Lo cierto es que, según en qué contexto, ejercer el periodismo puede salir muy caro: en la última década, ha costado la vida a cerca de 800 informadores. Pero sólo un 7% de esos casos han sido castigados, según datos facilitados por Naciones Unidas.

Ya sea por medio de la censura, la encarcelación, la tortura o, incluso, la ejecución, muchos de los integrantes de esta lista llevan pisoteando la libertad de prensa desde hace años –algunos, décadas–, informan desde la organización, y reclaman a la ONU la designación de un representante especial para «proteger mejor a los periodistas».

Reporteros Sin Fronteras ha querido resaltar los nombres y apellidos de los «Depredadores de la Libertad de Prensa» para denunciar la impunidad en la que permanecen sus crímenes. Así, ha seleccionado treinta y cinco manos negras, desde Jefes de Estado a políticos, líderes religiosos, milicias y organizaciones criminales. Una oscura galería de retratos que dan cuenta, a su vez, del pésimo estado de la libertad de prensa en sus respectivos países.

La organización ha elaborado una ficha de cada uno de estos individuos en la que se describen sus principales técnicas de ataque, sus brazos armados, sus blancos preferidos, su discurso oficial –generalmente entre las amenazas y la negación– y sus trofeos de caza.

De Singapur a Tailandia, pasando por Cuba, Eritrea, Burundi, la República Democrática del Congo y Sudán del Sur, casi todos los integrantes de esta lista criminal son jefes de Estado o de Gobierno, en su mayoría africanos, aunque destaca igualmente la presencia de líderes de Oriente Próximo y de Asia.

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, quien controla ahora los principales grupos de prensa del país, ha destacado este año por la purga que emprendió tras el fallido golpe de Estado de julio de 2016: aprovechó la coyuntura para detener a más de 200 periodistas y cerrar más de 100 medios (diarios, revistas, televisiones y radios).

Otro «amante de las redadas masivas y de las detenciones arbitrarias» es el presidente de Egipto, Abdel Fatah al Sisi, que ascendió al poder en 2014, tras el golpe de Estado militar del 3 de julio de 2013. El régimen persigue cualquiera que tenga relación, estrecha o lejana, con los Hermanos Musulmanes.

En Asia, destaca el líder norcoreano, Kim Jong Un. «Solo existe una manera de ser periodista en Corea del Norte: hacer propaganda», denuncia RSF. Los medios de comunicación extranjeros están prohibidos y nadie tiene acceso a Internet. «Por cometer una falta de ortografía en el nombre de Kim Jong Il (padre del actual mandatario), un periodista pasó tres meses en un campo de reeducación», cuentan desde la ONG.

En la misma línea, el primer ministro de Tailandia y jefe de la junta militar, Prayut Chan-Ocha, amordaza a periodistas, medios de comunicación y blogueros, además de a artistas, intelectuales, universitarios y miembros de la oposición política desde que se instauró la ley marcial, en mayo de 2014.

En Burundi, el presidente de la República, Pierre Nkurunziza, emprendió en 2015 una intensa campaña de represión contra los medios de comunicación, comenzando por aquellos que cubrieron el intento de golpe de Estado organizado por detractores del presidente que se oponían a su intención de reelegirse, algo que infringía la Constitución. La represión adopta todo tipo de formas: acoso judicial, encarcelamientos arbitrarios, prohibición de difusión o de publicación, palizas, tortura, desapariciones…

En Arabia Saudí, el rey Salman bin Abdulaziz al Saud sucedió a su hermano Abdullah, y ostenta la herencia de una dinastía que desde siempre ha sido hostil a la libertad de prensa.

En Venezuela, el presidente Nicolás Maduro tiene sus propias artimañas para someter a los medios de comunicación: sus amigos han comprado medios como el diario El Universal y el canal Globovisión, lo que desencadenó una ola de despidos y renuncias. El presidente se sirve de la escasez de papel, orquestada astutamente, para reducir la circulación de la prensa escrita, y ha usado una ley que criminaliza cualquier contenido que «cuestione a la autoridad constituida legítimamente».

El presidente ruso, Vladimir Putin, figura desde el año 2000. «Obsesionado por el control», de acuerdo con RSF, «ha sacado adelante un paquete de leyes liberticidas que criminalizan la protestas y restringen el campo de la libertad de expresión, lo que combina con un diluvio de propaganda».

En lo que respecta a los extremistas religiosos, el grupo Estado Islámico no se detiene ante nada para sembrar el terror: secuestra y asesina a los periodistas que no le juran lealtad. En la lista también se encuentra Ansarullah Bangla Team, movimiento extremista islamista de Bangladesh que publica en Facebook nombres de blasfemos –blogueros laicos y pensadores libres– e incita a asesinarlos. En Afganistán y Pakistán, los talibanes no han renunciado a su barbarie mortífera. Las zonas que controlan son agujeros negros de la información, donde el trabajo periodístico es imposible.

Finalmente, RSF menciona a los hutíes, movimiento político chiita de Yemen que tomó el control de Saná, la capital yemení, y de la mayor parte del país en 2014. La milicia se apoderó de los canales de televisión (Al-JazeeraAl-Yamane-ChababYémen-Digital Média). Ya no se registran los casos de secuestro y de desaparición de periodistas, pero numerosos testimonios confirman las torturas infligidas en prisión.

En México, han sido detenidos varios líderes de Los Zetas, pero el sanguinario cártel continúa con su campaña de terror con asesinatos, secuestros y actos de barbarie.

Algunos «depredadores» han desaparecido desde 2013, bien porque ya no están en el poder –como es el caso de Mahinda Rajapaksa en Sri Lanka–, bien porque murieron –como Islam Karimov, ex presidente de Uzbekistán, y el mulá Mohamed Omar, ex jefe de los talibanes en Afganistán–, o porque dan menos de qué hablar, como los grupos rebeldes y paramilitares de Colombia: «el acuerdo de paz firmado en septiembre de 2016 entre el gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), aunque haya sido rechazado en el referéndum, permite esperar días más tranquilos para los periodistas en el país», explican desde RSF.

Puedes ver la lista completa en este enlace

Marta H. Vázquez