Hoy 30 de enero se celebra el Día Escolar de la Paz y la No Violencia. Este día se instauró en 1964 coincidiendo con el aniversario de la muerte de Mahatma Gandhi pretendiendo ser una jornada educativa en la que se recuerda la necesidad de educar para la paz y la no violencia, la tolerancia, la solidaridad y el respeto a los derechos humanos.

El deseo de paz es algo que nos une por encima de las diferencias. Todos sabemos que necesitamos vivir en paz para desarrollarnos libre y plenamente. Todos sabemos la vinculación que existe entre la paz y el bienestar individual y colectivo. Los contextos violentos dificultan el cumplimiento de los derechos humanos y atentan contra la dignidad de las personas. Hoy más que nunca, el mundo está convulso. La conflictividad mundial va en aumento. Conflictos enquistados como los de Siria, República Centroafricana, República Democrática del Congo, Sudán del Sur, Uganda, Colombia, o la lucha por el control de los recursos naturales, el cambio climático y el deterioro del medioambiente, la disputa por el control del poder, entre otras causas, están creando un panorama humanitario devastador. Las cifras de personas refugiadas, desplazadas y migrantes o el número de menores sin escolarizar no dejan de aumentar.  Y muchos de aquellos que llegaron a Europa siguen estancados a mitad de camino, tras el cierre de las fronteras, o a la espera de resoluciones de peticiones de asilo que no acaban de llegar.

Frente a esto, es necesario promover procesos educativos que enseñen desde y para la no violencia y que construyan una ciudadanía global. Mahatma Gandhi decía que “Si vamos a enseñar la verdadera paz en este mundo, y si vamos a llevar una verdadera guerra contra la guerra, vamos a tener que empezar con los niños y las niñas”. Esto es precisamente lo que hace Entreculturas a través de materiales didácticos para docentes y con su Red Solidaria de Jóvenes o a través de sus proyectos en países como Colombia.

Construcción de Paz en Colombia

En el año 2017 se inició la implementación del Acuerdo de Paz firmado entre el Gobierno Nacional de Colombia y las FARC-EP, que pone un punto final a cuatro años de intensas negociaciones. Sin embargo, pese a dichos avances, los niveles de violencia en algunas zonas del país siguen siendo todavía altos, particularmente en aquellas donde se da una disputa por el control de economías ilícitas (narcotráfico, minería ilegal, tráfico de armas, etc.) por parte de los distintos actores armados, en particular de aquellos surgidos después del proceso de desmovilización paramilitar. Los enfrentamientos entre estos grupos están generando desplazamientos forzosos masivos que están teniendo graves consecuencias en la protección y las necesidades humanitarias de estas poblaciones.

A esta situación se suman los efectos que la migración de personas venezolanas a Colombia está provocando. La llegada de emigrantes de Venezuela ha traído nuevos retos y desafíos tanto para los actores humanitarios como para las instituciones colombianas, ya que los últimos flujos migratorios han buscado asentarse en territorios donde existen dinámicas complejas de conflicto armado. Para afrontar estas situaciones, Entreculturas, junto al Servicio Jesuita para los Refugiados en América Latina, está desarrollando el programa “En las Fronteras de Colombia” que busca dar respuesta inmediata al restablecimiento de los derechos mínimos necesarios que garanticen la dignidad de las personas. El programa contempla la atención humanitaria integral de las personas desplazadas pero también un componente de Educación para la construcción de Paz y la Reconciliación, tanto en centros educativos como en las comunidades de acogida, comunidades en las que se empiezan a producir situaciones de xenofobia. El trabajo de educación para la paz quiere llegar a más de 6.000 participantes en estos próximos 3 años. La Asociación de Mujeres Nuevo Futuro, en la frontera con Ecuador (Cuaspud- dpto de Nariño),  las Promotoras de salud en Cúcuta, frontera de Venezuela, o Jóvenes Constructores de Paz, son ejemplos de iniciativas para la construcción de paz que están surgiendo en los lugares en los que se desarrolla el programa.