Es una especialidad médica interdisciplinaria que se ocupa de la prevención, estudio y tratamiento de los trastornos del sueño y sus consecuencias sobre la vigilia, ya que estos trastornos nos afectan directa o indirectamente, sin distingos de edad.

En la actualidad, todos los problemas que afectan el sueño cuentan con tratamientos efectivos para los cuales se dispone de una gran variedad de herramientas.

Uno de los objetivos de la Asociación Mundial de Medicina del Sueño es prevenir los riesgos asociados a la somnolencia diurna. Además, esta iniciativa busca educar a la población sobre los diversos trastornos del sueño que existen, considerando que los más comunes son la somnolencia y el insomnio, los que amenazan nuestra salud disminuyendo nuestra calidad de vida. Pese a ello, la mayoría de la gente no sabe que éstos son prevenibles y tratables, por lo que menos de un tercio de los pacientes busca ayuda profesional.

El sueño reparador es uno de los pilares de la salud. Dormir es una función biológica básica de todos los seres vivos; mientras dormimos se realizan funciones vitales a nivel de células y sistemas que contribuyen a nuestro bienestar físico y mental, por lo que comprender las condiciones del sueño e indagar más en el área ayudará a reducir los problemas que hoy aquejan a la sociedad.

Los trastornos pueden manifestarse de diversas formas, como dificultad para iniciar o mantener el sueño, problemas para mantenerse despiertos en horas apropiadas o conductas anormales (pesadillas o sonambulismo)  mientras se duerme, entre otros.

Claves de un buen dormir

Tres elementos clave de la buena calidad del sueño son: su duración, que debe ser suficiente para que la persona que duerme pueda estar descansada y alerta al día siguiente; la continuidad, los períodos de sueño debe ser perfectos, sin fragmentación, y la profundidad, ya que el sueño debe ser lo suficientemente profundo como para ser reparador.

La importancia de la calidad del sueño no es un concepto nuevo; de hecho, hace más de 2.000 años el médico griego Hipócrates escribió: “La enfermedad existe  si el sueño o la vigilia son excesivos”, y en el antiguo Egipto -según lo que mencionan los papiros de Ebers- quizá el primer tratamiento contra el insomnio fue el opio. La verdad es la misma ahora que entonces: el buen dormir es una parte vital de la salud general y bienestar; sin un buen descanso nos ponemos en riesgo de sufrir efectos indeseables como el deterioro de la alerta, de la memoria y del estado de ánimo, lo que puede llegar a provocar accidentes laborales, domésticos y de tráfico y a reducir de manera significativa nuestro rendimiento.

Entre las causas más comunes que generan trastornos del sueño encontramos: calambres en las piernas vinculados al sueño, apnea obstructiva del sueño, movimientos periódicos de brazos y piernas, síndrome de las piernas inquietas, micción nocturna, toser o sentir ahogo e incluso comezón puede perturbar el sueño; medicamentos como los analgésicos que contienen cafeína, algunos antidepresivos y los corticosteroides, entre otros. Uno de los síntomas es cansarse con mucha facilidad o sentirse agotados todo el tiempo.

Suficientes horas de sueño proporcionan innumerables beneficios, aumentando nuestra productividad y sociabilidad. Años de investigación clínica dicen que el sueño adecuado puede aumentar nuestra inmunidad y ayudar a combatir las infecciones; fortalece la memoria, ayuda a metabolizar el azúcar, previniendo la diabetes, además de complicaciones vasculares como la hipertensión, enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares, disminuyendo el riesgo de muerte prematura. Los investigadores descubrieron que la falta de sueño tiene un efecto perjudicial sobre el metabolismo y el sistema endócrino, por lo que puede aumentar la gravedad de los trastornos crónicos relacionados con la edad.

Reglas para una buena higiene del sueño

  • Establecer un horario regular para dormir y el tiempo de vigilia.
  • Si usted tiene el hábito de la siesta, no se exceda de 45 minutos.
  • Evite la ingestión excesiva de alcohol 4 horas antes de acostarse y no fume.
  • Evite la cafeína 6 horas antes de acostarse (incluye café, té, bebidas gaseosas así como el chocolate).
  • Evite las comidas pesadas, picantes o dulces 4 horas antes de acostarse.
  • Realice ejercicio regularmente, pero no antes de acostarse.
  • Use ropa cómoda para dormir en una habitación con temperatura a su gusto, ventilada.
  • Bloquee el ruido y elimine la mayor cantidad de luz posible.
  • Evite el uso de la cama para el trabajo.