Por su estratégica localización, goza de un clima primaveral, de vegetación exuberante y bellísimas flores durante todo el año. Tiene un clima típico de sabana tropical que oscila entre los 8 y 18 °C.
Cuenta actualmente con más de ocho millones de habitantes (según el censo de 2010) con un perímetro urbano de unos 384,3 Km2. La ciudad se divide en 20 localidades y cada una de ellas cuenta con un alcalde y una junta administradora local, además se puede dividir en cuatro zonas: central, occidental, norte y sur.(1) Bogotá aspira a ser declarada la ciudad más sustentable de América del Sur con sus 120 kilómetros de ciclovías interconectadas que funcionan los domingos y festivos, por sus 1.200 espacios verdes y hasta un día anual “libre de autos”.
ÉPOCA COLONIAL.
Antes de la llegada de los españoles encabezados por Gonzalo Jiménez de Quesada, su fundador, estaba habitada por las culturas Chibcha y Muisca que se extendían por lo que es hoy Bogotá, Tunja, Iracá, Tundama y Guanetá, la zona estaba organizada bajo el mando de dos jefes: el Zipa y el Zaque.
Gonzalo Jiménez de Quesada, general español encargado de buscar el mítico El Dorado, llega a América por el norte en 1537 en compañía de 750 hombres. Una vez en Bacatá somete en compañía de su tropa a indígenas por las ansias de oro y esmeraldas. Después de la muerte del Zipa de Bogotá, Quesada decidió fundar una villa para establecerse en el terreno conquistado, y por la consigna de los conquistadores de “fundar y poblar” para establecer un gobierno estable y una vivencia ordenada para los indios. La villa fue erigida en Thybzaca (hoy Teusaquillo) por su abundancia de aguas, la cercanía de recursos como madera, piedra, tierras, y la protección del viento que les daban los cerros Monserrate y Guadalupe. El desarrollo de la villa se inició con 12 bohíos y una modesta capilla construida por los indígenas. Se eligió el día de la “Transfiguración del Señor”, 6 de agosto de 1538, día en que el reino de los muiscas fue ocupado en nombre del emperador Carlos V de España, la fecha adoptada oficialmente para la fundación de la ciudad y el lugar fue denominado Santa Fe de Bacatá en honor a Santa Fe de Granada, tierra natal de Jiménez de Quesada.
El documento más explícito encontrado hasta ahora, y que da fecha precisa de la fundación jurídica de la ciudad, con el nuevo nombre de Santafè, es el testimonio del capitán Honorato Vicente Bernal, acompañante de Nicolás de Federman y testigo presencial de este acontecimiento.
En una carta que Bernal le envió al teniente Pedro de Ursúa asegura que las tropas de Quesada llegaron a Bogotá en marzo de 1539 y que “a veintisiete de abril del dicho año (…) se nombró a alcaldes y regidores de ella”.
La fundación jurídica se dio siete meses y ventiún días más tarde, el 27 de abril de 1539, cuando se cumplió con la totalidad de los requisitos y procedimientos exigidos por las autoridades españolas para el establecimiento y reconocimiento de una ciudad, esto es el nombramiento de alcaldes y entrega de las correspondientes varas en señal de autoridad y jerarquía, la elección de regidores, la constitución del Cabildo, la demarcación de calles y cuadras, etc. (2) El emperador Carlos V le dio el título de muy noble, muy leal y ciudad más antigua del Nuevo Reino y pronto arraigó en la urbe una activa vida religiosa y cultural como lo constata la fundación del convento de Nuestra Señora del Rosario, o convento de Santo Domingo el 26 de agosto de 1550. En 1563 se abre la primera cátedra de gramática y los frailes comienzan a dar lecciones en su convento. En noviembre 1568 fue elegido y confirmado San Luis Bertrán como prior conventual.
