La pregunta de los actores internacionales, públicos y privados, es la lógica en estos casos: ¿estamos de vuelta a los viejos principios socialistas de los años sesenta que produjeron las expropiaciones de empresas extranjeras en los países del Tercer Mundo, o esto obedece a otros factores?
Como es habitual, esta es una cuestión compleja, sobre todo en un país que ha ejercido la arbitrariedad en sus asuntos internos y en sus relaciones comerciales con empresas extranjeras desde su independencia. Por ello, requiere una recapitulación de los acontecimientos sucedidos en la reciente historia de Argelia.
Cuando Abdelaziz Buteflika llegó a al presidencia de Argelia en 1999, tras siete años de conflicto, su primer paso fue tratar de restablecer la confianza de Occidente que había sufrido un importante deterioro a partir de 1997, cuando las masacres colectivas en los pueblos situados en la llanura de la Mitidya y en los alrededores de Argel suscitaron las dudas de Occidente respecto a la responsabilidad de estos hechos. Entonces, los militares argelinos, ante la perspectiva de internacionalización que envolvía al país norteafricano, optaron por colocar en la carrera presidencial a una persona con larga experiencia en la diplomacia, Buteflika.
[El sistema productivo argelino se encuentra obsoleto y es improductivo]
Para vencer el escepticismo occidental, Buteflika desarrollo una estrategia de comunicación exterior destinada a cambiar la imagen del régimen. La restauración del aparente clima de seguridad gracias a la creación de un marco jurídico de reinserción de los islamistas no implicados en delitos de sangre fue decisivo para vencer ese escepticismo. Aunque esto no influyó en que continuaran los grandes atentados y masacres cometidas por el Ejército Islámico de Salvación (CIS).
Pero esa búsqueda del respaldo de Occidente tenía un objetivo económico: atraer las inversiones directas necesarias para la reestructuración de la economía argelina.
A pesar de la favorable coyuntura económica debida a la continuada subida del precio del petróleo, el sistema productivo argelino se encuentra obsoleto y es improductivo. Sobre todo en esos momentos tenía que ser reestructurado y privatizado. Estas reformas suponen un fuerte coste social que, con ambiente social deprimido, invita al estallido revueltas sociales.
Para realzar la posición de Argelia en el ámbito internacional, Buteflika utilizó las cuestiones claves en su política exterior (Marruecos e Israel) para obtener el apoyo francés y Estadounidense.
Los logros obtenidos por la política llevada a cabo por Buteflika durante su primer mandato, le permitieron ser reelegido en 2004.
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RIVALIDAD CON MARRUECOS
Desde su independencia, Argelia y Marruecos han tenido relaciones conflictivas dado que ambos han utilizado su política exterior para recalcar el nacionalismo y el autoritarismo que legitima sus regímenes políticos. Los conflictos fronterizos fueron el origen del conflicto (Guerra de las Arenas de 1963) que enraizó una profunda aversión entre el ejército argelino y la monarquía alauí.
Estas tensiones se reafirmaron cuando las incansables pretensiones marroquíes se centraron en la invasión del Sáhara Occidental en 1975 con el apoyo pasivo de las fuerzas contrarias al régimen de Franco en el exilio (la famosa Marcha Verde). Desde entonces, el apoyo de Argelia al Frente Polisario fue constante objeto de discordia entre los dos vecinos norteafricanos.
[La reconciliación con Marruecos podría suponerles una debilitación de su posición]
Durante la crisis argelina las rivalidades entre ambos países se acentuaron, ya que Argelia acusó a Marruecos de permitir que los islamistas actuaran desde su territorio con el fin de golpear a su rival. Tras el atentado de Marrakech en 1994 los dos países cerraron sus fronteras.
Al principio, Buteflika dio pasos para reconducir la situación, pero un nuevo atentado de los grupos islámicos que cobijaba Marruecos dio al traste con el intento.
La normalización de las relaciones con Marruecos sigue contando con las reticencias del ejército argelino que se opone a ello y considera el asunto del Sáhara Occidental como parte su “área privada”. Para los militares argelinos la guerra del 63 y el Sáhara Occidental han sido bazas para intervenir en política. La reconciliación con Marruecos podría suponerles una debilitación de su posición y que el Magreb sea un espacio integrado obligaría a redefinir su papel.
RELACIONES CON FRANCIA
Uno de los tradicionales objetivos de la diplomacia argelina, especialmente de la de Buteflika, es Francia, pues es su mayor valedor en los foros internacionales.
