Juanelo Turriano, el relojero del emperador

Había nacido en Cremona (Lombardía, Italia) o en alguna aldea cercana, hacia 1500, su padre Gherardo Torresani explotaba dos molinos sobre el río Po. Juanelo hizo amistad con Giorgio Fondulo, físico, médico, matemático, astrólogo y filósofo, que ejerció una influencia fundamental en su formación. También con Girolamo Vida y el físico Girolamo Cardano. Entro como aprendiz en un taller de relojería donde aprendió el oficio, en esta época construir un reloj era una de las tecnologías más vanguardista ya que era considerado el instrumento científico de mayor complejidad del momento, su mecanismo se basaba en el movimiento del universo, para lo que había que tener conocimientos de matemáticas, astronomía, mecánica…

Tras arreglar en 1529 el reloj de Torrazzo de la ciudad de Cremona se trasladó a Milán en donde entra en contacto con el circulo de la corte del emperador Carlos V, a quien conoció en Worms, en 1545 a través de Alfonso de Ávalos gobernador de la ciudad, se le había requerido para arreglar “el Astrario” de Giovanni Dondi, un reloj astronómico que mostraba la hora, el calendario anual, el movimiento de los planetas, el Sol y la Luna construido en 1348. Turriano no solo se negó a arreglarlo sino que se ofreció a construir un reloj planetario superior al de Dondi, el César Carlos admirador entusiasta de dichos relojes acepto la propuesta, pero el desafío era tan grande que le preguntó a Ávalos si el italiano estaba loco y Ávalos amenazó de muerte a Turriano si fallaba y su reputación quedaba comprometida ante el emperador.

Turriano entregaba el reloj al emperador en 1551, este reproducía las ocho esferas planetarias conocidas, marcaba las horas solares y lunares y estaba decorado con los signos del zodíaco y otras estrellas, lo componían  mil ochocientas piezas y tres muelles, Carlos V quedo tan satisfecho que le encargo un segundo reloj asignándole una pensión anual de ciento cincuenta ducados. Tras entregar este segundo reloj en Bruselas siguió al emperador a su retiro de Yuste, tras su abdicación en su hijo Felipe II, fabricando autómatas y una silla con suspensión para aliviar los dolores de gota del emperador. Tras la muerte de Carlos V, fue reclamado por Felipe II que le nombro matemático mayor participando en la reforma del actual calendario que hizo el papa Gregorio XIII, Juan de Herrera le encargó las campanas del monasterio de El Escorial, pero su obra cumbre fue un artilugio hidráulico para subir el agua del río Tajo en Toledo hasta el alcázar, conocido como “Artificio de Toledo” o “Artificio de Juanelo”.

El sistema estaba formado por una gran estructura provista que cubetas que se iban llenando y vaciando de agua con la propia tracción y movimiento del curso del río, salvando los más de 90 metros en vertical que separan al río del Alcázar para desde ahí repartir el agua a toda la ciudad. Comenzó su construcción en 1565 terminándolo en 1569 y funciono tan bien que construyo un segundo entre 1575 y 1581. Una rueda hidráulica aprovechaba la corriente del río y movía una cadena de canjilones que elevaba el agua 14 metros hasta un primer deposito, a continuación se construyeron 24 torres de cazos, cada torre tenía una cubeta que recogía y elevaba el agua con los cazos hasta la torre posterior con un sistema muy ingenioso de tirantes y forzantes que convertían el movimiento circular de la rueda en rectilíneo, el resultado fue que el caudal de agua era de más de 18.000 litros al día, superior en un cincuenta por ciento al contrato firmado por Felipe II, la ciudad de Toledo y Juanelo Turriano, el ingenio funciono sin problemas hasta 1604, deteniéndose definitivamente en 1617, su restos terminaron volándose en 1868.