La ciudad creció lentamente porque los bogotanos o “cachacos” deseaban conservar su antigua cultura. Querían mucho su ciudad y cuidaban de sus iglesias, conventos y casas construidas en estilo colonial español y de sus centros educativos como el Colegio Mayor de San Bartolomé (1604) , el Colegio Santo Tomás, (1608) el cual se convirtió en Universidad Santo Tomás (1639) y el Colegio Mayor del Rosario (1653) entre otros. Bogotá ha sido llamada desde hace muchísimo tiempo “La Atenas suramericana”. Los bogotanos se enorgullecen de hablar el mejor y más puro castellano del Nuevo Mundo. (4)
La Plaza Mayor era el lugar de congregación tanto del poder civil como del eclesiástico. Era un espacio público donde se realizaban las fiestas y celebraciones santas y en el que también se instalaba el mercado público, espacio de interacción de los vecinos españoles con los indios, dejando de lado sus divisiones sociales. También era el lugar por excelencia de numerosos actos de la cotidianidad local, incluyendo los delictivos y criminales, dándole el matiz de ser testigo de la vida colonial de Santafé. En ella había un contacto entre los blancos e indios, entre los blancos considerados pobres o de clase media como los soldados, artesanos y sirvientes. Era en la plaza donde entablaban una relación de intercambio de culturas y creencias, ejerciendo un ambiente de sociabilidad, el lugar donde se forma la sociedad colonial. En Santafé de Bogotá la Plaza Mayor tenía atributos que se disputaba con la Plaza de las Yerbas, la que siglos después sería el Parque de Santander. Por un lado, en la primera se levantaría la que sería la Catedral en el altozano de la plaza, mientras que la segunda, era el lugar de intercambio de produc tos con los indios. En ella se situó luego el mercado público de Bogotá.
Por otro lado, como consecuencia del proceso de fundación y del repartimiento de ejidos de la ciudad, la plaza de las Yerbas fue el lugar donde se realizaron las primeras construcciones residenciales para los personajes más distinguidos. En lugar de ubicarse en la Plaza Mayor, el fundador Jiménez de Quesada tuvo su residencia en la Plaza de las Yerbas, una decisión que muestra los nexos entre espacio y poder político.(5)
La Plaza de San Victorino se convirtió en el límite de la ciudad hacia el occidente. Era además el paso obligado para los viajeros que entraban a Santafé o salían con rumbo a Honda, importante puerto sobre el río Magdalena, vía fluvial hacia los puertos de la costa Caribe y de ahí al mundo.
Algunas de las residencias de los primeros vecinos de Bogotá, ubicadas en los solares cercanos a la Plaza Mayor, serían donadas como acto benéfico para la ciudad.Un ejemplo notable de esto fue la donación hecha por el arzobispo fray Juan de los Barrios, quien entregó en 1564 su residencia situada detrás de la Catedral para que fuera la sede del Hospital de San Pedro, que en 1739 se remplazaría por el Hospital San Juan de Dios.(6)
Para finales del siglo XVI la ciudad contaba con la presencia de instituciones como la Real Audiencia y el Cabildo, autoridad municipal española en las indias, ubicado en la Plaza Mayor junto a la catedral y la cárcel.Se construyeron conventos, iglesias, capillas, ermitas y monasterios que de una u otra manera, aportarían al paisaje de Santafé ya que la ciudad se levantaba sobre construcciones pajizas que le daban un ambiente aldeano. Se había avanzado así en un proceso de transición urbanística asociado con la importancia creciente que adquiría la población.
Durante la época colonial, además de las construcciones religiosas se hicieron notorios avances en las civiles. Entre ellas se destacaron el puente sobre el río Tunjuelito, el Puente del Común que ayudó a agilizar la comunicación de Santafé con Zipaquirá, el Puente de Sopó que facilitó la vía hacia el norte y Puente Aranda que comunicaba con el camino de occidente y con los puentes de San Antonio en Fontibón y el de Bosa sobre el río Tunjuelito.
La expansión de Santafé obligó a la incorporación de mano de obra indígena. La mita urbana estuvo destinada a dotar de fuerza de trabajo dicho proceso. Al ser abolida esta mita por el rey, en 1741, disminuyó el aporte de los indios a la ciudad. En las calles de Santafé, se podía ver a los indios “chontales” que no hablaban el castellano y no tenían sinceras convicciones cristianas; los indios “ladinos” que hablaban su lengua nativa y el castellano y eran aprovechados como traductores; y los que se consideraban indios “urbanos” que eran criados de las casas de los blancos. Vestidos con mantas y otras veces de ruana, se les veía desempeñando oficios como aguateros, silleteros o arrieros. (7)
EL DESARROLLO DE LA CIUDAD DE BOGOTÁ EN EL S. XIX.
