Las extinciones son un proceso natural que hace que regularmente desaparezcan especies y poco a poco vayan apareciendo nuevas. Normalmente estos procesos tienen lugar a lo largo de decenas o cientos de miles de años. Nunca en la historia de la humanidad se había producido una extinción masiva de formas de vida como la que estamos viviendo en los últimos 100 años. Es un proceso irreversible que se ha visto acelerado por la acción de los seres humanos. Es urgente detener esta pérdida porque todas las personas necesitamos aire de calidad, agua y alimentos para vivir. Además, si miramos a nuestro entorno, casi todo lo que nos rodea proviene de la biodiversidad.

¿Qué tienen que ver las empresas en todo esto?

Toda nuestra actividad económica y nuestro bienestar se basan en las materias primas, los bienes y los servicios que nos proporciona la naturaleza y que constituyen nuestro Capital Natural. A menudo asociamos la degradación ambiental o el impacto sobre el medio natural sólo con empresas extractivas, sea de mineral, madera, pescado u otros bienes, pero cualquier actividad humana tiene un impacto, directo o indirecto, sobre la biodiversidad y en los servicios que ésta nos ofrece.  Nuestra ocupación del espacio es el indicador más evidente. El consumo energético y de materiales también tiene un impacto:

  • La madera de construcciones y muebles y la pasta para producir papel puede provenir de plantaciones de pinos o eucaliptos bien explotadas por estos fines, o de selvas tropicales vírgenes que son arrasadas.
  • El aceite de palma o la soja que se utilizan en los alimentos, piensos, productos cosméticos o de cuidado personal, pueden haber sido los causantes de la devastación de ecosistemas de gran valor en América del Sur o el Sudeste de Asia.
  • El pescado que se sirve en los restaurantes (o en la cantina de la empresa), dependiendo de su origen, tipología y medidas, puede estar contribuyendo al drama que están viviendo nuestros mares y océanos.

La biodiversidad también tiene un valor científico. Su estudio nos permite avanzar en el conocimiento del origen y funcionamiento de la vida y también nos permite entender cómo funciona la Tierra. Además, nos puede aportar múltiples aplicaciones que nos pueden ser muy útiles. Por todo ello, la biodiversidad es fundamental desde el punto de vista económico. Cada vez más, descubrimos moléculas y formas de vida que una vez imitadas o desarrolladas, pueden tener un valor económico muy importante. Otro de los valores de la biodiversidad que es cada vez más reconocido, es el valor como recurso turístico. Cada año millones de personas de todo el mundo visitan o viajan a áreas naturales para conocer, observar y fotografiar su biodiversidad.

¿Las empresas pueden hacer alguna cosa para revertir la situación?

Toda actividad empresarial se basa directa o indirectamente en el Capital Natural, y tiene por tanto la responsabilidad de invertir parte de su esfuerzo en conservar y regenerar este capital natural, como necesidad presente, y garantía de futuro.

En este proceso una organización puede buscar una alianza con una ONG conservacionista o de custodia estableciendo una relación que sea de beneficio mutuo. Un primer paso es conocer la biodiversidad de las áreas donde las empresas actúan y analizar los impactos.

Un ejemplo de buenas prácticas lo da la compañía Walmart, que desarrolló la iniciativa Acres for America que consiste en compensar cada acre (0,4 hectáreas) que ocupan los centros comerciales con la protección de una superficie equivalente de área de interés natural.

También tenemos la oportunidad de desarrollar un Plan de Acción para la Biodiversidad (PAB), que consiste en hacer un análisis más a fondo de nuestro impacto y en definir una estrategia y un plan de acción para compensarlo, colaborando al mismo tiempo con las estrategias locales o nacionales de conservación de la biodiversidad.

Por poner un ejemplo, ACESA elaboró, en colaboración con Acciónatura, un plan para sus autopistas AP-2 y AP-7, que ya se ha empezado a implementar, potenciando comunidades vegetales de interés en los terraplenes de las autopistas y áreas de descanso, y eliminando aquellas especies de flora invasivas de origen exótico.

La implicación de las empresas en la conservación de la biodiversidad constituye, a la vez que una responsabilidad, una oportunidad de diferenciación, de mejorar su reputación y de buscar la excelencia en el ejercicio de su responsabilidad social empresarial.