Los motivos de dicho enfrentamiento se deben al deseo por parte del presidente del gobierno español general O`Donnell, líder del partido Unión Liberal de realzar el poder militar de España en el contexto internacional. Leopoldo O`Donnell aspiraba a resurgir el Imperio español en territorio latinoamericano pensando, al igual que su sucesor en el cargo, el conservador Narváez, en el potencial militar y económico español cegados por una prensa española belicista.
Unos años antes de este conflicto Hispano-sudamericano, España había intervenido, junto con el ejército francés, en la Conchinchina y, poco tiempo después en México y, en solitario, en la República Dominicana. Este sería el último acto internacional de intentar conseguir cierto prestigio en la decadente monarquía de la reina Isabel II antes de ser expulsada del trono de España y obligada a exiliarse en Francia hasta su muerte apenas dos años después de ocurridos estos acontecimientos bélicos entre España contra Perú y Chile, estos últimos con el respaldo explícito de Ecuador y Bolivia. A pesar de la petición expresa de los países latinoamericanos para que Estados Unidos intervengan a su favor en contra de España, Norteamérica se mantendrá neutral a lo largo de este casi año de conflicto naval.
El motivo desencadenante del conflicto bélico (meras escusas para intervenir) serían, por una parte, el que Perú no había efectuado el pago de la deuda que tenía contraída con España y el desvío de las recaudaciones provenientes del guano peruano a España. También existían otros motivos como fueron las heridas aún abiertas que habían dejado las guerras de la independencia, la inexistencia de relaciones diplomáticas formales entre Perú y España pues nuestro país todavía no había reconocido la independencia de Perú.
Una reyerta producida entre peruanos y españoles en la Hacienda de Talambo, situada al norte del Perú en la que morirán varios trabajadores vascos, provocará un conflicto diplomático serio entre Perú y España. Según Basadre: “El poder judicial peruano recibió la acusación de ser hostil a los españoles, el Poder Ejecutivo la de influir sobre él y la opinión pública peruana de simpatizar con el grupo de asesinos cuyas víctimas eran honestos trabajadores del campo, leales súbditos de su reina Isabel II”.
Como consecuencia de ese incidente las islas de Chincha, fuente principal de las recaudaciones fiscales peruanas fueron ocupadas, en cuestión de pocas semanas, el 14 de abril de 1864, por marinos españoles estableciendo una base de operaciones e izando en lo alto de un mástil la bandera roja y gualda.
En ese momento, la escuadra española estaba compuesta por dos fragatas Revolución y Triunfo, una corbeta Vencedora y una goleta Covadonga (que sería capturada por la flota peruana durante el conflicto). Meses más tarde se sumarían las fragatas Blanca, Berenguela y Villa de Madrid, además del transporte Marqués de la Victoria y seis buques auxiliares. Por último se sumaría a la escuadra española la fragata blindada Numancia. Por su parte Chile contaba con la corbeta Esmeralda, el transporte Maipú y el Independencia junto con el vapor Maule y Perú disponía para el conflicto naval de la fragatas Amazonas y la Apurimac, las corbetas América y Unión y el vapor Tumbes. El total de cañones que disponían las armadas chilena y peruana era de 108 frente a los 208 cañones de la armada española.

Fragata Numancia
Esta superioridad de España tanto en barcos como en potencial de fuego hizo que durante más de un año estuviesen bloqueados, para el comercio internacional, varios puertos marítimos algunos tan importantes como el Callao, en Perú y el de Valparaíso, en Chile, provocando cuantiosas pérdidas económicas para ambos países latinoamericanos.
Ante esta situación el presidente peruano Juan Antonio Pezet determinó que no podía batirse con la potente escuadra española y en enero de 1865 firmó el Tratado Vivanco-Pareja por el que Perú se comprometía a pagar al Reino de España 3 millones de pesos como compensación. Apenas un mes después de la firma de dicho Tratado, el 28 de febrero de 1865, se sublevó el coronel Prado contra el presidente de la república peruana Pezet que será derrotado y obligado a exiliarse en Inglaterra.
Lo primero que hace el coronel Prado es no reconocer el tratado firmado entre España y Perú (tan solo hacía un mes), iniciando el conflicto naval con la ayuda de Chile y, en menor medida, con la ayuda de Ecuador y Bolivia.
La armada española va a incendiar los buques mercantes chilenos y peruanos para, de este modo, eliminar el comercio de estos países estrangulando así su economía y haciendo que no fuese necesario continuar con el bloqueo de los puertos marítimos.
