El pasado día 27 de mayo la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA por sus siglas en inglés) publicó su dictamen sobre la evaluación de riesgo del Fipronil para las abejas. Una de sus principales conclusiones fue que este insecticida plantea «un riesgo agudo elevado para las abejas cuando se utiliza como tratamiento de semillas de maíz». Además, la EFSA señaló una serie de carencias en los datos disponibles. Esta falta de datos ha impedido evaluar completamente los riesgos asociados a la exposición al polvo, polen y néctar contaminados, así como otras vías potenciales de exposición.
El Fipronil es un insecticida de amplio espectro y moderadamente sistémico de la familia de los fenilpirazoles, producido por el gigante químico BASF. En la Unión Europea (UE) está autorizado solamente en siete Estados miembro, entre ellos España, donde se utiliza especialmente como tratamiento de semillas de girasol y maíz y se comercializa bajo el nombre REGENT TS. En su ficha de registro en España se puede leer que es altamente peligroso para las abejas.
En muchos aspectos, los resultados de la EFSA son similares a los originalmente presentados para el Imidacloprid, el Tiametoxam y la Clotianidina, insecticidas de la familia de los neonicotinoides, para los cuales se han prohibido recientemente ciertos usos clave en la UE debido a los riesgos que suponen para las abejas.
El Fipronil es altamente tóxico para los invertebrados acuáticos, así como para las termitas, abejas, algunos mamíferos y reptiles e incluso aves. Por otra parte, en lo que se refiere a las abejas, son cada vez más las evidencias de una serie de impactos toxicológicos adicionales, que incluyen interacciones sinérgicas con otros plaguicidas (Tiacloprid) y con el parásito Nosema. Al igual que con los neonicotinoides también han sido identificados una serie de efectos subletales sobre las abejas, incluidos efectos en el aprendizaje, en la memoria olfativa y en la capacidad para detectar las fuentes de alimento.
La polinización es fundamental para la seguridad alimentaria y para la biodiversidad y que solo para la agricultura en Europa supone unos 22 mil millones de euros al año.
Por todos estos motivos, las entidades firmantes consideran que está más que justificada la aplicación del principio de precaución y la prohibición total y definitiva del insecticida Fipronil, a más tardar a partir de diciembre de 2013.
Es fundamental también que España presione a la Comisión Europea para que promueva la prohibición de todos los plaguicidas tóxicos para las abejas y otros polinizadores, así como el desarrollo de un plan de acción exhaustivo para salvar a las abejas y, lo más importante, que apoye decididamente a la agricultura ecológica que favorece a las abejas y otros polinizadores y nos garantiza alimentos sanos para hoy y mañana.
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