La América fue tuya. Fue tuya en la corona
Embrujada de plumas del cacique Agüeybana,
Que traía el misterio de una noche de siglos
Y quemóse en el rayo de sol de una mañana.

El África fue tuya. Fue tuya en las esclavas
Que el surco roturaron, al sol canicular.
Tenían la piel negra y España les dio un beso
Y las volvió criollas de luz crepuscular.

También fue tuya España. Y fue San Juan la joya,
Que aquella madre vieja y madre todavía,
Prendió de tu recuerdo como un brillante al aire

Sobre el aro de oro que ciñe la bahía.
¿Y el Yanki de alto cuerpo y alma infantil quizás?
¡El Yanki no fue tuyo ni lo será jamás!