Entre el sur del Lago de Maracaibo y los Andes Merideños, en Venezuela, se extiende una enorme llanura, ayer absolutamente selvática, hoy solo la cubren pastizales destinados a la cría de ganado vacuno o enormes siembras de plátanos (banano, cambur). Ayer, sobre aquellos gigantes representantes del bosque tenían sus nidos los gavilanes Cari-Care, hoy estos se apiñan sobre los pocos árboles dejados en pie. Riegan, los dueños de esas fincas agrarias, sus pastizales o platanales, para mantenerlos en condiciones de producción optimas, con herbicidas, insecticidas, fungicidas, mas estas sustancias también matan a los sapos, las serpientes, las ranas, las lagartijas, los caracoles, las gallináceas silvestres, el alimento natural de los Cari-Cares, debido pues, a la brutal agresión contra su hábitat comenzaron estos hermosos falcónidos a emigrar hacia las tierras altas de los Andes Merideños en busca de rehacer su espacio vital. Yo soy testigo de ello: Durante mis caminatas matinales por los alrededores de la ciudad de Mérida los veo llegar en escasas bandadas, macilentos, se posan en donde pueden para aliviar su cansancio, se les observa agotados, de mirada triste, medio desplumados. No resulta corto el trayecto para lograr su futura sobre vivencia: desde El Vigía, capital administrativa de las tierras planas, calidas, del Sur del Lago de Maracaibo, subir hasta Mérida –la urbe- en un automóvil confortable, a una velocidad promedio de 70/90 kph se tarda hora y media su recorrido, ¿cuánto tiempo y energía requiere un gavilán para cruzar el mismo espacio?…
Los campesinos de esta parte alta del estado Mérida laboran la tierra con mejor sentido ecológico. Conservan en lo posible la flora nativa, sus cultivos se orientan en lo fundamental hacia las hortalizas, tubérculos (sobre todo la papa), la poca ganadería reclama necesariamente los procedimientos llamados intensivos: mayor cuidado tecnológico para un mejor aprovechamiento de los pocos espacios. Acá, con todos los contratiempos de la difícil contemporaneidad, el salivan Cari-Care podrá volver a soñar mientras remonta los aires en busca de la casa, a creer de nuevo en la naturaleza, en su verdor sin trampas, sin la muerte oculta, invisible de los plaguicidas.
GAVILAN
Va en paz con su destino el gavilán.
Veloz gallardete del estío
cruza el azul matutino en un festín de libertad.
No necesita la razón para su vida hermosa.
La verde-parda tierra, los sembradíos, los cerros,
alfombra del univoco juego del pequeño cazador imbatible.
No hay escogencias sino poesía del goce su destino,
uno mismo y ser en la gratitud del arco iris,
la única oportunidad.
Gualda garra grito gemido gesta.
Pura fuerza pura.
Puro valor puro.
Pura mirada pura.
Lubio Cardozo, ecopoeta y escritor venezolano.
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