Nada me parece más apropiado frente a esta reunión del G20 que se hace en Buenos Aires, que recordar la Canción del gran cantautor Juan Manuel Serrat:

“Rodeados de protocolo, comitiva y seguridad, viajan de incógnito en autos blindados a sembrar calumnias, a mentir con naturalidad,
Se gastan más de lo que tienen en coleccionar espías, listas negras y arsenales
Se arman hasta los dientes en el nombre de la paz, juegan con cosas que no tienen repuesto y la culpa es del otro si algo les sale mal
Entre esos tipos y yo hay algo personal”.

Y efectivamente entre estos representantes y nosotros/nosotras hay algo de personal, La diferencia entre quienes pretenden mantener y profundizar un orden de injusticias institucionalizadas a favor de los poderosos, las potencias hegemónicas y quienes estamos por el desarme de la injusticia y el Buen Vivir de nuestros pueblos.

Asistimos en América Latina a una restauración neoliberal, con políticas de ajuste, privatizaciones, entrega de bienes comunes que son acompañados por una financierización de rapiña y sometimiento de los pueblos pobres vía endeudamiento, acompañados de una creciente violencia institucional frente a quienes se oponen a esos procesos de depredación y extranjerización de nuestros territorios.

El escenario internacional, no es mucho más alentador, los tenues avances alcanzados para mitigar las consecuencias del cambio climático, hoy boicoteados por la potencia hegemónica a nivel mundial, sólo preanuncian mayores depredaciones y una desvastadora decadencia civilizatoria.

Las reiteradas crisis financieras internacionales ya habían generado comités de crisis económica del mundo, alrededor del grupo de Ministros de Finanzas del G7, pero fue la crisis mundial del 2008, la que por su intensidad evidenció la urgencia de atender alguna forma de “gobernanza” del sistema financiero internacional. Esto es un eufemismo, de negociaciones más o menos informales entre potencias dominantes excluyendo al sistema multilateral, argumentando sus debilidades para resolver crisis por las vías institucionales tradicionales. Siempre criticadas por su lentitud, dificultades de acordar reglas y permanentes disensos.

Primero el G7, luego el G20 fueron intentos de negociar acuerdos para enfrentar tales emergencias, derivadas de las disputas intercapitalistas. Los cuestionamientos de países asiáticos y de otros emergentes al desempeño de los organismos internacionales, generó una ampliación de este espacio donde se incluyeron países emergentes (India, Brasil) e invitando a otros países.

El tema es que la mayoría de los países del mundo no integran el G20, este no tiene legitimidad. Sino que resulta un lobby de los países imperialistas para flexibilizar, domesticar y neutralizar el sistema multilateral.

La ampliación de participantes más que representar una instancia donde se pudieran reconocer las propuestas de los países emergentes fue una instancia para condicionar y obligar a las economías emergentes a adoptar las posiciones de los países dominantes a cambio de migajas.

Las alternativas de recomposición de algún ciclo virtuoso de desarrollo parecen inviables, ni siquiera bajo las formas dominantes elitistas. Los Ricos los poderosos, los opresores, nos han declarado una guerra, tienen un objetivo: someter y explotar a los pueblos y sus bienes comunes.

La potencia hegemónica en declinación, EE.UU., quiere recuperar su “patio trasero” latinoamericano, pretende no dejar espacios a proyectos autónomos de los pueblos.

Globalización financiera y expoliación de los pueblos

Hace pocos años en América Latina, derrotábamos al ALCA, parecía avanzar un proyecto de integración de la Patria Grande, predominaban gobiernos progresistas que impulsaron importantes mejoras en de distribución de ingresos y en las condiciones de vida de nuestros pueblos.

Hoy asistimos a restauraciones conservadoras, algunas por la vía golpista otras por la vía electoral, situación que merece una reflexión más profunda. Los ciclos de gobiernos progresistas de corte neodesarrollistas, no afectaron las bases de poder de los modelos extractivistas y del agronegocio. No basta con la apropiación de parte de la renta que generan estos sectores, precisamos cambiar el modelo depredador por otro del Buen Vivir.

Bien sabemos que frente a la actual ofensiva de políticas neoliberales, debemos encarar diversas formas de resistencia.