El 24 de marzo de 1860, la escuadra española se situó a pocas millas del puerto de Valparaíso para exigir la entrega de la goleta Covadonga que había sido capturada por la escuadra peruana-chilena o de lo contrario se produciría el bombardeo de la ciudad. Al no ser aceptado el ultimátum, se abrió fuego contra el puerto chileno, causando grandes destrozos en las instalaciones portuarias y edificios de la administración pero escasas víctimas humanas pues se había dado cuatro días de plazo para evacuar al personal civil. Los juicios de la opinión pública internacional fueron principalmente desfavorables contra España por el carácter abusivo del bombardeo, pero también porque dañó cuantiosamente los intereses de muchos empresarios extranjeros que tenían sus productos en los almacenes fiscales de Valparaíso. Si bien en principio, el juicio pudo ser ponderado, finalmente sancionó a España por la escasa ética de su acción y porque infligió daños a personas inocentes.

Bombardeo de Valparaiso. Fuente: memoriachilena.gob.cl
Acto seguido la flota española también bombardea el puerto peruano del Callao considerado como el más seguro de toda Latinoamérica por sus enormes murallas y el gran número de cañones que disponía para su defensa. De este enfrentamiento resultaron dañados los buques de guerra españoles Villa de Madrid, Berenguela y Almansa siendo hundida la fragata Triunfo y herido el jefe de la flota española Méndez Núñez. Por su parte todas las baterías del puerto del Callao fueron destruidas excepto tres cañones.
Tras concluir este bombardeo, la fragata blindada Numancia puso rumbo a Filipinas y, desde allí, de nuevo a España, siendo la primera fragata blindada en dar la vuelta al mundo lo que no dejaba de ser un prestigio y un logro a nivel internacional para la “decadente” España. Los demás buques de guerra regresan también a España empleando diversas travesías. Los marinos españoles muertos en este conflicto se calcula que fueron unos 43 y 83 los heridos. Por parte de los peruanos que defendían el Callao la cifra de muertos se calcula en unos 200.
Las noticias de Callao, del 9 de mayo, dan los detalles siguientes sobre el bombardeo de esta plaza, según informa un periódico francés:
“El 2 de mayo la escuadra española atacó Callao y sus formidables baterías armadas con 90 cañones, entre ellos [tipo] Armstrong. En el momento en que el bombardeo cesaba con el día, solamente tres cañones peruanos continuaban su fuego. Todas las baterías blindadas habían sido puestas fuera de combate. La escuadra victoriosa cesó entonces el fuego al grito de ¡Viva la reina!”.
La Presse, a 14 de junio de 1866.
Las consecuencias económicas y políticas debido a este conflicto naval fueron desastrosas para Perú y Chile. Por un lado, el enorme gasto en armamento que ambos países tuvieron que realizar, desangró a ambos países. El gobierno peruano pidió al legislativo la autorización para pedir un empréstito en Londres por un valor de 12 millones de pesos para comprar dos buques de guerra en Inglaterra y aumentar el contingente del ejército a 20.000 hombres. Además, ni Perú ni Chile disponían de barcos mercantes para el restablecimiento de las relaciones comerciales por mar con otros países. En el caso de Chile el bombardeo por parte de buques españoles del puerto de Valparaíso provocó el hundimiento de la flota mercante. Además, Perú, tuvo que enfrentarse al golpe militar del coronel Prado deponiendo al presidente de la república peruana Pezet y, posteriormente, se enfrascaron en una guerra civil. Poco tiempo después se iniciaría una guerra entre Perú y Chile por cuestiones territoriales.
A España tampoco le fueron mejor las cosas pues los varios años de expediciones navales a lo largo y ancho del océano Pacífico (desde Filipinas, Conchinchina, Palao, Samoa, Santo Domingo y costas peruanas y chilenas) no le supusieron ningún tipo de conquista territorial y sí un sustancial aumento en los gastos del Ministerio de Defensa para pagar el combustible necesario (carbón), alimentos para la tripulación y compra de material militar así como adquisición de nuevos barcos de guerra. Apenas dos años después de finalizada la denominada Guerra Hispano-sudamericana, la reina Isabel II tuvo que abandonar España debido a la Revolución de Setiembre de 1868 denominada “La Gloriosa”, exiliándose en Francia hasta su muerte en 1904.
La firma del Tratado de paz entre España y las potencias latinoamericanas implicadas en este conflicto naval se producirá por separado una o dos décadas más tarde. Así, el Tratado de paz firmado en París entre España y Perú se formalizará el 14 de agosto de 1879, con Bolivía el 21 de agosto del mismo año, el 12 de junio de 1883 con Chile y el 28 de enero de 1885 con Ecuador.
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