Cada año la Navidad conmemora el Nacimiento de Cristo que tuvo lugar en Belén, un pueblo de Palestina. De hecho se podría decir que mientras la Iglesia de Oriente adopto el 6 de enero como fecha de la Natividad, en el occidente de Europa se empieza a adoptar la fecha del 25 de diciembre. En los primeros tiempos, la fiesta del Sol todavía tenía más arraigo popular que la conmemoración de la Natividad. No es extraño que San Agustín, en sus Sermones, suplicara a sus contemporáneos que no reverenciaran el 25 de diciembre como día únicamente consagrado al Sol, sino también en honor a Jesús. En la actualidad las cosas no han variado, sigue siendo para muchos motivo de compras, convivios, viajes etc., aunque es indiscutible que tiene un significado mayor para los cristianos, ya sean católicos, protestantes u ortodoxos; quienes son los que creen que el Niño que nace en Belén, seguirá siendo la persona más extraordinaria en la historia, el que cambió nuestro mundo con un sacrificio real, la mezcla de Dios con la humanidad. Alguien que supo dar, que se acercó a todos, que fue humilde y transcendental. Alguien que nos dejó esta época para volver a empezar de nuevo intentando ser mejores, alguien que siempre estará presente como el hijo de Dios o como hombre, según sea nuestra creencia o filosofía.

La tradición nos indica que al escuchar la palabra Navidad, evocamos el Nacimiento de un Niño que viene al mundo a salvarnos, y que estamos llamados a una unión fraternal entre nosotros, especialmente en las familias, y sobre todo a vivir actos de caridad con los más desfavorecidos no solamente en esta memorable fecha sino que también forme parte de nuestro diario vivir en toda nuestra existencia, y que definitivamente no tiene nada que ver con el bombardeo consumista al que nos someten los medios de comunicación en esta celebración en dónde lo que tendría que predominar es el Amor, la Generosidad y la Alegría.

Pero lo mas triste y decepcionante del caso es que tanto su nacimiento como su sacrificio, históricamente ha sido manipulado tanto por los lideres religiosos como por los lideres políticos. Es por eso que las relaciones entre lo religioso y lo político han marcado profundamente la historia de los pueblos con profundas creencias religiosas. Para bien y para mal, las estructuras políticas y de la religión siempre han interactuado. Los sistemas religiosos, nunca se han dado por satisfechos con la mera dirección de la “vida espiritual” de sus fieles, sino que también anhelan dominar la vida pública y política mediante legislaciones y normativas acordes con sus intereses particulares y grupales (Gálatas 5:9, Lucas 12:1). Esto a llevado a las Iglesias a una situación calamitosa, al convertir la seriedad del pulpito cristiano en un circo de payasos y actores, que con palabras fingidas (2 Pedro 2:3) seducen el alma de los incautos, ofreciéndole un evangelio de fantasía y mentiras (2 Pedro 2:18), en donde la gente es atraída no por la verdad del evangelio, que los deba llevar al arrepentimiento y los confronte con el pecado, y no a un espectáculo artístico de las estrellas del evangelio, en donde les entretienen y anestesian su conciencia frente al pecado y la realidad social y profética de los últimos tiempos.

El corazón de un verdadero cristiano desfallece al ver la miseria y el dolor del mundo. Así mismo indignante contemplar a esos ministros lustrosos (Jeremías 5:28) que viven como magnates, reyes y empresarios, en medio de una crisis material que abate con hambre a muchos humildes cristianos. De ver el surgimiento de edificios majestuosos en medio de la miseria de los países del tercer mundo. De pastores con sueldos y nivel de vida desproporcional en medio de una sociedad empobrecida y decadente (Hechos 3:6). Siento una tristeza profunda al ver a hombres de Dios, que proclaman la verdad del evangelio y viven en miseria, persecución y extrema pobreza, marginados por los super pastores, que en algunos casos dejan empequeñecido al Vaticano, porque al fin y al cabo, las riquezas adquirida por el Papa, al morir, le pertenecen a la Iglesia y a su sucesor, pero estos “papas evangélicos” llamado apóstoles, le heredan su riqueza a su familia, y a veces venden los templos con ovejas y todo al mejor postor, lo que convierte el evangelio en un negocio vergonzoso. (2 Tesalonicenses 2:3).

Por su parte está también lo político, siempre actualizado por mediación de políticas concretas, nunca se da por satisfecha la simple administración de la “cosa pública”, sino que, de una manera u otra, siempre quiere incidir e influir “religiosamente” o mejor dicho sobre la conciencia de los individuos para administrarla, dominarla y utilizarla a su conveniencia.

Lo lamentable es que las personas de fe se han dejado manipular ciegamente, dejando a un lado las enseñanzas que se nos transmitieran en ese Belén al escuchar la palabra Navidad, (Miqueas 3:1 al 12), y que evocamos el Nacimiento de un Niño que viene al mundo a salvarnos de las manipulaciones con enseñanzas falsas, y a explicarnos como imitarlo a fin de conservar el derecho a la vida. (Mateo 7 :15:15)

Por eso cuando llega Navidad siempre habrán quienes se alegrarán y quienes mirarán con recelo esta época que tantos calificativos provoca, y tantas contradicciones. Pero que al final siempre nos ofrece una nueva oportunidad, y vuelve cada año para recordarnos también que si este año no conseguimos mejorar nuestra calidad humana, el próximo año volverá para darnos una nueva oportunidad, y así seguirá todos los años de nuestra existencia. Si en alguno de ellos no cambiáramos a mejor, no será porque nos hayan faltado oportunidades de comenzar de nuevo. Y por mucho que se intente, el espíritu de la Navidad no cambiará. Por mucho consumismo, por muchos sentimientos y mensajes falsos que escuchemos, y por mucho que en unos días otra vez regresemos de nuevo al mundo real, triste, cruel e injusto para millones, la Navidad conmemora el nacimiento de alguien especial. Alguien que nos dejó esta época para volver a empezar de nuevo intentando ser mejores dejando a un lado nuestra vanidad, nuestras ambiciones, egoísmo e indiferencia.

Pero ante todo dándole oportunidad a esos que nos gobiernan y que desprecian la justicia y que tuercen mañosamente la ley, y hacen que los pueblos se edifiquen sobre sangre, crímenes y la eterna pobreza, en esos pueblos donde los jueces se dejan comprar para dar o no una sentencia para proteger a los corruptos y criminales, y sin dejar atrás a nuestros legisladores que llegaron al colmo de modificar los decretos para proteger a integrantes de partidos políticos y al mismo Presidente, y de paso beneficiar y poner en libertad a miles de criminales, ignorando por completo al pueblo guatemalteco que los eligió, ya que su función es hacer, reformar y derogar las leyes que favorezcan al desarrollo integral del país, así como, procurar el bienestar común entre los habitantes.

Por último, una vez mas me permito dejarles mis mejores deseos para esta Navidad y el Nuevo Año que se aproxima, y motivarlos a que como objetivo podamos valorar y disfrutar de lo que tenemos, a tratar de ser felices en armonía al lado de las personas que amamos, de llevar por dentro a los que partieron y tener presentes a los que están lejos, y aunque nos sea inconveniente, tratemos de no esquivar la mirada ante la realidad que nos rodea, y que al brindar y levantar nuestra copa sea por la vida, pues vale la pena vivirla y hacer nuestro mejor esfuerzo para seguir adelante.