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Alguna tarde de una tarde mía de los mismos años 60 cuando ‘Pepe’ publicaba joven y yo no más qu’un preadolescente alumno de Media del SGC en Ñuñoa -de “Castellano” con el manco G. Reyes; compañero de curso de quien no voy a decir por nombre por su estupidez de vejez beata en uno una vez ateo-d’zquierda-en-colegio-catòlico)-, esa tarde, compré y leì “El obsceno pájaro de la noche”.
Cosa rara: casi nunca compraba un libro (caro: compraba por precio, no por ‘calidad’), y este, además, era ancho y pesado.
Leí confundiéndome. O sea, al borde o dentro de mi usual angustia solitaria y fantástica –pero nunca tanto como con “Los hijos de Sànchez” (del antropólogo O. Lewis).
Del Obsceno casi no me acuerdo de nada: ni de argumento, ni personajes, ni momentos wenos o fomes. Solamente una desdicha: este libro era un “demasiado” que a veces hasta me daba ganas de llorar. Había ademàs, lo tenía claro, algo “profundo y esencial” de la novela que no entendía para nada. Pero lo terminé y procedì a guardarlo en la “pequeña-biblioteca-de-mi-pieza”, de donde nunca más lo retomé…
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Abro hoy (50 años después) y procedo con “Historia personal del boom”, ejemplar de la biblioteca municipal de El Quisco-Litoral central de Chile –en una edición barata y bastante anodina. En fin, se trata de palabras y “da-lo-mismo” el resto.
Varias decepciones en las primeras páginas.
Por ejemplo, que este Pepe pareciera discutir seriamente defendiendo qu’èl no escribe aquí una “teoría-del-boom”, ni procederá a “definirlo”. Me “voy-de-espaldas” (y subrayo entrecomillas esta frase por la cantidad de frases hechas & convencionales que pululan esta iniciales). ¿Cuándo habrìa sido relevante (y pertinente) a un EscritorCreador construir teorías literarias –cuando yo comprendo el término “teoría” al modo filosófico o de ciencias de la naturaleza-, y aunque una teoría del caso puede provenir de la tensa y aburrida academia-de-siempre?
¿Por qué siquiera mencionar el asunto y enredarse brevemente en una apología igual de liviana? Además, un asunto como el “boom” –que no resulta fenómeno propiamente literario sino SociològicoComercial-, y lo demás un sucedido en cierto cotidiano de las culturas d’ esta parte del continente llamado americano.
Entonces ‘confiesa’ que tampoco intentará una definición de lo mismo. ¿Se habrá preguntado Pepe alguna vez por el significado de la palabra “definición”? ¿Por la pertinencia de “definir” (o no) dentro de los lenguajes del arte?
¿Qué importancia podría –habría podido-, tener una DefiniciònPrecisa d’ este “boom”? ¿A èl quién se lo demandaba? ¿Y pq habría sido siquiera necesario responder a ese alguien?
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Pero, en serio, una definición (como antes la teoría) es cosa bastante filosófica (y algo centrada en debates de los llamados “metafísicos”). Racionalidades de “notas esenciales d’ un ente” (en lo màs tradicional), o “indicación-de-donde-algo-comienza-a-ser-lo-qu’es” (en lo menos, como el Ereignis heideggeriano).
Y de/finir parece lo màs opuesto al fantasear monstruos del “Obsceno pájaro”. ¿Por qué un creador en éxtasis se detiene ante esta racionalidad y lo hace en el aura del candor intelectual? ¿Qué tipo de precisa ignorancia lo avanza a escribir estas líneas –y como si fuera la de un testamento literario?
Pues, sin duda, porque nada comprende del filosofar. Pq, entonces (y ahora), los escritores creen poder escribir desde su imaginación sin ninguna necesidad del pensar. Y se trata de las cualidades (o debilidades) de sendos artificios lingüísticos –donde lo truculento-bien-concebido pareciera resultar lo “encantante” a las elites críticas.
Opino que de artificios truculentos ya estamos hartos y sobran. Más o nuevos o sorprendentes o…., d’ estos enjundios ya ni siquiera entretienen –aunque sirven a algún@s académic@s para ir cobrando a fines de mes (ganar Fondos y pedir aumentos).
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El horizonte-de-las-culturas ya fue nombrado “el desierto” por el lamentable enloquecido de Nietzsche. Los (adecuadamente llamados) teóricos postmodernos, después han dicho: “liberalidades-relativismos y homogeneización-de-indiferencias”: todo vale como cualquier opinión es debatible, no hay universalidades ni “criterios-fuertes”, como cualquiera sexualidad “es-válida”…
No pareciera haber por/venir, sino más-de-lo-mismo. Si no fuera por el catastrofismo (con o sin “bases empíricas”): qu’el calentamiento global, que la tercera guerra atómica mundial, qu’ el sionismo o el yihaidismo, que la droga-cultura y su “crimen organizado”. En fin, otras derivaciones del paradigma moderno de las “pobrezas-de–todo-lo-humano”. Pues la vida es –ellos juran con el “valle-de-làgrimas”-, prioritariamente pobrezas, carencias, fracturas, heridas, desigualdades, injusticias, y etcétera…
En cambio hay sol. L’ hubo ier. Lo habrá en el amanecer de mañana –y no es precisamente “des/cubrimiento” pensar que hay tal cosa como “mañanas y amaneceres” como consecuencia particularmente terrenal del “haber-sol”.
Da casi igual que escribamos sol o “sol” –o “Inti”-“Antu”-“Ra”-“K’inich Ajaw-Señor de Ojo Solar” maya (meditado, curiosamente, como “jaguar-águila-venado”). Que lo pensemos como divinidad o cuerpo cósmico entre millones. Como esculpido en la piedra de Tiwanaku, en el frontis del “barroco mestizo” de la iglesia de San Lorenzo en el centro de Potosí, en la espalda de un bailaor de La Tirana en julio pasado, o en las ecuaciones de los físicos cosmológicos del siglo XXI –“observándolo” mediante un sofisticado telescopio solar…
En el “sol” de Joe Vasconcelos (“Hijo del sol luminoso…”) o de Fito Paez (“El amor después del amor talvez se parezca a un rayo de sol…”), hay sol de sobra y d’ exceso –contemplando como nacemos y morimos en cualquier período de su navegar los espacios indeterminables de “materia & antimateria” –“de la luminosa y la oscura”.
Pues, el por/venir –con este slash que gustaba a Derrida-, contiene abundancia de sol y “soles”, cualquiera result’ el destino de las culturas del siglo XXI terrenales. Solamente se trataría de meditar –meditando interminablemente-, en esos nombres posibles. Meditar, talvez, desde rincones “especiales” como durante la creación de una música, el ensayo de un concepto, o en medio de una guerra “real” (como entre ucranianos y rusos, y judíos y musulmanes).
Difícilmente desde una Universidad (así como van las cosas) –y poco aportamos desde una d’ ellas, la chilena Universidad de Chile, realizando grandes ceremonias a la muerte, tan poco ceremoniosa, del Grande de Antonio Skàrmeta –ier 15 de octubre de 2024.
A su memoria de creación y alegría estas líneas sòlo iniciales, pues los 100 años de Pepe estimulan a màs…
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