Juanelo tuvo que endeudarse para realizar este proyecto y aunque hay fuentes que dicen que ni la monarquía ni la ciudad le pago muriendo arruinado, no es cierto, existen cartas de Juanelo quejándose del mal pago de estos, pero se sabe que su hija y su nieto recibieron una pensión. Juanelo Turriano falleció en 1585 siendo enterrado en el desaparecido Convento del Carmen.

Jerónimo de Ayanz y Beaumont, el hombretón de mente privilegiada

Si el origen de Juanelo era humilde, Jerónimo nació en 1553 en el seno de una familia de la alta aristocracia navarra, en Guenduláin, hijo de Carlos de Ayanz y Catalina de Beaumont, su padre capitán de la guarnición de Pamplona, había luchado en San Quintín y se asentó en la corte como montero real, lo que seguramente facilitó la entrada de Jerónimo en la corte como paje de Felipe II, Jerónimo era el segundo hijo varón y al no heredar el señorío se le oriento hacia la carrera de las armas. Ser paje de la corte le dio la oportunidad de formarse y pronto destacaría en matemáticas, dentro de la cual se estudiaba aritmética y geometría pero también aprendió astronomía, náutica, ingeniería y arquitectura, siendo muy despierto para la música y el latín. Era un joven fuerte y corpulento, se dice que doblaba lanzas con el cuello y que atravesaba planchas de bronce con los dedos.

Sirvió en las campañas de La Goleta, Lombardía, Flandes y Portugal, una de sus hazañas más conocida fue en Flandes, cuando herido de gravedad en una pierna siguió luchando hasta deshacerse de sus enemigos antes de que sus compañeros pudieran socorrerle. Convaleciente regresa a Madrid en 1579 y al año siguiente a las órdenes de Sancho Dávila parte para Lisboa en la campaña portuguesa, punto culminante de su carrera al descubrir un complot para asesinar a Felipe II, evitando el atentado que un francés planeaba contra el rey. En 1582 embarca en la flota de don Álvaro de Bazán, participando en la batalla de la isla Tercera. Por todos estos servicios el rey lo nombra Caballero de la Orden Militar de Calatrava y el 7 de mayo de 1582 recibió la encomienda de Ballesteros de Calatrava, por último en 1589, junto a su hermano Francés, reúne tropas navarras y murcianas para acudir a La Coruña en apoyo de Juan Padilla, contra el ataque de Francis Drake y John Norris. Hay que decir que en 1587 había nombrado regidor perpetuo de Murcia, donde se había casado en 1584 con una dama murciana Blanca Dávalos Pagán y Aragón que falleció al poco tiempo, desposándose con su hermana pequeña Luisa. Posteriormente en 1595 fue nombrado gobernador de Martos (Jaén).

Nombrado administrador general de minas del reino en 1587, decidió conocer las explotaciones mineras del sur de España, llegando a rescatar  de los archivos antiguos mapas para localizar minas abandonadas y ver si podían volver a ser rentables, esta labor le llevo dos años y saco a la luz todo su ingenio. Creo un sifón capaz de drenar el agua de las minas, este sifón con intercambiador por el “principio de presión atmosférica”, hacía que el agua procedente del lavado del mineral proporcionara suficiente energía para elevar el agua acumulada en las galerías.

Pero su gran creación fue la máquina de vapor para renovar el aire viciado de las minas, Jerónimo en una de las inspecciones mineras estuvo a punto de morir debido a los gases tóxicos desprendidos. La máquina de vapor era conocida desde la antigua Grecia creada por Herón de Alejandría “la eolípila”, pero nunca tuvo una finalidad práctica. La máquina de Ayanz utilizaba eyectores de vapor en el que se introducía aire fresco en las galerías enfriando las tuberías con agua fría o nieve, creando una corriente de aire que ventilaba el fondo de la mina, Ayanz tenía una maquina similar en su gabinete que mezclado con esencia de rosas producía una agradable sensación de frescor a todas sus visitas, había inventado el aire acondicionado. Pero encontró una segunda aplicación empleando la fuerza del vapor para extraer el agua de las minas, esta nueva máquina consistía en una caldera que calentaba el agua acumulada de la mina y que se quería extraer, convirtiéndola en vapor de agua, la presión del vapor elevaba el agua al exterior en flujo continuo a través de una tubería. Esta aplicación científica es conocida como “principio de la termodinámica a un sistema abierto”, definido un siglo después por Thomas Savery sobre las ideas de Jerónimo de Ayanz.

