Nuestro habitual colaborador, Jordi Martínez Brotons o Jordi Siracusa, según proceda, ha vuelto a sorprendernos gratamente.

Siracusa nos tenía acostumbrados a los relatos históricos de tintes épicos, muy bien investigados y estructurados. Siempre resucitando y redescubriendo a personajes históricos, a otros ficticios y aquellos que navegan entre la ficción y la realidad. Por citar un par de sus obras, hemos vuelto a releer Adiós, Habana, adiós, una novela sobre los últimos años de la presencia española en Cuba y todavía tenemos en la memoria Pingüinos en París, su historia sobre La Nueve, la mítica compañía de republicanos españoles que liberó a la capital francesa de la ocupación nazi.

Ahora nos trae de la mano de Editorial Comuniter y de su pluma, la tercera  entrega, esperemos que la penúltima –siempre querremos más–, de una serie detectivesca protagonizada por un director de hotel de los años setenta en la Barcelona más literaria. La colección tiene por título general Los misterios de JB. Las siglas son por Jordi Brotons, el joven director del Manila Hotel de Barcelona, quien ayudado por Enrique Ripoll, el comisario del distrito donde está ubicado el establecimiento hotelero, irán resolviendo los casos más complicados.

Ripoll y Jordi Brotons, ya salieron triunfantes de su primer asunto en la novela que abría la saga, de título Manila Hotel. En la segunda continuaron resolviendo asesinatos y escapándose de las garras del poder económico y político, poniendo en juego todo su ingenio para esclarecer un misterio de tintes diabólicos.

La calva de Shakespeare es la tercera entrega de la serie de estos apasionantes relatos policiacos con que nos obsequia Siracusa. Su estilo, lleno de guiños a la época y de instantes de humor, van conduciendo al lector, embebiéndole de entusiasmo e interés, a través de toda la trama hasta llegar a un final sorprendente e inesperado. No puede escapar el autor de su querencia por los hechos y los marcos históricos y sustenta el desarrollo del todo el relato en secuencias creíbles y hasta posibles, sin apartarse del más puro estilo de las novelas del género.

Jordi Brotons, el director protagonista, nos seduce una vez más con su brillante personalidad y su sutil ingenio. Un tipo que lo mismo es capaz de resolver asesinatos, que de embarcarse en eróticas aventuras. Gallardo timonel, perito en lencería fina, izando una bandera pirata con dos tibias y una calavera muy especial.

Y de nuevo la singular pareja formada por el comisario Ripoll y el joven Brotons, se enfrentarán a un antiguo y todavía no aclarado misterio, del que poco vamos a revelarles y que empieza en la Barcelona de 1972, en los sótanos del Gran Teatro del Liceo, pleno de ecos de fantasmales óperas y sangrientos sucesos, siniestra corte de los milagros latente bajo las soleadas Ramblas, donde se dan cita frailes trinitarios, compañías de ballet, espías soviéticos y agentes de la brigada político-social. Allí se inicia y se representa  la tragicomedia del crimen, que tal vez se resuelva en un museo de Madrid. Y hasta aquí podemos leerles.

Es fácil y agradable recomendarles, si son lectores de novela negra y policíaca, no solo La calva de Shakespeare, también los dos títulos que la precedieron. Recomendación extensible para quienes los thriller no cuentan en su lectura favorita, pero gustan sorprenderse de los misterios y  la  historia de las calles y lugares de la Barcelona de los años setenta y de la idiosincrasia y  sensualidad de la época.

Pueden adquirir la trilogía aquí.