Las luchas de los movimientos populares, muestran un camino en creciente desarrollo. Ciertamente que estos procesos tienen avances y retrocesos, pero todas estas luchas aportan a lo que podríamos llamar un proyecto histórico post capitalista, a partir de la actual confrontación con el modelo dominante de depredación, emergen estas contraculturas que ya no sólo se expresan en formas defensivas sino que reflejan una amplia diversidad de construcciones comunitarias que exploran y avanzan hacia sociedades del Buen Vivir.

Construcción de nuevas institucionalidades y gestión por la paz

La posibilidad de pensar propuestas alternativas de un nuevo orden internacional para ir desafiando las diversas formas de dominación a las que nos somete la actual globalización capitalista, supone articular diversos desafíos donde se trate de compensar nuestra relativa debilidad con capacidad de iniciativa:

  • para neutralizar las tendencias de la concentración de la riqueza en pocas manos, el accionar de denuncia del endeudamiento externo y de los poderes asociados a dicho proceso.
  • para neutralizar las ofensivas militares y los intentos de incrementar el control social represivo de nuestros pueblos en nombre de alguna guerra total, profundizar nuestra comunicación alternativa, denuncia del incremento de los gastos militares y de todas las medidas represivas tendientes a controlar la sociedad civil.

Debemos definir el poder y representación que podríamos disputar dentro de los organismos internacionales encargados de negociar, supervisar y asegurar el cumplimiento de reglas y acuerdos, sobre diversos reclamos de nuestros pueblos, desarme, protección del medio ambiente, regulación del sistema financiero internacional, entre otros.

Sabemos las limitaciones que tienen las Naciones Unidas. Pero es de destacar, que existen espacios e instancias para poder intervenir mucho mejores que las propuestas por el G20.

Baste recordar, que en el 63º Período de Sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas su entonces presidente, el ex canciller Nicaragüense y sacerdote maryknoll Miguel D’Escoto, tomó una iniciativa audaz, convocó a una “Comisión de Expertos” presidida por Joseph Stiglitz, para encarar un análisis de la crisis financiera y presentar alternativas a la misma.

La Comisión recomendó un programa de reformas sistémicas, donde se enfatizaban las funciones multilaterales y estatales tendientes a adoptar un conjunto de medidas de regulación de las instituciones financieras internacionales, de los mercados financieros, de vigilancia de políticas económicas no sólo por problemas de inflación sino también de los niveles de desempleo y sistemas de protección social.

Se planteaban políticas para los Banco Centrales tendiente a garantizar la estabilidad macroeconómica dentro de marcos de crecimiento y de prevención y reducción de los riesgos sistémicos asociados a las corrientes de capital y tipos de cambio.

Se planteó entonces un consejo de coordinación económica mundial con un rango equivalente a la Asamblea General y al Consejo de Seguridad de la ONU, tendiente a reemplazar al G20. Esta instancia era por mucho más democrática que el G20. Obviamente, los países imperiales trataron de boicotear y cajonear estas propuestas.

El Observatorio de la Riqueza Padre Arrupe, ha planteado y nosotros apoyamos esta iniciativa, plantea retomar las propuestas de esta Comisión D´Escoto-Stiglitz , que ha sido hasta ahora la propuesta más consistente y democrática favorable a los pueblos, de encarar una reforma del sistema financiero internacionales y de diversas regulaciones económicas que fueron la mejor opción frente a las políticas neoliberales impulsadas por los países que integran el G20.

Esta es la propuesta que invitamos a sumarse organicemos una coalición de los pueblos para presentar una convención de regulación del sistema financiero internacional, en base a las propuestas presentadas por la comisión D Éscoto-Stiglitz y de todas aquellas iniciativas que podamos profundizar.

Es hora de tomar iniciativas, más allá de los gobiernos.

En este año donde conmemoramos aquella proclama de la imaginación al poder, que planteo la rebelión del Mayo francés, el llamado de los obispos latinoamericano en Medellín donde instaban a los cristianos a comprometerse con los pobres y oprimidos en la lucha por la liberación y de la proclama de la CGT de los Argentinos, debemos proclamar una vez más que “Solo el Pueblo, salva al Pueblo”. Está en nosotros asumir estos desafíos.