Regresó a Madrid en 1599, donde propuso a la corte un sistema económico basado en la liberalización de las minas, rebajando los costes de explotación, organización del trabajo y creación de escuelas especializadas de minería, que no fue entendido por los responsables de la época, demasiado adelantado para su tiempo. Trasladada la corte a Valladolid en 1601, hizo la primera prueba de inmersión ante el rey Felipe III, en el río Pisuerga, había inventado un traje de buzo, el traje estaba confeccionado con cuero vuelto e impermeabilizado, tenía una máscara que a través de un tubo flexible suministraba aire fresco mediante un fuelle activado desde la superficie, mientras que por un segundo tubo salía el aire viciado permitiendo la comunicación con el exterior, con las válvulas internas de la máscara el  buzo podía coordinar su respiración. Tras una hora de inmersión a tres metros de profundidad el rey aburrido ordeno la salida del buzo.

Estos trajes de buceo fueron utilizados para extraer perlas en la isla Margarita (actual Venezuela) en 1605.

En 1608 deja su puesto de administrador general de las minas y en julio de ese mismo año estaba ocupado en la búsqueda de mineral de plata en una sierra próxima a El Escorial. Un año después fundó una compañía minera con el doctor Simón de Meneses, Dionis Lhermite, Pedro de Baeza y otros para volver a poner en marcha una mina de plata en Guadalcanal, provincia de Sevilla, inundada desde tiempos de Felipe II, en donde aplicó sus inventos, manteniéndose operativa hasta 1611, cuando al ser abandonado por sus socios y por trabas burocráticas tuvo que cerrar.

Su mente inquieta e imaginativa no paro de crear en diversos campos, inventando entre otras cosas una balanza de precisión “capaz de pesar la pata de una mosca”, un horno de gran eficiencia energética que aprovechaba el calor desprendido en la combustión, una bomba hidráulica para achicar el agua de los barcos, una máquina que destilaba el agua del mar proporcionando agua potable a los marineros, un precedente del submarino que llamo “barca submarina”, descubrió la mayor eficacia de las piedras de moler de forma cónica frente a las que se usaban hasta entonces de forma plana, los molinos de rodillos metálicos así como la innovación en los molinos de viento de la orientación automática y el molino con un tornillo helicoidal,  proyectó las presas de arco, de manera que las fuerzas internas de la estructura, consigan que los empujes de agua se transmitan a las orillas que debían ser de roca firme para aguantar el empuje, etc. Felipe III, en un documento fechado el 1 de septiembre de 1606, reconoció hasta 48 “privilegios de invención”, lo que hoy llamamos patentes. Pero además Ayanz, destacó en el mundo del arte como pintor siendo alabado por Francisco Pacheco suegro de Velázquez, pero también como músico y cantor, fue amigo de Lope de Vega que le dedico una de sus obras.

El 23 de marzo de 1613, falleció en Madrid a la edad de 60 años, siendo sus restos trasladados a Murcia en donde descansan en las capilla de la Catedral.

