Como en la metamorfosis,
sufriste tu transformación.
De tierra de espinos
a tu máximo esplendor.
Bañada por la fresca bruma
desprendida del Regajal,
lloraste a orilla del Tajo
melodías del avatar.
Mientras, libres ciervos, búfalos y guanacos,
envolvían el aire con sus estridentes sonidos
al son de los trinos del cuco y la elegancia del ruiseñor.
Sombras en la cima de la Falúa
recorrían a vista de abejarucos
la fronda de árboles y tímida vegetación.
Aranjuez, como bella mujer Goyesca
hoy elevas tu mirada majestuosa
desafiante entre jardines, palacios y fuentes.
Hoy, como “Altar”,
cubres con un manto de historia
la cuna y tumba de príncipes y reyes
arropados por los colores de un sonido musical y
un poema a la Aldea de Aranz.
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