Sufrir una violación es algo que ninguna mujer debería vivir. Pero el trauma no acaba aquí. Continua cuando los prejuicios, los estereotipos y la violencia institucional se ceba con ellas. Un camino lleno de piedras en el que al final, muchas víctimas son tratadas como culpables.

¿Qué es la violencia sexual?

La violencia sexual, incluida la violación, es una grave violación de derechos humanos y una de las manifestaciones más extendidas de la violencia contra las mujeres y niñas, basada en la discriminación por motivos de género tanto en España como en otros países del mundo.

Además, la violencia sexual es cualquier acto de carácter sexual contra una persona sin su consentimiento. El Código Penal español regula varios tipos de violencia sexual. La diferenciación de la violación como agresión sexual o abuso sexual, según se produzca con o sin violencia o intimidación, ha sido especialmente cuestionada por la sociedad en general, y especialmente por los movimientos feministas.

¿Cuáles son las consecuencias de la violencia sexual?

En España, las mujeres que se atreven a denunciar la violencia sexual se enfrentan, además de a la propia agresión, a un duro y largo camino marcado por la violencia institucional en todas las etapas. Un terrible recorrido plagado de piedras que les suponen dificultades casi insalvables cuando acuden a la comisaria, al hospital o en el juicio. En muchas ocasiones, las víctimas son maltratadas por quienes deberían garantizar su recuperación y el acceso a la justicia.

MANIFIESTO

Durante muchos años, hemos vivido en una sociedad que consentía; que aceptaba el maltrato como algo cotidiano; que veía la violencia sexual como algo habitual; que permitía que los abusos y las agresiones a las mujeres quedaran impunes.

Todo esto debería ser parte del pasado, pero aún hoy, en pleno siglo XXI, tenemos que vivir con ello.

Y NO LO CONSIENTO:

  • No consiento que miles de mujeres y niñas sufran violencia sexual, y mucho menos, que, además, tengan que enfrentarse a un camino lleno de obstáculos, de piedras.    
  • No consiento que si mi hija sufre el horror de ser violada, encima sea interrogada durante horas en la policía y tenga que escuchar frases como: “¿Qué ropa llevabas?”.     
  • No consiento que si mi pareja, mi hermana o mi amiga sufre una agresión sexual, le digan: “no importa, márchate, eso no es nada” o “aquí no te podemos atender” cuando acuda en busca de asistencia médica.     
  • No consiento tener que aguantar que jueces y fiscales traten a las agredidas como agresoras.     
  • No consiento que haya mujeres que teman denunciar a su agresor por el terror a sentirse señaladas de antemano.     
  • No consiento que no se crea a las mujeres violadas, que su palabra sea cuestionada, que sean ellas las juzgadas y no los violadores.     
  • No consiento ni una sola agresión más, ni una sola humillación más, ni una sola piedra más en el camino de las mujeres que sufren violencia sexual.     
  • No consiento que se crea que la violencia sexual es solo una cosa de mujeres porque nos afecta a todos y a todas: seres queridos, familias, parejas, hijos, hijas, amigos…     
  • Quiero una sociedad y unas instituciones que tengan claro que ante la violencia sexual hay DERECHOS:
    • El derecho a acudir a la policía y a ser informada y atendida sin prejuicios.
    • El derecho a ir a cualquier hospital y recibir la atención adecuada.
    • El derecho a una justicia libre de estereotipos y revictimizaciones.

Somos miles las mujeres y hombres que exigimos que se respeten estos derechos, no solo cuando aparecen manadas, sino todos los días.