Diego Marín Aguilera,  el hombre que voló sobre los campos de Castilla

Originario de Coruña del Conde en la provincia de Burgos, había nacido en 1757, sus padres Narciso y Catalina eran humildes campesinos, seguramente sin educación o con una muy básica y sencilla, pronto se tuvo que hacer cargo de su familia a la muerte de su padre como el mayor de siete hermanos. Pero su inteligencia e ingenio pronto le hicieron destacar entre su comunidad, totalmente autodidacta resulto ser un mecánico genial, a los 14 años mejoro un molino en el río Arandilla, construyó una máquina para un batan y otra para aserrar mármol de las canteras de Espejón. Cuando salía a pastorear su rebaño, el tiempo libre lo utilizaba en observar el vuelo de las águilas y los buitres soñando con surcar el cielo como ellas, dispuesto a tal aventura construyo una tapia donde instalo una trampa para cazar dichas aves, cuando una caía en la trampa la sacrificaba y estudiaba la forma de su cuerpo, envergadura de sus alas, forma y posición de sus plumas, las pesaba y media estableciendo proporciones entre el peso del cuerpo y su longitud.

Para conseguir su propósito pidió ayuda al herrero del pueblo con el que durante seis años fue construyendo un ingenio volador, sobre un armazón de madera de unos 4 metros de longitud y uno de anchura sobresalían dos alas de dos varas cada una (la vara castellana o vara de Burgos, media 0,835905 m), con unas finas costillas de hierro que estaban recubiertas de plumas, colocadas en la misma forma y en la misma ala que habían correspondido en el ave y sujetas al armazón por alambres, disponía de una cola también cubierta de plumas timoneras (la función primaria de estas plumas es la de ayudar en la generación de empuje y sustentación, permitiendo de esta manera el vuelo), tanto las       alas como la cola, iban unidos al cuerpo mediante pernos y bisagras haciendo posible la movilidad de ambas a voluntad del piloto, un trozo de cuero rígido hacía las veces de asiento sobre un bastidor situado en el centro de gravedad y los pies se colocaban en una especie de estribos que permitían el movimiento de la cola dirigiendo el vuelo, por ultimo confeccionó un traje de plumas para él mismo.

La noche del 15 de mayo de 1793, subió al cerro más alto junto a las ruinas del castillo su aparato, ayudado de su amigo y confidente Joaquín Barbero una hermana de este. “Voy al Burgo de Osma y de allí a Soria, no volveré hasta pasados unos días, adiós”, dicho esto se lanzó al aire elevándose unas 5 o 6 varas (4.5 metros), recorriendo 431 varas castellanas (unos 360 metros), yendo a aterrizar pasado el río, Barbero y su hermana que lo habían seguido fueron a socorrerle y se encontraron sorprendidos a Diego discutiendo con el herrero que había seguido también la prueba y llego el primero al lugar del aterrizaje forzoso.

Marín discutía acaloradamente con el herrero ya que la causa del accidente fue la rotura de uno de los pernios de las articulaciones del ala que hizo imposible seguir sustentando en el aire él aparato. Ante el estrepito del accidente y la acalorada discusión, salió el resto del pueblo a ver qué pasaba, encontrando a Diego magullado y vestido con plumas junto a un artefacto que les pareció cosa del diablo, le tildaron de loco y destruyeron la maquina voladora. Seguramente Diego convaleciente del accidente pensó en volver a construir otro aparato, pero ante la cortedad de miras de sus paisanos y con la inquisición rondando ya que aprobaba la destrucción del mismo para evitar que Marín volviera a pretender otra vez la locura de volar poniendo en riesgo su vida, no lo volvió a intentar, dicen que abatido y frustrado falleció seis años después el 11 de octubre de 1799, a los 44 años, siendo enterrado en la iglesia parroquial.

Los tres personajes que hemos recordado hoy son singulares, a la constancia, tesón y profesionalidad de Juanelo Turriano hay que sumar el ingenio vivo y la capacidad creativa de Jerónimo Ayanz, pero sin olvidar el genio despierto y capacidad de observación de Diego Marín, destacando la inteligencia y creatividad en los tres, siendo grandes innovadores y aunque los dos primeros si fueron valorados en su momento, los tres fueron borrados de las páginas de la historia.

Vaya desde aquí mi reconocimiento a estos grandes hombres que con su concurso dieron un paso más en el avance de la humanidad.