Hacia 1800, en la ciudad de Bogotá vivían unos 21.000 habitantes y 200 extranjeros con una extensión de 3.000 metros de Norte a Sur y 1.700 metros de Este a Oeste. Contaba con treinta y tres iglesias y conventos (reflejando en ellas el arte edilicio en los edificios, los altares de las iglesias colo niales, y el esplendor lujoso de su orfebrería), una leprosería y cuatro agentes municipales —según un virrey— que se encargan del aseo, los chulos,la lluvia, los burros y los marranos. Afición por el teatro, bailes, tertulias y procesiones; los 180 días de fiesta, si se incluyen los domingos. “Los que no poca culpa tienen de que los colombianos se hayan vuelto perezosos y reacios al trabajo”. Palabras de un inglés, Charles Stuart Cochrane quien, a principios del S.XIX,nos da un sentido concreto de cómo se fue configuran do la ciudad de Bogotá en gentes, urbanismo e instituciones. También las palabras de Stuart Cochrane revelan la pobreza de los edificios públicos:
“El palacio que habita el presidente de la República puede tildarse de cu alquier cosa menos de suntuoso; tiene un techo plano y está construido con ladrillos simples secados al aire. El ala más larga sirve de cárcel y los pase- antes son molestados por los presos,quienes les piden limosna o simplemen te conversan con sus amigos”. (8)
Ciudad aislada e introvertida,tres veces por mes sale y se moviliza el correo de Cartagena a Bogotá y viceversa, con una demora de 19 a 20 días hasta Bogotá, “y alrededor de diez días hasta Cartagena, navegando río abajo”. Aislamiento geográfico y subdesarrollo económico fueron rotos, por momentos, gracias a la figura de Bolívar y el papel estratégico de la capital. El esquema se rompió pero la ruptura resultó efímera. Como conclusión: “Tan sólo un ínfimo número de neogranadinos conoció de manera directa el mundo exterior”.
El viajero francés Gaspard-Theodore Mollien nos dice cómo eran las plazas públicas de Bogotá y qué se vendía en ellas:
“Las plazas son amplias y todas están adornadas con fuentes.La plaza del Palacio es el sitio en que los viernes se verifica el mercado, cuyo aspecto no es desagradable para el extranjero, a pesar del desorden que reina entre la gente que ese día acude en masa a Bogotá».
Se advierte en ese mercado una gran abundancia de carnes, de granos, de verduras y de frutas de toda especie. Se encuentran allí las de Europa y las de América.Se ven cestos de fresas, de piñas, de aguacates, de melocotones y de manzanas; más allá, montones de coles, de zanahorias, de patatas, de yucas y plátanos; al lado de sacos de maíz, de cebada y de trigo se ven mon tones de almendras de cacao, de pilones de azúcar…”
Además, Mollien señala el poco interés de los habitantes de Bogotá por la cultura:
“El Gobierno ha fundado una biblioteca que consta de unos 6.000 volúmenes y creó un jardín botánico y un observatorio. Estos están completamente abandonados: hay tres imprentas que tienen poco trabajo, pues sólo editan dos semanarios y algunos alegatos de abogados”. (9)
Años más tarde (1881-1882), el argentino Miguel Cané de viaje por Colombia dice lo siguiente sobre la ciudad de Bogotá:
“Está en la cumbre de un cerro perdido en las entrañas de la América… donde la acción municipal, en relación con la basura, resulta deslumbrante en su eterna ausencia”.
También Cané retrata el perfil de sus habitantes:
“El bogotano es esencialmente escéptico; capaz de todos los entusiasmos, tiene cierto desdén de hombre de mundo por la declamación patriotera de media calle”.
Aunque en el siglo XIX Bogotá pudo ser una ciudad republicana,en esencia conservó su paisaje colonial. Con el tiempo la ciudad amplió su perímetro urbano debido a las olas migratorias. Los barrios tradicionales como La Candelaria, La Catedral, Las Nieves, Santa Bárbara y San Victorino se man tuvieron como núcleos principales de habitación en Bogotá, pero surgieron otros como Las Aguas,Las Cruces, Egipto, La Perseverancia, San Cristóbal y Chapinero, este último zona de recreo de la clase alta bogotana y muy alejado del centro.
