Y aunque se haya descubierto una puerta, en sentido literal, en el planeta Marte, seguimos siendo un poco ingenuos y primitivos en relación a las condiciones climáticas que nos acosan; y los grandes políticos y grandes empresas siguen dudando de las amenazas del cambio climático y la amenaza que supone para la vida en nuestro planeta, que no es el centro del universo en absoluto, aunque algunos crean que su país es el centro del mundo actual, pero no lo es del universo. Nada es inmortal, aunque se gane o pierda una guerra.

Simplemente voy a citar un ejemplo.
Hay una situación, en cierto modo, dramática y literaria en una casa azotada por una tormenta. Por ejemplo, la casa de Malicroix, citada por Henri Bosco, que se llama: La Redouse. Está construida en una isla de la Camargue, no lejos del río que murmura. Es humilde, parece débil.

El escritor prepara la tempestad a través de largas páginas. Una meteorología poética va a las fuentes de donde nacerán el movimiento y el ruido. Con mucho arte aborda primero el escritor lo absoluto del silencio, la inmensidad de los espacios del silencio, cuando escribe: “Nada sugiere como el silencio, el sentimiento de los espacios ilimitados. Yo entraba en esos espacios. Los ruidos colorean la extensión y le dan una especie de cuerpo sonoro. Su ausencia la deja toda pura y es la sensación de lo vasto, de lo profundo, de lo ilimitado, que se apodera de nosotros en el silencio. Me invadió y fui, durante unos minutos confundido con esta grandeza de la paz nocturna. Se imponía como un ser. La paz tenía un cuerpo. Prendido en la noche, hecho de la noche. Un cuerpo real, un cuerpo inmóvil.”

En este gran poema en prosa vienen entonces páginas que tienen el mismo progreso de rumores y temores que ciertas estrofas de Víctor Hugo. Pero aquí el escritor, se toma tiempo para manifestar el estrechamiento del espacio en el centro del cual vivirá la casa como un corazón angustiado. Una especie de angustia cósmica preludia la tempestad. Después, todas las gargantas del viento se distienden. Y rápidamente todos los animales del huracán emiten su voz.

¡Que bestiario del viento podríamos establecer si dispusiéramos de espacio, no sólo de las páginas que invocamos sino en toda la obra de Henri Bosco, analizando la dinámica de las tempestades!

Jaime Kozak