El olvido del continente africano es general y sólo unos pocos piensan en él como alternativa válida para sus negocios y sus inversiones. Es cierto que ya hay algunas deslocalízaciones de empresas españolas y europeas en el norte de
África, y que los franceses fueron los primeros en implantarse en el continente.

Pero actualmente, los que están invirtiendo de forma significativa son los chinos, que ya han adelantado a Francia como primer inversor. Sólo en 2005 China invirtió .5.000 millones de euros en
África. Los chinos compran un tercio de sus necesidades de petróleo en aquel continente, especialmente a Sudán, país al que adquiere e160 por ciento de sus 500.000 barriles diarios de producción de crudo. A cambio, Sudán puede rentabilizar sus ventas de petróleo adquiriendo tecnología y otros recursos para su desarrollo. Otro país, Guinea Ecuatorial, tuvo un crecimiento de120 por ciento el año pasado gracias también al petróleo. Por su parte, Angola, gran productor, tuvo un crecimiento del PIB del 27 por ciento en 2006, el más alto del mundo.

China sabe que su desbordante crecimiento económico va necesitando cada vez más materias primas y que las ventajas competitivas de su mano de obra barata se irán perdiendo. Su estrategia globalizadora apunta a
África para sus abastecimientos de materias básicas y para la venta de tecnología, infraestructuras y otros productos y servicios. China es hoy el primer socio de
África.

Por primera vez en 25 años,
África empieza a recuperar el retraso sufrido en comparación con el resto del planeta en términos de renta per cápita

La gran banca china está financiando proyectos de inversión de todo tipo en aquel continente. El activismo económico de China en
África tiene una visión estratégica de largo alcance China se ha implicado definitivamente con su desbordante dinamismo en el desarrollo económico del continente más pobre del planeta a través de inversiones, compras masivas y políticas de cancelaciones de deudas y reducción de aranceles. Por primera vez en 25 años,
África empieza a recuperar el retraso sufrido en comparación con el resto del planeta en términos de renta per cápita, aunque, a pesar del crecimiento actual, las desigualdades en el continente no disminuyen. Hay países que prosperan satisfactoriamente como Sudán, Senegal, Uganda, y otros que signen en la miseria como
África subsahariana, única región del mundo en la que el número de pobres sigue aumentando.

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Según los datos publicados por el Fondo Monetario Internacional en abril de 2007 sobre la economía de
África subsahariana, por tercer año consecutivo la zona creció cerca del 6 por ciento, y se espera que lo haga entre el 6 y el 7 por ciento en 2007. El alto crecimiento se atribuye a una fuerte demanda exterior y a fuertes inversiones domésticas y el incremento de la productividad. El aumento de los ingresos por petróleo y la reducción de la deuda han favorecido el gasto público. La ONU considera que se precisa un crecimiento anual del 7 por ciento para ir reduciendo la pobreza en la región. Obviamente, los países exportadores de petróleo tienen crecimientos muy superiores a los no exportadores. Se calcula que en 2007 los exportadores netos de petróleo tendrán aumentos del PIB del orden del 11 por ciento en tanto que los no exportadores estarán alrededor del 5 por ciento.

No podemos estar con las manos cruzadas ante el caos político y la emigración masiva hacia nuestras costas

Por otra parte, la subida de los precios de otras materias primas como los metales no ferrosos, el café y el té, paliaron la situación en países importadores de petróleo, como Burundi, Etiopía, Sierra Leona, Ruanda y Uganda En los Objetivos de Desarrollo del Milenio, Naciones Unidas aspira a que en 2015 se haya reducido a la mitad el número de la población hambrienta. Pero, en definitiva, según el Informe Anual del Banco Mundial, los indicadores de desarrollo de
África mejoran sustancialmente.

El Informe aconseja una mayor diversificación de la economía africana, actualmente basada en el mercado del petróleo y otras materias primas, demasiado vulnerables a la variación de los precios. Considera que estos sectores, impulsores del desarrollo actual, están sustentados sobre cimientos demasiado frágiles. También insiste en la necesidad de una mayor inversión en infraestructuras. En definitiva, la mayor parte de países africanos han adoptado políticas macroeconómicas adecuadas, inyectando vitalidad al crecimiento económico, al mismo tiempo que han hecho notables progresos en el control de la inflación y el déficit presupuestario. Además, los países africanos han intensificado el proceso de integración económica regional para enfrentarse al desafío de la globalización. Entretanto, Europa y EEUU se contentan, en general, a ayudas humanitarias a través de las ONG que algo ayudan (en la práctica muy poco), pero que de ninguna manera son la solución a los problemas de
África.

África es un continente a tener en cuenta ahora y en el futuro. Es nuestra asignatura pendiente

De los dramas que ocurren en el continente, los europeos somos en parte responsables de lo que hemos hecho en el pasado, de lo que no hemos hecho y de lo que tenemos que hacer. No podemos estar con las manos cruzadas ante el caos político y la emigración masiva hacia nuestras costas. La ayuda al desarrollo de
África ha sido un fracaso, porque se ha basado en dar cantidades ingentes de dinero a gobiernos corruptos y/o ineficientes. La solución tiene que venir a base de la inversión en educación y formación profesional y empresarial, no dándoles un pez sino enseñándoles a pescar, invirtiendo en mercados, en pequeñas empresas, favoreciendo el espíritu emprendedor, poniendo en práctica sistemas de microcréditos y creando infraestructuras que conecten pueblos y ciudades, apoyando las iniciativas empresariales que ya existen…

El propio FMI ha publicado un estudio donde se autocrítica por “las operaciones en
África confusas, vagas y poco transparentes y que adolecen de una enorme brecha entre la retórica y la práctica”. El ejemplo de China, favoreciendo la economía de mercado y la iniciativa emprendedora y apostando ya por la globalización lejos de sus fronteras, debemos trasladarlo a los pueblos de
África. Alguna importante escuela de negocios ya ha puesto sus semillas en varias ciudades, formando directivos nativos que son la esperanza de empresas autóctonas y extranjeras.
África es un continente a tener en cuenta ahora y en el futuro. Es nuestra asignatura pendiente. Los chinos ya lo han visto y se están adelantando a pasos agigantados. El día que veamos una tienda de Zara en Nairobi será señal de que habremos avanzado mucho. Ojala sea pronto.

Jaume Llopis