Hacia mediados de siglo,1852,de acuerdo con el plano levantado por Agustín Codazzi, era común que las calles y carreras bogotanas se identificaran con algún nombre de un prócer, alguna ciudad o país. De todas estas calles las más importantes fueron las conocidas en la ciudad con el nombre de la Moneda,la Enseñanza y la Catedral, es decir, la actual calle 11 desde su cruce con la carrera 4ª hasta su desembocadura en la plaza de Bolívar. De esta época son varios edificios que, aun hoy en día, destacan en la capital de Bogotá: El Palacio Arzobispal, La Catedral, El Capitolio y El Teatro Nacional.
Durante los años de la monarquía española, el lote que hoy ocupa el palacio Arzobispal fue comprado por el arzobispo Álvarez de Quiñónez. A finales del siglo XVIII el arzobispo Caballero y Góngora lo ornamentó y lo enriqueció con cuadros de los más famosos pintores de la época: Murillo, Tiziano, Reni, Miguel Ángel, Cano, Velásquez, El Españolito, etc. También con millares de libros, una rica biblioteca y un exquisito mobiliario traído de Europa. Sin embargo, todo ello fue destruido durante los incendios del 9 de abril de 1948, durante el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán. Un año después, la señora Margarita Herrera de Umaña y su hija Inés hicieron donación al arzobispo Ismael Perdomo de la casa de la esquina suroriental de la plaza de Bolívar, llamada en la época colonial Casa de la Aduana, y que fue la ba se para la edificación de la actual casa arzobispal, inaugurada el 18 de octubre de 1957.
Después de cuatro construcciones en este mismo lugar, en 1807, bajo los planos de Fray Domingo de Petrés, se construye la catedral tal y como se puede ver hoy en día. Luego de unos cambios pertinentes por Nicolás León la catedral fue consagrada como catedral primada de Bogotá en 1823. Cuenta con una planta rectangular y tres naves de la misma altura. La primera vaída y la segunda con bóvedas de arista.En cuanto a la fachada es dos cuerpos, el primero cuenta con un orden dórico y el segundo junto con las torres cuentan con un orden jónico. Su interior está compuesto por varias capillas, una de ellas la de Santa Isabel de Hungría que es la más importante de to das ellas yacen los restos de algunos de los más destacados personajes de la historia de Colombia como Gonzalo Jiménez de Quesada, Antonio Nariño, y el pintor Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos. (10)
El lugar que hoy ocupa el Capitolio Nacional fue un lote abandonado duran te casi sesenta años desde cuando un incendio ocurrido en 1786 redujo a cenizas el palacio virreinal que se encontraba allí,en la esquina sureste de la plaza Mayor, hoy de Bolívar. Enseguida de éste se ubicaban la casa de la Real Audiencia y la llamada cárcel de corte. Los sucesos de la Independencia impidieron que el gobierno español hubiera construido en este lote la mayor obra de arquitectura civil en Bogotá, dada la pericia de los arquitectos de la época. El solar se convirtió casi en un basurero, hasta que el general Tomás Cipriano de Mosquera concibió la idea de dotar al país de un edificio nacional que alojara con decoro al presidente,al cuerpo legislativo,a la Corte Suprema de Justicia y a los despachos ministeriales.
