La depresión puede ser amorosa, emocional, económica y de otras índoles y ser terreno propicio para otras problemáticas, tanto físicas como emocionales. Es un término general, usado en diferentes acepciones, como depresión de un terreno de tierra, una baja de la bolsa comercial, y otras acepciones, es decir se usa para describir y adjetivar. Por otra parte, los afectos- en general en los depresivos- son también causas directas de enfermedades tanto del sistema nervioso- muchas veces con alteraciones anatómicas demostrables-como también de otros órganos, debiendo aceptarse en tales casos la preexistencia de una propensión a dicha enfermedad, hasta ese momento inactiva.
A la vez, estados patológicos ya establecidos pueden ser profundamente influidos por afectos tumultuosos, en general en el sentido de un empeoramiento, pero tampoco faltan ejemplos de que un gran susto, una repentina aflicción, por una curiosa revulsión que afecta todo el organismo, o la salida de la depresión puede que influya favorablemente sobre una enfermedad crónica, o aun la hayan curado por completo.
Por fin, no cabe duda de que la duración de la vida, puede ser considerablemente abreviada por afectos depresivos, y que un susto violento, una injuria u ofensa candente son susceptibles de poner repentino fin a la existencia; por extraño que parezca, esta última repercusión puede verse también en ocasiones a consecuencias de una gran e inesperada alegría.
Los afectos en sentido estricto, se caracterizan por una muy particular vinculación con los procesos corporales, pero en realidad todos los estados anímicos, incluso aquellos que solemos considerar “procesos intelectivos”, también son en su mayoría, en cierto modo, “afectivos”, y a ninguno le falta la expresión somática y la capacidad de alterar procesos corporales.
Hasta en el pensamiento más reposado por medio de “representaciones”, se descargan continuamente, de acuerdo con el contenido de tales representaciones, estímulos hacia los músculos lisos y estriados, que se pueden revelar por medio de una intensificación y que permiten explicar numerosos fenómenos muy notables, “pretendidamente” inexplicables.
Así se explica, entre otros fenómenos, la denominada “adivinación del pensamiento”, por los pequeños movimientos involuntarios que realiza el “el médium” durante la experiencia, consistente, por ejemplo, en dejarse guiar por él hacia un objeto reprimido. Todo este fenómeno merece más bien el calificativo de “revelación del pensamiento”.
Los procesos de la voluntad y de la atención son asimismo susceptibles de influir profundamente sobre los procesos corporales y desempeñar un papel importante como estimulantes o inhibidores de enfermedades orgánicas. Un famoso médico inglés ha dicho de sí mismo que consigue provocar las más diversas sensaciones y dolores en cualquier parte de su cuerpo a la cual dirija su atención y la mayoría de los humanos parecen tener semejante capacidad, sin saberlo.
Al considerar los dolores, que por lo común se incluyen entre las manifestaciones somáticas, siempre debe tenerse en cuenta su estrecha dependencia de las condiciones psíquicas.
Los profanos, que tienden a englobar tales influencias psíquicas bajo la denominación de “imaginación”, suelen tener poco respeto a los “dolores imaginarios”, en contraste con los provocados por heridas, enfermedad o inflamación. Sin embargo, tal actitud es flagrantemente injusta: cualquiera que sea la causa del dolor, aunque se trate de la supuesta imaginación inconsciente, los dolores mismos no por ello son menos reales y menos violentos.
Tal como los dolores pueden ser provocados o exacerbados dirigiendo la atención sobre ellos, también desaparecen al apartarse de ésta. Dicha experiencia se aplica comúnmente para calmar a un niño dolorido; incluso el guerrero adulto no suele sentir el dolor de sus heridas en el febril ardor del combate; es probable que el mártir, en la exaltación de sus sentimientos religiosos, en la sumisión de sus pensamientos hacia la recompensa celestial que le espera, se torne totalmente insensible al dolor de su tormento.
No es sencillo abonar por medio de ejemplos, la influencia de ejemplos de la voluntad sobre procesos mórbidos orgánicos, pero es muy posible que el propósito de sanar o la voluntad de morir no carezcan de importancia para el desenlace de algunas enfermedades, aún graves de dudoso orígen.
Jaime Kozak es miembro de la Academia Norteamericana de Literatura Moderna Internacional.
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