Un informe elaborado por el Departamento de Limnología y Oceanografía de la Universidad de Viena afirma que cada día unas 4,2 toneladas de residuos provenientes del Danubio desembocan en el mar Negro. La revista científica “Environmental Pollution” publicó una investigación que constataba que las aguas del segundo río más largo de Europa contienen más residuos que peces.

Concretamente, de las 900 muestras que se tomaron, la abundancia de residuos plásticos superaba al número de larvas de peces: en el tramo que une Austria y Eslovaquia, por ejemplo, por cada 1.000 m3 de agua se registraron 317 partículas de plástico y 275 crías de peces. Los científicos austríacos se han mostrado “sorprendidos” por esta alarmante cifra, tal como publica la agencia EFE, y aseguran que el 80% de esta contaminación proviene de las industrias.

Un dato que corrobora dicha creencia es que en los dos primeros países por los que fluye el Danubio hay decenas de plantas de producción y procesamiento de plástico. “La contribución de estas empresas a la contaminación del río es evidente”, afirma Hubert Keckeis, uno de los científicos que se encuentra detrás del estudio.

Además de transportar 1.500 toneladas de residuos al mar Negro cada año, esta polución supone un grave peligro para las especies que habitan el entorno del río: crías de peces, insectos y pájaros los confunden los residuos con alimentos, y su ingesta puede provocar intoxicaciones mortales. Pero no sólo los animales se ven peligrosamente perjudicados: el Danubio, durante sus 2.800 kilómetros, transcurre por diez países. Sin embargo, su área de influencia indirecta alcanza 19 países y un total de 80 millones de personas.

Cada 29 de junio la Comisión Internacional para la Protección del Río Danubio (Ciprd) celebra el ‘Día del Danubio’ con el fin de concienciar a la población de la gravedad de la situación. Una de las propuestas de la organización es usar bolsas de tela para reducir la presencia del plástico en el río, además de multar a quien contamine. Aún así, Keckeis apela a la colaboración ciudadana para disminuir radicalmente el consumo de plástico, un plástico que ha conseguido llevarse el color ‘azul’ que caracterizaba el Danubio según el vals de Johann Strauss.

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