Para el efecto contrató los servicios del arquitecto danés Tomás Reed,quien también estuvo detrás de las obras del antiguo Panóptico (hoy Museo Nacional). El 20 de julio de 1847 se colocó entonces la primera piedra del Capitolio Nacional. (11)
De las transformaciones de Bogotá en el siglo XIX, una de las más significativas fue la construcción, en 1846, de las Galerías Arrubla. Ocupó todo el costado occidental de la Plaza de Bolívar y, junto con la estatua del Libertador Simón Bolívar, instalada ese mismo año, acompañaron la lenta construcción del Capitolio Nacional, iniciada bajo el Gobierno del Presidente Tomás Cipriano de Mosquera. Dentro de las galerías Arrubla, con un frente de 103 metros, se ubicaron en sus dos primeras plantas diversos negocios y comercios tales como cafés y almacenes de artículos importados muy lujo sos a los que concurría la élite capitalina. En el tercer nivel de estas se ubica ron las oficinas de la administración municipal. El 20 de mayo de 1900,este edificio fue consumido por las llamas, perdiéndose de esta forma gran parte de la documentación histórica de la ciudad. (12)
El Teatro Colón de Bogotá es el Teatro Nacional de Colombia, construido en un área de 2.400 metros cuadrados. Su estilo es neoclásico y su fachada es de orden dórico toscano, en piedra tallada,con tres partes separadas entre sí por dos cornisas también en piedra. Fue construido por el arquitecto italiano Pietro Cantini, quien por entonces trabajaba en la construcción del Capitolio Nacional y el 5 de octubre de 1885 fue colocada la primera piedra en el mismo lugar donde antiguamente funcionaron el Coliseo Ramírez y el Teatro Maldonado. La ornamentación y la decoración de la construcción es tuvieron a cargo del arquitecto suizo Luigi Ramelli. Fue bautizado en honor de Cristóbal Colón, e inaugurado el 12 de octubre de 1892 para conmemorar el cuarto centenario del descubrimiento de América. Tiene un aforo de unos 900 espectadores. El Teatro Colón fue declarado Monumento Nacional por el decreto 1584 del 11 de agosto de 1975 y quedó como la séptima maravilla de Colombia en una votación realizada por el diario El Tiempo entre sus lectores a nivel nacional en 2007 para elegir las 7 Maravillas de Colombia. (13)
A finales del siglo XIX el espacio donde se desarrollaba el mercado, que tradicionalmente había sido en la plaza principal, se convirtió en espacio convencional y más distante, rodeado con verjas en hierro para demarcarlo. Era el signo del triunfo de la república. Generalmente se ubicó en una de las salidas de las ciudades. Así la plaza perdió su carácter monopólico de centro vital.Las ciudades crecieron y otros centros de animación comenzaron a ser lugares de mayor concurrencia: parques, paseos o la calle comercial. La rutina cotidiana de encontrarse en la plaza,cambió para frecuentar estos nuevos espacios. La población continuó su explosión demográfica hasta superar los 96.000 habitantes a finales del siglo XIX. (14)
LA CIUDAD DE BOGOTÁ EN LA ACTUALIDAD.
Entre finales del siglo XIX y primeros años del XX, la ciudad propició varias industrias que ayudarían a su continuo progreso.Entre ellas se destaca la Cervecería Bavaria (1889) que se convertiría en un símbolo de la ciudad; se localizaría a las afueras más allá de la Recoleta de San Diego, que había sido el límite norte durante cerca de cuatro siglos. La fábrica de vidrios Fenicia creada en 1896, sería uno de los complejos industriales que utiliza ría avanzados procesos técnicos para la época. Para el periodo de 1910 a 1948 en Bogotá se instalaron fábricas de alimentos, de cerveza, de chocolates, curtiembres y zapatos, de gaseosas, panaderías y pastas, de tabaco, fábricas de muebles, sombreros y tejidos, y también laboratorios químicos. No podían faltar por supuesto las de materiales de construcción y con ellas las firmas constructoras, todo esto en un proceso de intenso crecimiento en una ciudad que al comenzar el siglo XX bordeaba los 100.000 habitantes.
A principios del siglo XX, se va a construir un edificio emblemático de la ciudad de Bogotá: El Palacio Liévano, sede de la Alcaldía Mayor. Es un edificio de forma rectangular construido con el mismo estilo neoclásico que el resto de las construcciones de la época. Su edificación comenzó en 1902, y actualmente ocupa toda la parte occidental de la Plaza de Bolívar.La obra estuvo a cargo de Gastón Lelarge y Ricardo Lleras Codazzi,y se caracteriza principalmente por la belleza de su patio central y los trabajos en piedra. El edificio original, cuya construcción finalizó en 1910, posee tres niveles, sus techos y paredes conservan las incrustaciones de yeso características de la arquitectura de la época,y las pesadas puertas de madera, consideradas patrimonio histórico.
