Quienes estén interesados en los procesos de paz, en la reducción de la pobreza y en el futuro de África deberían leer el informe del Programa de Medio Ambiente de Naciones Unidas (PNUMA), Sudan: PostConflict Environmental Assessment (Sudán: valoración medioambiental tras el conflicto). Puede que parezca un informe técnico, pero es mucho más. Se trata de un fecundo estudio sobre la interacción del entorno natural con la pobreza y el crecimiento de la población, una interacción que puede provocar unos desastres humanos terribles, como la violencia que se desató en Darfur.

Cuando estalla una guerra como la de Darfur, la mayoría de los políticos tratan de encontrarle razones y soluciones políticas. Es comprensible, pero no tienen en cuenta algo básico. Si tratáramos de comprender el papel que juegan la geografía, el clima y el crecimiento de población en el conflicto, encontraríamos unas soluciones más realistas que ateniéndonos sólo a las razones políticas que puedan haberlo provocado.

La pobreza extrema no sólo es una de las principales causas de la violencia, sino que además es un índice para predecirla. Es mucho más probable que se desencadenen guerras en los países pobres que en los ricos. No se trata tan sólo de sentido común, sino que es un hecho verificado en numerosos estudios y análisis estadísticos. En palabras del informe de Naciones Unidas: «En Darfur existe un estrecho vínculo entre la degradación del territorio, la desertización y el conflicto bélico».

Cuando estalla una guerra como la de Darfur, la mayoría de los políticos tratan de encontrarle razones y soluciones políticas

Son varias las maneras en que la pobreza extrema incide en los conflictos. En primer lugar, la pobreza conduce a la desesperación a grupos distintos de población. Estos grupos entran en competencia y ,luchan por su supervivencia frente a la escasez de alimentos, agua, pastos y otras necesidades básicas. En segundo lugar, el Gobierno pierde legitimidad y el apoyo de sus ciudadanos. Y en tercer lugar, puede que una facción u otra se haga por la fuerza con el poder y utilice entonces medios violentos para reprimir a sus rivales.

Esta pauta funesta es precisamente la que se ha seguido en Darfur, la región más pobre de un país muy pobre. La población de Darfur vive del ganado, en régimen seminómada, en el norte, y de la agricultura de supervivencia en el sur. La región se encuentra muy alejada de puerto alguno o de las vías del comercio internacional, carece de infraestructuras básicas, tales como carreteras o electricidad, y es extremadamente árida. Las últimas décadas de sequía -una sequía que es el resultado, al menos en parte, del
cambio climatico provocado por el uso de la energía en los países ricos- la han hecho aún más árida.

La sequía contribuyó directa o indirectamente a la pérdida de cosechas, a la desertización de zonas de pasto, a la disminución del agua y del forraje necesario para el ganado y a una deforestación masiva. El rápido crecimiento de la población, que ha pasado de un millón de habitantes en 1920 a los siete millones de hoy, agrava la situación porque ha supuesto un descenso considerable de su nivel de vida.

El resultado de todo ello ha sido un conflicto creciente entre ganaderos y agricultores y la migración masiva de la población del norte al sur. Tras años de conflictos sofocados, en 2003 se produjeron violentos enfrentamientos entre grupos étnicos y políticos rivales y entre los rebeldes de Darfur y el Gobierno de la nación, el cual, a su vez, apoyó la brutal «estrategia de arrase» de las milicias, que provocaría muchas muertes y desplazamientos masivos.

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Un pueblo hambriento

La diplomacia internacional se centró en labores humanitarias y de pacificación a fin de salvar las vidas de los desplazados y los desesperados. Pero la paz en Darfur no se puede alcanzar ni mantener hasta que no se den soluciones efectivas a la pobreza, la degradación medioambiental, la falta de agua y la hambruna crónica. Estacionar tropas no servirá para pacificar a un pueblo hambriento, empobrecido y desesperado.

Sólo mejorando las condiciones de vida del pueblo de Darfur en términos de alimentación, servicios sanitarios, educación y generación de empleos se podrá alcanzar la paz. Es urgente que el pueblo de Darfur, el Gobierno de Sudán y las instituciones internacionales de ayuda al desarrollo lleguen a un acuerdo básico y acepten que el desarrollo económico de la región, ayudado y mantenido por la comunidad internacional, es la única manera de sacar a la población de Darfur de la situación de violencia y desesperación que vive en la actualidad.

El informe de Naciones Unidas, así como otros también relativos al continente africano, sugiere algunas maneras de fomentar el desarrollo económico de Darfur. Tanto la población como el ganado necesitan tener el abastecimiento de agua asegura(lo. En algunas zonas se podrían perforar pozos para aprovechar los acuíferos. En otras se podrían utilizar los ríos o los residuos líquidos superficiales para el riego. Y, por último, hay zonas a las que sería necesario trasvasar el agua. En todos los casos, la comunidad internacional tendrá que colaborar, pues Sudán es un país demasiado pobre para soportar solo semejante carga económica.

Sólo mejorando las condiciones de vida del pueblo de Darfur en términos de alimentación, servicios sanitarios, educación y generación de empleos se podrá alcanzar la paz

Con la ayuda externa, en Darfur se podrían implantar ciertas medidas básicas a fin de incrementar la productividad de su cabaña, tales como la renovación de las razas de vacuno locales, la creación de servicios veterinarios y la recolección de forraje, entre otras. Asimismo, se podrían crear industrias cárnicas y lácteas con las que los habitantes dedicados al pastoreo multiplicarían sus escasos ingresos gracias ala venta de animales enteros, de productos cárnicos y lácteos procesados y de otros artículos, como el cuero. Oriente Próximo constituye un posible mercado, cercano y lucrativo. Pero para crear ese mercado se necesitan unas infraestructuras -transporte, medios de almacenamiento, cobertura telefónica, electricidad, asistencia veterinaria y asesoramiento técnico que Darfur no puede levantar sin la ayuda externa.

También habría que fomentar la creación de servicios sociales, como la asistencia sanitaria, la educación y los programas de alfabetización de adultos. En poco tiempo se podría elevar de una forma significativa el nivel de vida medio. Bastaría con inversiones de bajo coste en el control de la malaria, los programas de alimentos de la escuela, la recogida de agua de lluvia para beber, los dispensarios móviles y la perforación de pozos para el ganado y la agricultura en los lugares apropiados. La cobertura telefónica podría revolucionar las comunicaciones en una región inmensa, como es la de Darfur, y con una población muy dispersa, a la que la telefonía móvil facilitaría la supervivencia, tanto desde el punto de vista físico como desde el económico, y el mantenimiento de los vínculos familiares.

La única forma de conseguir una paz sostenible es el desarrollo sostenible. Si queremos reducir el riesgo de guerras, tenemos que ayudar a los pueblos empobrecidos del mundo –no sólo al de Darfur- a satisfacer sus necesidades básicas, a proteger sus medios naturales y a crear ciertas infraestructuras necesarias para su desarrollo económico.

Jeffrey Sach