Durante la presidencia de Liami Zerual, los malentendidos entre ambos países fueron constantes. La implicación directa de Francia en el conflicto tras el secuestro de un Airbus de Air France en 1994 y los atentados de 1995 fueron germen de tensiones. Desde entonces la política francesa hacia Argelia se ha visto paralizada por el chantaje del terrorismo, cuyo origen está oscuro y por determinar. Sin embargo, la política argelina de Francia no ha variado: control y restricción de los flujos migratorios y apoyo económico destinado a sostener los intercambios económicos.
Sin embargo, el apoyo francés a Argelia durante el conflicto del país norteafricano se impulsó por la existencia de personalidades muy vinculadas a Argelia en los círculos de poder galos. La poderosa Seguridad Militar argelina, centro de decisión política y experta en manipulaciones, supo utilizar los vínculos establecidos con su homóloga francesa, la DST, para extender en Francia su red de influencia.
Al comienzo de su mandato Buteflika quiso atraer la confianza francesa, pero los galos no respondieron inmediatamente a las invitaciones oficiales de Argelia, por lo que escogió a Italia como destino de su primer viaje oficial. En estos momentos Italia se ha convertido en uno de los socios más importantes de Argelia.
Al final la perseverancia de Buteflika dio resultado. Argelia obtuvo el acercamiento de los actores económicos franceses y el gobierno francés convirtió parte de la deuda argelina en inversión directa. Francia continua siendo el mayor referente de Argelia. Los Estados Unidos y la Unión Europea reconocen de facto que el país norteafricano es coto privado de los galos.
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LA BAZA DE ISRAEL
El final de la Guerra Fría obligó a Argelia a redefinir sus orientaciones ideológicas. Uno de esos pilares de nuevo cuño fue la afirmación de su vocación de mediar en los contenciosos y conflictos regionales.
Argelia que formaba parte del núcleo duro de los intransigentes con Israel, optó a partir de entonces por la moderación en búsqueda del respaldo occidental. Buteflika enseguida se manifestó conciliador con la comunidad judía y partidario de un acercamiento al Estado de Israel. Con ello pretendía asegurarse los apoyos de los lobbies judíos en Francia y Estados Unidos.
[El acercamiento a Sudáfrica ha sido destacable, especialmente en materia antiterrorista]
Este nuevo idilio, que se quiso llevar a hurtadillas, se ha traducido en una penetración comercial israelí en la economía argelina.
En el mismo sentido se podría hablar de la reconciliación con Irán. La necesidad de acercarse a la OPEP condujo a un cambio de actitud hacia el régimen de Teherán.
Igualmente, Argelia se ha abierto hacia Africa. El acercamiento a Sudáfrica ha sido destacable, especialmente en materia antiterrorista.
EL RESULTADO ECONOMICO
Argelia se ha esforzado en convencer a Occidente de que es un país seguro para invertir sin riesgo. Pero la capacidad de infundir confianza para que los agentes económicos vuelvan a invertir en Argelia se limita por las fuertes resistencias que suscitan las reformas económicas en le seno del régimen. La ausencia de apertura política real sigue obstaculizando las inversiones extrajeras que temen decisiones arbitrarias de las autoridades públicas, como parece que los acontecimientos recientes con empresas españolas, demuestran.
Los gobiernos occidentales han apoyado al régimen argelino, principalmente, por el temor que suscita la llegada al poder del islamismo. Sin embargo, esta política podría ser contraproducente, puesto que el mantenimiento en el poder de un régimen que ha monopolizado el poder y las riquezas nacionales constituye uno de los mayores obstáculos a los proyectos de cooperación económica.
En este sentido, se inscribe el viaje del entonces presidente del gobierno español José María Aznar a Argelia para propiciar un acercamiento económico y político al gobierno de Argel. Esta visita de Estado fue un habilidoso acercamiento al país norteafricano para asegurar el suministro energético a España, frenar el constante chantaje de Marruecos a España y a la Unión Europea (al utilizar la amenaza integrista, el terrorismo y la presión migratoria para obtener los objetivos particulares de la casa real marroquí), amparar al Sahara Occidental y apoyar la estabilización de Argelia y del Magreb.
Lo conseguido entonces fue totalmente destrozado por la ya tradicional ineptitud del actual gobierno español del socialista José Luis Rodríguez Zapatero en materia de política exterior. Rodríguez Zapatero ha materializado un sometimiento y una cesión a todas las extorsiones de Marruecos con total apoyo a su política exterior sin ningún tipo de dirección ni contrapartida; ha vendido el Sahara Occidental y a su población a los intereses marroquíes; y ha generado una mayor tensión en la zona del Magreb. Lo cual ha desembocado en una lógica y esperada respuesta por parte de Argelia.
Tras el apoyo de Rodríguez Zapatero a Marruecos condenando el futuro del pueblo saharaui, el gobierno de Argel tomó, en primer lugar, el día anterior a la visita de los reyes de España a Argelia, la medida de revisar al alza un 20% los precios del gas que vende a España. Esta elevación es un duro golpe para los españoles puesto que el 60% del gas que consume España es argelino. Evidentemente, la gran dependencia española del gas norteafricano coloca a Argelia en una posición de superioridad ante cualquier disputa con España.
