Frente a esa sensación de inviolabilidad que hoy proyectan las estructuras y mecanismos propios de la economía de mercado, existen movimientos que tratan de rescatar trozos de la esfera de lo económico haciendo las cosas de otra manera. Pero en este caso no estamos hablando de correcciones internas del propio sistema, sino de propuestas que intentan configurar la esfera económica (o al menos partes importantes de ella) desde la agregación de intereses individuales y organizacionales guiados por la vocación de actuar en la esfera pública tratando de superar las injusticias inherentes al sistema neoliberal. Para estos movimientos, ser “alternativo” consiste precisamente en esto.
Esta constatación, sólida en muchos lugares del mundo y que va ganando madurez y extensión en el estado español, no es en sí misma un argumento contra el escepticismo antes expresado, pero exige cuando menos una mirada atenta. Parece que no todo el mundo se cree lo que la “normalidad social” indica. Parece que hay quienes piensan que es necesario hacer las cosas de otro modo y que, siendo necesario, es además posible. Se rebelan contra la afirmación antes planteada de que los dogmas neoliberales sean algo que no se puede poner en cuestión. No aceptan su condición de verdades indiscutibles e indiscutidas, sino que plantean precisamente la necesidad (y la urgencia) de modificarlos, superarlos, transformarlos.
Estos intentos de regeneración de la esfera económica incluyen a una serie de organizaciones, movimientos sociales y redes que responden a las etiquetas habituales de entidades de la economía solidaria, empresas de inserción, entidades de cooperación al desarrollo, comercio justo, etc. y conforman un entramado de iniciativas que desarrollan actividades de contenido estrictamente económico (vender y comprar, contratar trabajadores, invertir, producir energía, cultivar la tierra,…) apoyándose en valores enterrados hace tiempo por la lógica neoliberal. Son organizaciones económicas que niegan que la maximización del beneficio económico sea un imperativo, que resaltan el valor de las personas más vulnerables como centro de sus estrategias de intervención, que defienden el respeto escrupuloso a los comportamientos ecológicamente sostenibles o que se relacionan entre ellas y crecen sobre la base de la participación, la cooperación y la creación de redes. Características, no lo olvidemos, todas ellas íntimamente relacionadas con los comportamientos económicos, pero que dibujan un mapa ciertamente alejado de lo que es el modo habitual de operar de la inmensa mayoría de las organizaciones económicas de nuestras sociedades.
Este entramado refleja un intento por parte de la sociedad civil organizada de rescatar lo económico de las garras del pensamiento único y encierra, más allá del valor propio de sus actuaciones concretas, una propuesta de articulación de dicha sociedad civil que es ya un valor en sí mismo, en la medida en que agrega intereses individuales (como lo hacen –y muy eficazmente- las estructuras económicas globalizadas) pero ahora proyectados en la esfera pública a favor de otros (personas y ecosistemas) más desfavorecidos. Esta búsqueda de la agregación es condición indispensable para el éxito de estos proyectos, al menos si entendemos el éxito como la capacidad sostenida en el tiempo de desarrollar una acción significativa de transformación que produzca cambios a escala macro. Pero es al mismo tiempo una de sus consecuencias más valiosas, en la medida en que va generando lo que se ha venido llamando “redes densas de capital social”, es decir, un entramado de ciudadanos y ciudadanas enredados en organizaciones que, a su vez, van generando redes con la característica fundamental de entender el interés propio (o la ciudadanía) como el deber de hacernos responsables de los efectos que, en la esfera pública, generan nuestros comportamientos y elecciones, y hacerse cargo, “encargarse” de que esos comportamientos se agreguen para reconstruir nuestras sociedades injustas.
Es importante resaltar que es el carácter “ascendente” de este tipo de propuestas lo que les confiere una gran potencialidad. Desde la creación de pequeñas islas locales de solidaridad, los comportamientos micro buscan la agregación hasta poder generar efectos a escala macroeconómica, reclamando para ello la responsabilización de la ciudadanía y de sus representantes, los poderes públicos. Desde lo micro a lo macro, estas redes densas de capital social, por su carácter descentrado (su propio interés remite a terceros –personas y ecosistemas- víctimas de la injusticia) y no-autosuficiente (desarrollan en cada nodo de la red actividades económicas especializadas reconociendo el valor de los otros actores y apoyándose en ellos) son un sustrato ideal para la configuración de un completo sistema económico nuevo.
Banca ética, ciudadana y cooperativa
El Proyecto Fiare nace para construir una herramienta de intermediación financiera que permita dirigir el ahorro de personas, familias y organizaciones hacia proyectos que suponen una transformación de nuestra sociedad. Queremos rescatar el valor social del dinero y de la actividad económica, poniéndolos al servicio de un mundo más justo, humano y sostenible.
Crédito al servicio de la justicia
Un valor principal de este proyecto es su vocación de transformación e inclusión social mediante el crédito. De aquí que los ámbitos prioritarios de trabajo sean la cooperación al desarrollo, la inserción social de personas en situación o riesgo de exclusión social, la sostenibilidad medioambiental o el cooperativismo.
Un proyecto en red
Las necesidades a las que pretendemos dar respuesta requieren mucho más que el apoyo mediante el crédito. De aquí la importancia del trabajo en red con los movimientos sociales del ámbito de la economía solidaria, el comercio justo, las empresas sociales i de inserción, la cooperación al desarrollo o la producción u el consumo ecológicos.
Ahorro responsable, participación y transparencia
Este proyecto requiere de la participación activa de personas y entidades que pongan sus ahorros al servicio de una propuesta bancaria alternativa. Un instrumento financiero en manos de la ciudadanía y al servicio de la ciudadanía, el que la transparencia y la participación son sus señas de identidad.
Carácter no lucrativo e interés común
Nuestro enfoque sobre la rentabilidad es alternativo al que convencionalmente se utiliza en el ámbito financiero y bancario. La viabilidad económica del proyecto y su sostenibilidad son una premisa pero la rentabilidad y el beneficio económico no son nuestro objetivo.
Hasta la fecha, el Proyecto Fiare reúne a más de mil personas y organizaciones y sigue invitando a todas aquellas personas y entidades que comparten nuestros objetivos a sumarse a este proceso ilusionante. Participar en el proyecto es sencillo y está al alcance de todos.
Más información: http://www.proyectofiare.com/default.aspx?tabid=61
Síguenos en las redes sociale
s:
No Comment