Las obras de arquitectura del siglo XX en Colombia se pueden agrupar en dos grandes períodos: el fin de la arquitectura republicana y el período moderno, cuya frontera se encuentra alrededor de 1930.Esta división esquemática separa las edificaciones proyectadas bajo la influencia estilística del academicismo, de las obras basadas en los principios de los movimientos modernos de la arquitectura.En el primer período trabajaron varios arquitectos europeos llegados al país por su propia voluntad o por encargos especiales: Gaston Lelarge, Pietro Cantini, Robert M. Farrington, Agustín Goovaerts, Auguste Polty, Joseph Martens. También actuaron algunos arquitectos e ingenieros colombianos formados en las escuelas locales o en el exterior: Mariano Santamaría, Julián Lombana, Arturo Jaramillo, Horacio Marino Rodríguez, Alberto Manrique Martín, entre otros. El segundo período se ges ta bajo la influencia de otros extranjeros: Vicente Nasi, Leopoldo Rother, Karl Brunner, Bruno Violi, y se desarrolla con el trabajo de los mejores profesionales graduados en Colombia.
Lelarge fue especialmente prolífico en Bogotá entre 1900 y 1920. En este período proyectó el Palacio Echeverri (actual Ministerio de Interior) (1900-1904), el Edificio Liévano (actual Alcaldía Mayor) (1901), el Palacio de La Carrera (1906-1918, con Julián Lombana ) y el Palacio de San Francisco (Antigua Gobernación de Cundinamarca) (1918-1933, con Arturo Jaramillo) Cantini, italiano, proyectó el Hospital de San José (1904-1925).
La transición hacia lo moderno se inició alrededor de 1930. En las primeras realizaciones, la Biblioteca Nacional de Bogotá, por ejemplo,(Alberto Wills Ferro, 1933-1938) y el Teatro Infantil de Parque Nacional (Carlos Martínez Jiménez, 1936) se aprecia la influencia del Art Deco, estilo moderadamente moderno que influyó también en algunos de los primeros edificios construidos en la Ciudad Universitaria en Bogotá entre 1936 y 1939. El proyecto inicial de este campus (Leopoldo Rother,1934) muestra una disposición si métrica que recuerda algo del academicismo precedente, aun cuando su espacialidad es netamente moderna. Rother, arquitecto alemán llegado a Colombia para trabajar en el Ministerio de Obras Públicas, fue un entusiasta impulsor de las ideas modernas. Entre 1940 y 1950 realizó algunas de sus más importantes obras en la Ciudad Universitaria de Bogotá, las residencias para profesores (1939-1941), la Facultad de Ingeniería (1943-45,con Bruno Violi) y la Imprenta, hoy Museo de Arquitectura (1947-48).
La década de los años cincuenta puede verse como el período de apogeo de la arquitectura internacional y de las grandes firmas profesionales.Es también el período de oro de la construcción en concreto armado, con obras de gran despliegue estructural, y es la década de los ensayos más interesantes en el campo de la vivienda en serie. La iglesia del Gimnasio Moderno (Juvenal Moya, 1954), el Hipódromo de Techo (Alvaro Hermida y Guillermo Gonzalez Zuleta,1955), el Aeropuerto Internacional Eldorado (Cuéllar Serrano Gómez, 1956-1958) y el edificio Ecopetrol, todos ellos en Bogotá.
Dos edificios universitarios y un centro recreativo construidos en Bogotá en la última década afirman la tradición de calidad de la buena arquitectura establecida en la ciudad hace ya varias décadas, y que sobrevive pese a los ataques de la mal entendida economía. A Daniel Bermúdez Samper se de ben los proyectos del edificio Lleras en la Universidad de los Andes (1992) y del edificio de postgrados de la Universidad Jorge Tadeo Lozano (1996-97). El Centro Urbano Recreativo de Compensar es obra de los arquitectos Daniel Motta y Fernando Rodríguez. Estos tres edificios han sido distinguidos con premios en las tres últimas Bienales de arquitectura.
