La mayoría de las víctimas de estos ataques provenían de Zimbabwe, país sumido en el caos y la violencia cruzada entre gobierno y oposición.
Según fuentes oficiales, al menos cinco personas han fallecido apaleadas o quemadas vivas en el suburbio de Cleveland mientras que más de una cincuentena tuvieron que ser trasladados urgentemente al hospital. Este suburbio se une así a otros cinco de la capital de sudafricana en los que los ataques y brotes xenófobos comienzan a ser un gran problema de convivencia. Centenares de inmigrantes se vieron obligados a refugiarse en las estaciones policiales locales. Sudáfrica permanece conmocionada y los líderes, tanto políticos como religiosos, comienzan a comparar el clima de violencia con el vivido en la trágica época del Apartheid. Los testimonios son espeluznantes por su crudeza y desesperación. Un joven inmigrante procedente de Zimbabwe explicaba su experiencia de la siguiente manera: “Escapé de la situación en Zimbabue para intentar apoyar a mi familia. Pero es mejor morirme de hambre en mi país que morir aquí. Por lo menos allá en Zimbabue, mis padres me pueden enterrar y ver mi tumba”. Una muchedumbre enfervorecida asaltó su casa en Alexandra para despojarle de todo lo que tenía, le dejaron con vida, pero él ahora sólo quiere volver a su país.
El alto desempleo, la escasez de vivienda y el alto nivel de delincuencia que sufre el país ha convertido a estas personas, exiliadas de su propio país por cuestiones de violencia en muchos casos, en chivos expiatorios.
Yousef al-Hums, el rostro de la memoria. Testigo y víctima de la diáspora palestina
Ha sus 76 años de edad, Yousef al-Hums aún guarda una enorme llave de cobre que abre la puerta de su casa en Yebna, la aldea que le vio nacer. Hoy Yebna es parte del territorio israelí y a Yousef sólo le queda su vieja llava de cobre y sus recuerdos, única fuente de información de sus alrededor de 50 nietos. A ellos y a cualquiera que le quiera escuchar proclama “Nosotros no podemos, pero ustedes sí van a regresar a la casa del abuelo en Yebna”. Él no sabe que ni la casa ni tan siquiera la aldea existen hoy.
En los mismo días en los que todos los judíos en la diáspora y, sobre todo, en Israel se celebra y festeja por todo lo alto la creación de estado, los palestinos tienen su propia celebración en Cisjordania, en Gaza y en las comunidades de emigrantes en todo el mundo: la Nabka (o traducido “la catástrofe”)
Según las estimaciones de las organizaciones palestinas unas 750.00 personas tuvieron que abandonar sus hogares desde ese momento, siendo realojados en precarios campamentos de refugiados en los que han llegado a convivir hasta cuatro generaciones de una misma familia. Los más jóvenes no vivieron las migraciones forzadas ni la pérdida del hogar, sin embargo, relatos como el de Yousef al-Hums hacen que la esperanza del regreso y la añoranza del hogar permanezca viva entre las nuevas vidas que ven la luz en los campos de refugiados palestinos.
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Inmigrantes criminalizados por los empresarios del miedo en Italia
Las nuevas medidas del Gobierno de Berlusconi podrían ser tachadas como poco de injustas, anticonstitucionales, antieuropeas y delirantes.
La criminalización perse del inmigrante ilegal y de la etnia gitana en particular ralla el fascismo más rancio y atenta contra los derechos más primarios que todo país perteneciente a la Unión Europea debe respetar y hacer respetar.
Analicemos brevemente algunas de las medidas contempladas en el paquete.
Este nuevo paquete de medidas, recién aprobado, crean un “derecho penal-administrativo de la desigualdad”, término acuñado por Stefano Rodotà, catedrático de Derecho Civil en la Universidad de Roma La Sapienza, y ex diputado en el Parlamento italiano, término que nos permitimos reproducir en este artículo. Los alcaldes y gobernadores italianos adquieren una serie de poderes que les permiten decidir sobre el derecho de residencia y libertad personal de las personas, garantías que sufren un severo varapalo. A estas medidas se suman la posible confiscación de los inmuebles alquilados a extranjeros ilegales, así como el envío de dinero al exterior. Para culminar todas estas medidas discriminatorias, aparece en la palestra el nuevo delito de inmigración clandestina, medida contra la que nada a servido el grito en el cielo de las organizaciones no gubernamentales, los especialistas, los observadores internacionales ni el mismísimo mundo católico.
Y como nuestro espacio se acaba le invitamos, lector, a indagar un poco más en estas medidas que, particularmente nos ponen los pelos de punta y nos hacen reflexionar sobre las políticas inmigratorias de algunos de los países europeos, especialmente los mediterráneos, y el rumbo que estas cuestiones están tomando.