Uruguay

Desde hace décadas que distintas naciones y organizaciones no gubernamentales hacen lobby y luchan en las aguas para prohibir la caza de ballenas internacionalmente.

Es que, si bien en 1986 se impuso una moratoria internacional a su caza comercial, países como Japón justifican las matanzas aduciendo intereses científicos poco transparentes.

Pero en sus aguas nacionales, cada país puede determinar cómo proteger a las especies que por allí pasan. Tal el es el caso de Uruguay y los cetáceos, cuando el Parlamento aprobó por unanimidad el proyecto de ley que convierte al país en un santuario de ballenas y delfines.

La ley votada declara “las aguas jurisdiccionales y la zona económica exclusiva de la República Oriental del Uruguay santuario de ballenas y delfines, con el objetivo de asegurar la presencia de cetáceos en nuestras aguas, que por la importancia para sus actividades reproductivas y migratorias, son de vital importancia para la continuidad de dichas especies que se encuentran amenazadas”.

Además, queda prohibida toda actividad que busque matar, cazar, capturar, agredir y otras acciones que afecten a cualquier especie de cetáceos que viva o pase por los espacios marítimos de soberanía nacional, ya sea realizada por embarcaciones de bandera nacional o extranjera.

Son 26 las especies de cetáceos que llegan al país. Entre ellas se encuentran los delfines del Río de la Plata, también conocidos como franciscanas y considerada una especie autóctona con alto riesgo de extinción, y las orcas, por mencionar algunos ejemplos.

Según informó en un comunicado la Organización para la Conservación de Cetáceos (OCC), institución uruguaya que traba por la conservación de estas especies y que ha promocionado esta ley: ”Un santuario para estos animales en toda la zona económica exclusiva de Uruguay significa un posicionamiento de nuestro país a nivel internacional a la vanguardia de la conservación de estos animales, tan amenazados y vulnerables”.

Chile

En 1998, la ayuda de la especie de abejorro (bombus terrestris) a un grupo de cultivadores para proporcionar polinización suplementaria, como medida respaldada por las autoridades estatales, que no esperaban que las abejas iban a extenderse por todo el continente.

El ecologista Paul Schmid- Hempel ha pasado la última década estudiando la propagación de la especie.

“Este es uno de los ejemplos más espectaculares de la invasión de todo un continente por especies foráneas introducidas por el hombre”, dijo.

Schmid- Hempel y sus colegas publicaron los resultados de su análisis de este abejorro en el Journal of Animal Ecology.

Su investigación muestra que el abejorro europeo se trasladó hacia el sur a través de Chile a lo largo de la Cordillera de los Andes, a razón de unos 200 kilómetros por año, un ritmo más rápido que los ecologistas no esperaban.

Sólo tomó las abejas unos años antes de que cruzaran la cordillera andina y estuvieran presentes en la costa atlántica de Argentina a partir de 2011. Para el año 2012, Schmid- Hempel y su equipo encontraron que las abejas estaban presentes en la región de la Patagonia en la zona más al sur del continente.

“Teniendo en cuenta que las colonias y los insectos no individuales tienen que establecerse, esta velocidad de migración es asombrosamente rápida”, dijo Schmid- Hempel, quien agregó que es sólo una cuestión de tiempo antes de que las abejas se encuentren en los parques nacionales en el extremo sur de la continente.

La propagación de la este abejorro es preocupante para las cinco especies de abejorros nativos conocidos en América del Sur, ya que son vulnerables frente a las especies no nativas. Una de las especies nativas, dahlbomii bombus, se ha documentado su desaparición ante la aparición de los abejorros europeos.

Los ecologistas plantean la hipótesis de que una de las razones por qué las poblaciones de abejorros nativos no pueden convivir con las especies invasoras se debe a que las abejas europeas crithidia bombi , portan un parásito intestinal que afecta a las poblaciones nativas, alterando su comportamiento y e incrementando su mortalidad, lo que dificulta a las abejas nativas el establecimiento de nuevas colonias.

“El abejorro europeo podría perturbar el equilibrio ecológico del sur de Sudamérica en un grado importante”, dijo Schmid- Hempel, quien agregó que no ve mucho de lo que se puede hacer para detenera  las abejas y continúen propagándose por todo el continente.

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