El miedo por un lado, la ignorancia por otro y la inconsciencia hacen de este mundo una incógnita sin precedentes.

Se habla de Pandemia? afectación de una enfermedad infecciosa del ser humano a lo largo de un área geográficamente extensa? o hablamos de Sindemia? Una nueva categoría que reúne lo social y lo biológico, que se desarrollan bajo inequidad sanitaria, causada por la pobreza, el estrés o la violencia estructural.

Me ha llamado la atención el reloj simbólico mantenido desde 1947 por la junta directiva del Boletín de Científicos Atómicos de la Universidad de Chicago, Estados Unidos “el Doomsday Clock” indicando que nos vamos acercando hacia un catástrofe global a causa del desarrollo no sustentable. Estamos a menos de dos minutos para la medianoche, pero esto parece no importar.

El árbol que tenemos delante de nuestros ojos, no nos permite ver el gran bosque que hay detrás.

Las publicaciones del Boletín de Científicos Atómicos son muy claras y van dirigidas a temas relacionados con la supervivencia y el desarrollo de la humanidad, frente a las amenazas de las armas nucleares, armas de destrucción masiva, el cambio climático, las tecnologías emergentes y enfermedades, pero lo peor de todo es la guerra de información cibernética.

El mundo ha cerrado sus puertas y nos encontramos encapsulados. Un gran cerebro único podría estar dirigiendo nuestras mentes, nuestros actos, en definitiva nuestra vida que ya no es nuestra sino que nos la han prestado. Ahora, a la población mundial nos toca pagar la hipoteca que durante todos estos años nos han concedido.

¿Pero, por qué ahora? ¿Quizás, por que el contador de este reloj mundial deba ser reseteado?

La gran amenaza es invisible, penetra por nuestros sentidos y nos hace sentir confusos, divididos y desconcertados, con cambios de criterios sin criterio, estamos rodeados de información incompleta, información engañosa, desinformación y, de hecho, demasiada información que ya nuestro cerebro no sabe canalizar.

Han cerrado el mundo y nosotros estamos dentro.