me relaje, pero me puedo permitir mayores licencias.
P- En sus fuentes de referencia, ¿busca héroes, mitos?
R- Jamás. Busco referentes de prestigio y calidad demostrada, eso sí. O por lo menos, que a mí me hayan llegado al corazón, al sentimiento. Pero no los considero mitos ni héroes, sino gente que ha trabajado duramente y ha creído en lo que hacía. Te puedo mencionar en teatro al gran Fernando Fernán Gómez, que además de actor era escritor y director de cine y teatro, a Adolfo Marsillach, a Alfonso Sastre, a numerosos directores, y en poesía a León Felipe, a Pedro Salinas, a Blas de Otero y a Ángel González. Por supuesto, a los grandes de siempre, Lorca, Hernández, Lope,… son tantos, que no concibo hacer lo que hago sin su maestría.
P- “El teatro de hoy debe inventar los mitos de hoy”. Son palabras de Pierre Boulez.
R- El teatro debe ir a la par de la sociedad en la que vivimos. Siempre ha sido así, y Pierre Boulez creo que se refiere a eso. Eso no significa que no se puedan representar mitos clásicos, temas de otros tiempos o situaciones acaecidas. Pero, eso sí, hay que hacerlo desde la perspectiva de hoy en día.
P- ¿Alguna anécdota que contar?
R- Te voy a contar la anécdota de lo que me está sucediendo ahora, mientras contesto a esta entrevista y al hilo de la pregunta anterior de ¿de dónde sacas el tiempo? y ¿qué apartado te exige más? Al mismo tiempo que contesto a estas preguntas, he recibido la propuesta de una amiga periodista y escritora que, ya que tengo bastantes contactos y amistades con escritoras, que les pida, por el día de la escritora, que es el 18 de octubre, que me envíen vídeos cortos donde digan qué les motiva a escribir, lo que me hace interrumpir las respuestas de vez en cuando. También atender la llamada de varios compañeros y compañeras que me preguntan por distintos eventos y programar las clases de mañana, pasar al ordenador y corregir un poema reseña de un libro que acabo de leer. Es decir, que se va pasando el tiempo y siempre estoy enfrascado en la labor literaria y teatral. Un fuerte abrazo y gracias por esta entrevista tan especial.
Autor de la entrevista Miguel Esteban Torreblanca
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