Entiendo que lo de los tres botones, verde, rojo y amarillo, tiene que ser un verdadero lío  para alguno de nuestros políticos. He querido indagar y después de preguntar al personal de las Cortes, me aseguran que nunca los cambian de sitio, la posición es la misma.

También, previa consulta con los despachos de los distintos  grupos parlamentarios, he averiguado que si el portavoz del momento levanta un dedo no significa nada feo, solo que su grupo debe votar sí, es decir darle al botoncito verde; si por el contrario levanta dos, no es señal de victoria sino indicación de que voten no; si son tres los dedos  que se menean bajo la cúpula del hemiciclo, significa pulsar el amarillo, es decir, abstención.

Sin embargo, la dificultad suprema está en el voto telemático, allí también están las tres opciones y con los tres colores mencionados, pero no hay nadie para indicar la consigna. Queda así el diputado abandonado a su suerte, solo en casa y con pocos recursos. Pero el sistema informático lo ha previsto todo y después de que el padre de la patria emita el voto le pide refrendarlo, poniéndole más facilidad puesto que ya solo tiene dos opciones y dándole todo el tiempo para que decida.

Soy consciente de que, en ocasiones, las numerosas veces que tienen que repetir la operación puede llevar al cansancio o a la confusión de ideas, sobre todo cuando se trabaja sentado; pero si lo que está en juego tiene la importancia de un buen arreglo que ha puesto de acuerdo a patronal y sindicatos y que es progresista, todo el mundo tiene que estar atento; incluso aquellos que quieren boicotearlo. Paradigma de ese esmero es Luis Gestoso, diputado de VOX, que corrió a inmortalizar con su móvil, desde el gallinero, la efímera alegría en la creencia de que la reforma había sido rechazada y se le quedó cara de bobo.

Lo que vivimos el jueves tiene muchos componentes de una buena tragicomedia. Enigmático desarrollo, suspense constante, perjuros y traidores; la inesperada sorpresa final de Sergio Sayas y Carlos García Adanero y  el apoteósico desenlace de Alberto Casero.

No me pregunten si son peores dos traidores o un tonto, como ciudadano estoy tan contento que les doy las gracias a los tres por su actuación. Me refiero a los botones, no a esos diputados.