¡Mamá!, ¡Papá! Gritaba Mariana mientras abría la puerta de su casa. Pensó que era inútil entrar siempre de la misma manera si nunca estaban en casa sus padres. A veces se iban por varios días dejando una nota con dinero o simplemente dinero sin dar explicaciones de su ausencia. Si no fuera por Marco, su compañero de clase y fiel amigo, la vida sería aburrida.
Otro de sus mejores amigos es su celular, casi siempre le llegan mensajes y solicitudes de amistad de extraños. No suele hacerles caso, hasta que vio la foto de alguien a quien consideró guapo.
Alexander Dietrich salía en su información personal, no había más fotos en su Facebook que las de su perfil. A pesar de todo optó por aceptar la solicitud de amistad. Es un poco mayor, creo que, de unos 25 años, contaba la estudiante a Marco. “No lo conoces, ten mucho cuidado”, dijo el amigo al enterarse que el galán le había citado a una cena en el mejor restaurante de la zona.
No podía esperar más tiempo, observaba fijamente las manecillas del reloj y este le sonreía como si a propósito hiciera que el tiempo transcurriera lento. El vestido yacía tendido en la cama mientras los zapatos con decoraciones de mariposas esperaban debajo de la cama. No se preocupaba por lo que dirán sus padres, pues a las finales, nunca están en casa.
¡No lo podía creer! Pensó que podría ser que un viejo haya usado la foto de alguien para hacerse pasar por Alexander, pero no era así. Sentado en una de las mesas del restaurante estaba él, vestido formalmente mientras observaba su celular.
La niña quedó asombrada por su aspecto tan pulcro y sus modales de caballero. ¿Qué le voy a servir? Le preguntó el mozo a Mariana. Tráele una ensalada por el momento, dijo Alexander, también pidió una botella de vino. Iba a ser la primera vez que ella iba a consumir alcohol.
La plática era buena e interesante, pero ya la luna bostezaba en el cielo. El caballero ofreció llevarla en su carro, uno no muy lujoso, sin embargo, a la niña le parecía como a un carruaje de cuentos. El camino se hacía cada vez más extraño. Mariana se dio cuenta de que algo malo le iba a pasar. Quiso abrir la puerta del carro y solo sintió un golpe en la cara que la dejó inconsciente.
Despertó en un lugar oscuro, se dio cuenta que estaba amarrada y algunos moretones se observaban en su cuerpo. Quería hablar y solo recibía golpes en la cara. Se sentía perdida y sin salida, sus padres ni se darán cuenta de su ausencia. Debí hacerle caso a Ángel, se decía mientras gruesas lágrimas caían sin cesar. El sujeto empezó a desabrocharse el pantalón. “Hoy es mi día de suerte, no hay muchachas puras hoy en día”. Trató de besarla en la boca, pero ella llegó a escupirlo, ganándose otra bofetada y un trapo como mordaza. Con sus manos abrió sus piernas, podía sentir su aliento con olor al vino de la cena, después… ¿Qué le voy a servir?, señorita, ¿qué le voy a servir? Preguntó el mozo mientras ella despertaba de una posible pesadilla. Observó a su acompañante, quien estaba sentado y fumando como todo un universitario. Disculpe, no voy a ordenar nada, dijo la menor, quien también se despidió de su cita con una voz temblorosa y se fue lentamente.
Categoría: No a la violencia de género contra las niñas
Nombre de la alumna: Sandra Jimena Chávez Ramírez
Edad: 12
Colegio: 0433 “Luisa Aliaga Gonzales” – COPRODELI
País: Perú
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