La modernidad, o al menos la modernización,era ya reconocida hacia 1930 como una nueva manera de mirar el mundo edificado,acompaña da con nuevas nociones de participación social especialmente en el mejoramiento de la condición habitacional de la población. La arquitectura moderna en sus comienzos se asumió como una forma especial de
Boceto de Le Corbusier Bogotá (1950). apostolado, destinado a traer progreso, claridad y orden a aquello que, a ojos de los interesados, era un mundo atrasado y desordenado. A lo anterior se sumó el propósito de cambio tecnológico como apoyo indispensable para la realización de las ideas modernas. El concreto armado fue el primer material demostrativo de la nueva manera de construir. El uso del metal y del vidrio y de las nuevas técnicas en instalaciones eléctricas, hidráulicas y sanitarias se incorporó en este cambio, con la consiguiente aparición y expansión de industrias productoras de materiales y aparatos. Las técnicas artesanales tradicionales no desaparecieron; por el contrario,se sumaron a las nuevas técnicas en una simbiosis que ha perdurado en el tiempo.(15)
Esta modernidad mal entendida (que se inicia a fines del S.XIX con la reforma y demolición de edificios históricos)llegará, hasta sus últimas consecuencias, con la demolición del convento de Santo Domingo (entre 1939-47). En la Bogotá de 1939 el antiguo convento de Santo Domingo, erigido en el S. XVI y ocupado a partir del siglo XIX por la oficina de Correos y Telégrafos y otras dependencias oficiales, era uno de los últimos representantes en pie de la que había sido una verdadera “infraestructura de lo religioso” de la ciudad colonial. Los verdaderos motivos para su demolición fueron el triunfo de los gobiernos liberales que veían al convento como el último vestigio, y el más evidente, del pasado colonial español. Además, la ciudad de Bogotá, en las primeras décadas del siglo XX, estaba experimentando un fuerte crecimiento demográfico y necesitaba más espacios urbanos libres para su desarrollo, incluso a costa de su Patrimonio Histórico.(16)
FOTOGRAFÍAS DE LA DEMOLICIÓN DEL CONVENTO DE SANTO DOMIN GO DE BOGOTÁ (1939). (Col. fotográfica de la Univ. Santo Tomás de Bogotá) Y DEL PALACIO DE JUSTICIA INCENDIADO Y DEMOLIDO EN 1948.
Años más tarde, el 9 de abril de 1948, se va a producir un fuerte incendio en la ciudad de Bogotá.Varios edificios históricos serán pasto de las llamas; algunos de ellos serán nuevamente reconstruidos pero el Palacio de Justicia edificio de estilo neoclásico diseñado por el arquitecto Pablo de la Cruz, construido en la década de 1920 y ubicado en el costado norte de la Plaza de Bolívar no será reconstruido sino demolido.(17)
El motivo de estos incendios fue el asesinato del Doctor Jorge Eliécer Gaitán, firme candidato a la presidencia de Colombia lo que provocó una lucha, entre conservadores y liberales por las calles de Bogotá. Tras varios días de revueltas quedaría el pavoroso saldo de cerca de 3.000 personas muertas o desaparecidas y más de 146 edificaciones destruidas, sobre todo, en el centro de la ciudad.(18)
Pese a los escándalos por corrupción que la han sacudido en los últimos decenios, Bogotá se ha consolidado como un centro urbano de servicios. Este sector representa el 70 por ciento de su economía, frente a 48 por ciento del resto del país. La ciudad tiene un abanico amplio de opciones que ofrecer: es líder en cobertura de servicios públicos, con tasas que bordean el 100 por ciento, y en calidad y acceso a la educación (un millón de niños y jóvenes reciben educación gratuita); tiene la tasa más baja de analfabetismo y encabeza las cifras más bajas de desempleo: terminó el 2012 con 8,5 por ciento, y aunque hoy tiene un 9,5 por ciento de desocupación, es menor comparada con la del país.(19)
El desbordado crecimiento de la población (que pasó de 715.000 habts, en 1951 a casi 7 millones, en 2005) se aprecia claramente con la anexión de otras áreas de la ciudad, entre ellas, gran parte de la zona del sur-occidente (una extensión de 11.000 Has. aproximadamente), sector que presentaba para finales de los años setenta una condición igualmente preocupante: otro millón de habitantes requería servicios públicos, vías de acceso, equipamientos y servicios sociales.
