En primer lugar señalar que nuestro idioma, el español, no tiene nada que envidiar de cualquier otra lengua, incluyendo el inglés. Si los ingleses tuvieron a su Shakespeare o Lord Bayron, nosotros hemos tenido a nuestro Miguel de Cervantes o a Francisco de Quevedo, en España, y en latinoamérica, más recientemente, a Rubén Darío, Pablo Neruda, García Márquez, Vargas Llosa o Borges.

Nuestra lengua, el español, está viva, mal que les pese a algunos y a pesar de las trabas burocráticas y económicas que la intentan frenar por todos los medios tanto dentro de nuestro país (intentando arrinconar y relegar la lengua castellana incluso en los planes de estudio) como en algunas países extranjeros (que promocionan otros idiomas sin dar alternativa al estudio del español). Es evidente que se apoya mucho más al idioma inglés, incluso en España, que al español.

Pero, como decía, a pesar de todo, nuestro idioma sigue vivo y en constante crecimiento. Si a finales del siglo pasado lo hablaban unos 300 millones en todo el mundo, hoy en día son más de 500 millones los que hablamos la lengua de Cervantes. Los hablantes del español han aumentado un 30% en la última década en todo el mundo. Además, los estudiantes extranjeros (a pesar de las dificultades y trabas para poder estudiarla) eligieron nuestro idioma un 60% más que en la década precedente.

Este crecimiento del español en el mundo se constata, según las estadísticas, al ser el segundo idioma más hablando después del chino (el español lo hablan un 7,5% de la población mundial) y en Estados Unidos (a pesar de la oposición frontal de la administración Trump), se calcula que, para el 2060, el 28% de norteamericanos serán hispanohablantes, es decir, el segundo país con mayor número de personas, después de México, que hable nuestro rico idioma castellano en toda América.

A parte de las trabas que se están poniendo en los últimos meses al español en nuestro propio país, hecho insólito en el mundo, hay en este momento dos países que tenían como lengua oficial el español y ahora ya no lo tienen y el número de personas que lo hablan está descendiendo drásticamente. Me refiero a las islas de Filipinas y a Guinea Ecuatorial.

En las islas filipinas, hasta finales del siglo pasado, el español era la lengua oficial junto con el Tagalo (lengua nativa). Hoy en día la lengua oficial es el inglés y lo hablan más del 90% de la población mientras que el español ha quedado relegado hasta casi desaparecer (de los 107 millones de filipinos solo unos dos millones hablan el español).

Algo similar, aunque no tan alarmante, sucede en Guinea Ecuatorial. En este país el español era oficial hasta finales del siglo pasado en el que el gobierno guineano incorporó también el francés (1998) y el portugués (2007) como lenguas oficiales junto con el español por motivos políticos y económicos y la dejadez de los gobiernos españoles. No obstante, el 87% de la población guineana habla, hoy en día, bastante bien el español y existe la Academia Ecuatoriana de la Lengua Española para evitar el deterioro del español en este país africano. También el inglés empieza a tener su presencia en Guinea Ecuatorial vinculado a las compañías petroleras que se están asentando en dicho país por lo que no se descarta, durante los próximo años y décadas, una disminución del castellano en favor del francés y del inglés.

Por último, he de decir que tenemos que cuidar, yo incluso diría que mimar, nuestro idioma, empleándolo con la mayor corrección posible, evitando recortar palabras o frases, evitando vulgarismos que puedan distorsionar nuestro buen hablar o escribir en español.

Nuestro idioma está vivo, tiene más de mil años de existencia y a pesar de su constante evolución y altibajos sigue en constante crecimiento en muchos países del mundo, cuidémoslo para que, al menos, se mantenga con toda su pureza y riqueza durante otros mil años más.