Cada día hay cientos de detenciones, múltiples desapariciones y numerosas víctimas a manos del ejército. Ante estos sucesos la comunidad internacional dice que no intervendrá militarmente.

La crisis en Siria está pasando por un momento de inflexión. Después de cuatro meses de represión, las protestas son cada vez más grandes. El gobierno está utilizando unos 50.000 efectivos de las Fuerzas Especiales para combatir el levantamiento, pero todos los viernes muchos más manifestantes salen a la calle.

La no declarada Guerra de Siria ha desatado unas consecuencias económicas muy negativas para el país. Los negocios y el comercio se han reducido en un 50%, el desempleo se ha duplicado, la escasez de alimentos y la electricidad está aumentando, 20 mil millones de dólares ya han abandonado el país, los bancos temen una fuga de sus activos y el gobierno está imprimiendo moneda a un ritmo de vértigo, cosa que hace más cercano el riesgo de una rápida devaluación de la moneda.

Durante el mes de agosto, el mes sagrado del Ramadán, las manifestaciones sucederán a diario. Será un mes clave para Siria.

El régimen de Assad se enfrenta ante una situación difícil: cambiar o ser cambiado.  Para cambiar tendría que hacer una serie de reformas políticas muy drásticas y no está claro que esto prospere después de tanta sangre derramada.

Si un acuerdo político no se alcanza, y la mayoría de los indicios apuntan a que el régimen no está dispuesto a hacerlo, la alternativa es la creciente violencia y un movimiento hacia la guerra civil en Siria.

Tras la reunión mantenida el pasado 1 de agosto del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, lo que quedó claro es que no habrá intención de atacar a Siria, con el veto de países como India, Brasil, Rusia y China, que no quieren bajo ningún concepto autorizar una intervención armada en Siria.

La UE se ha unido a la presión internacional congelando los bienes del Presidente Assad y no se le permite entrar en territorio comunitario y han advertido que darán nuevos pasos si el liderazgo sirio sigue por este camino.

Cuatro meses de desafío a El Assad.

  1. Marzo: prende la ola de las protestas árabes en la ciudad de Deraa. El 25 es el primer Viernes de la Dignidad, que se ha repetido cada semana.
  2. Abril: el Gobierno deroga la Ley de Emergencia, vigente desde 1963, pero las protestas, la represión y los muertos se extienden por todo el país.
  3. Mayo: El ejército aplasta las revueltas en Banias y en Homs.
  4. Junio: la oposición siria se reúne en Antalya (Turquía) y pide a El Assad que deje el poder.
  5. Julio: el día 10, los embajadores de EEUU y Francia visitan Hama en señal de solidaridad con los ciudadanos. El Régimen lo interpreta como una provocación y al día siguiente asaltan las Embajadas de ambos países en Damasco.

El Observatorio sirio de Derechos Humanos cifra en 1.583 los muertos civiles desde marzo

, pero según la plataforma de activismo ciudadano Avaaz son 3.000 los ciudadanos arrestados desde el 15 de marzo, muchos habrán sido asesinados, pero del resto se desconoce su paradero. La citada plataforma mantiene que durante las últimas semanas el número de desapariciones forzosas diarias ha aumentado notablemente, coincidiendo con los esfuerzos del régimen para reprimir cualquier disidencia en las vísperas del Ramadán.

Mientras el terror convive con los ciudadanos del pueblo de Siria, éstos están siendo ignorados por la comunidad internacional, que aunque da muestras de inquietud, se sigue manteniendo al margen, mientras miles de personas están desapareciendo.

 

Sobre Siria.

Siria es un país del Oriente Medio miembro de la Liga Arabe y de la ONU.

Tiene una población de 19 millones de personas, que profesan mayoritariamente el islam, en su rama sunní.

Desde el año 1963 gobierna el Partido del Renacimiento Arabe Socialista o Baaz. El actual Presidente es Bashar al-Assad.

Siria es una república. Aprobó su Constitución en 1973 en referéndum.