[La única alternativa real que tiene España, en el corto y medio plazo, es el gas argelino]
El gobierno de Rodríguez Zapatero ha tenido que hacer concesiones exageradas para intentar reconducir el conflicto con Argelia. Ofreció a Sonatrach el poder operar en España y traspasarle la mayoría en Medgaz, un nuevo gasoducto diseñado para unir los dos países. Pero esto no calmó el enfado argelino que procedió, posteriormente, a la denuncia del contrato con Repsol y Gas Natural en el área de Gassi Touil. Pese a que el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Angel Moratinos, había garantizado que tenía la situación controlada y que llegaría a un acuerdo con Argelia en el tema de la subida del precio del gas.
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La conclusión de estos acontecimientos es clara. Por una parte, a nivel interno de España, como decían los medios de comunicación españoles e internacionales, alguien debería explicarle al presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, que el suministro energético es vital para cualquier país, incluso para España.
Esto es mucho más evidente en el caso de que se quiera vender a los votantes teóricas políticas de bienestar y tergiversaciones sobre la energía nuclear. Y más cuando los expertos dicen que las energías renovables son caras e insuficientes. Con lo cual, la única alternativa real que tiene España, en el corto y medio plazo, es el gas argelino.
Por otra parte, del lado de Argelia, los actores económicos de los países con intereses en Argelia y la opinión pública internacional se preguntan si esta va a ser la pauta que seguirá en materia económica el hasta hace poco aperturista Buteflika.
La Comisión Europea y los países europeos siguen con especial atención estos acontecimientos. En ningún caso se querría una vuelta a actitudes trasnochadas de corte ultranacionalista y tercermundista.
De todas formas, de manera indirecta, los medios gubernamentales y la prensa argelinos han ido tranquilizando las inquietudes. Parece ser que la actuación es un escarmiento bilateral a España por su irresponsable postura en el conflicto del Sahara Occidental. La disputa tiene difícil solución para los españoles, puesto que el gas argelino es insustituible para España, pero Argelia, sin embargo, puede reemplazar tranquilamente a España.
Pero al margen de la disputa con España, el problema se centra en que el terrorismo islámico ha resurgido con fuerza en Argelia. Ahora con un mayor barniz de Al-Qaeda. Cuando la guerra civil de los años noventa asoló Argelia pese a la violencia llevada a cabo por los islamistas y el ejército, las instalaciones extranjeras de gas no fueron amenazadas por el FIS. Tampoco sus brutales sucesores del GSPC estuvieron obsesionados con atacar intereses económicos de países occidentales.
[El 22% de los suicidas que mueren en Irak son argelinos]
La situación parece recrudecerse y volver a los tiempos de los años de la guerra civil de los noventa, pese a los esfuerzos de estos años atrás por parte del presidente Buteflika por normalizar el país.
Como hecho anecdótico, llama la atención que los presos argelinos de Guantánamo estén luchando por permanecer en la isla caribeña y no ser extraditados a Argelia.
En diciembre del 2006 se activó el nuevo frente contra las empresas petroleras extranjeras, con un atentado contra los empleados de la compañía norteamericana Brown Root Condor, una filial de la empresa norteamericana Halliburton, en el que murieron dos personas y resultaron heridas otras ocho.
El 22% de los suicidas que mueren en Irak son argelinos y parece que Al-Qaeda quiere fijar sus tentáculos en el país norteafricano. El objetivo es atacar a Europa y articular a los islamistas de todo el Magreb, a la vez que expandirse por los endebles países que forman el extenso Sahel: Chad, Malí, Mauritania, y Níger,
Además, la estrategia de operaciones en “territorio de los infieles” es la de causar el mayor daño y terror posible a la población y a los intereses económicos. Con lo que se está planeando salir a hacer la guerra santa fuera de las fronteras argelinas. Y por la proximidad de los dos continentes y las redes que se han ido formando entre la inmigración magrebí, constituyen un peligro para Europa, y especialmente para España ( que es un objetivo obsesivo, estratégico e ideológico).
Con estos datos, es más que probable que los intereses y las instalaciones energéticas se vean afectadas por el quehacer macabro de los terroristas islámicos. Hecho que anulará el trabajo realizado durante los años pasados por Buteflika. Esto sumado al hecho de que parece que la seguridad jurídica de los intereses económicos extranjeros en Argelia, aunque con maquillaje, continúa en los niveles de los años sesenta, dibuja un escenario sombrío para los abastecimientos energéticos, especialmente de gas, a los países europeos.