Luis Armando Galvis, economista del Centro de Estudios Económicos Regionales del Banco de la República señala el fuerte crecimiento demográfico que ha experimentado la ciudad de Bogotá convirtiéndose en una de las urbes más densas del hemisferio occidental puesto que tiene, en promedio, 200 habitantes por hectárea, pero hay zonas donde alcanza los 568, más alto que el de Nueva York (530) o Ciudad de México (490). “Esa densidad –dice Galvis– tiene costos asociados”. Uno de ellos es que la ciudad demanda un mejor transporte y soluciones de movilidad. Aunque a comienzos de siglo, TransMilenio significó un alivio, para la mayoría de personas que no tiene más alternativa que usar el transporte público tradicional, moverse sigue siendo un problema, que se agrava con las congestiones de coches y motos”.(20)
La capital es la ciudad que genera las mayores expectativas. Pero también, la más desigual desde el punto de vista económico-social.La administración municipal, en el documento del proyecto PIDUZOB, advirtió que “sin acciones expresadas en la urbanización, se continuará el crecimiento caótico, desordenado, socialmente explosivo y oneroso”, por lo tanto se planteó para el desarrollo del programa una nueva estrategia, una política urbana diferente, consistente en la propuesta de una solución integral que apuntara hacia la eficiencia urbana. Todo ello, para evitar la convivencia de dos ciudades en una: una, pobre y de miseria, y la otra, de facilidades y oportunidades para los habitantes de mayores recursos. Para entonces, era evidente la imposibilidad de controlar al urbanizador clandestino y se reconocía, con preocupación, su gestión cómo la única alternativa de oferta de vivienda para los más pobres.
Los cerros del sur de la ciudad y los bordes de los ríos Tunjuelito y Bogotá están ocupados de forma muy precaria donde termina el asfalto: Cerros del Sur de Bogotá. En el límite sur de Bogotá, entre montañas frías barridas por el viento de la cordillera, millones de desplazados por 60 años de guerras buscan construir el mundo de sus sueños, pese a las amenazas de los grupos armados y el abuso de los propietarios de tierras. Llegando al barrio de Jeru-salén,donde aparece un cinturón de cerros que marcan el límite de la ciudad
las viviendas son cada vez más pobres aunque casi todas están construidas con bloques. Los servicios parecen cada vez más precarios: sólo las calles principales, las avenidas, están asfaltadas; los comercios y el transporte público son más escasos; la llanura va dando paso a cuestas empinadas. Estamos llegando a los suburbios de los suburbios. Los barrios más altos tienen grandes carencias (80% sin alcantarillado y alumbrado público), y presentaban insuficiencias en educación (faltaban 90.000 cupos), salud y transporte. Con la implantación del modelo neoliberal se suma un problema nuevo: la violencia. Unos 300 jóvenes eran asesinados cada año como parte de la “limpieza social”; pequeños delincuentes, drogadictos y pandilleros, pero también activistas sociales y políticos, en una población que, en esa zona hacia 1993, tenía ya casi un millón de habitantes. (21)
Para dar respuesta a esta situación se diseñó y puso en marcha otro ambicioso programa denominado Ciudad Bolívar que se pretende desarrollar en los próximos años. En los programas de vivienda del POT (2000) y de Hábitat (2003),(22) el subprograma de mejoramiento integral mantuvo tanto su definición como sus componentes, donde se reconoció el carácter residencial de estas zonas informales de la ciudad y se establecieron estrategias de planeamiento, coordinación institucional, participación y concertación.
La ciudad de Bogotá, a pesar de las dificultades señaladas, sorprende por su dinamismo y capacidad para seguir funcionando. Los inmigrantes, gran par te de ellos de origen rural,se incorporan a la sociedad de consumo en la que antes no participaban. (23)
Notas bibliográficas.
(1)Censo de población de 2010 y Plan de Ordenamiento Territorial (POT).
(2)www.archivobogota.gov.co
(3)www.bogotasocial.org/documentos/PLANOS-DE-BOGOTA.
(4)www.bogota-dc.com//history/…
(5)Historia de Bogotá. Villegas editores. 1988.
(6)Alfredo Iriarte. Breve historia de Bogotá. 1988.
(7)Natalia León Soler. Bogotá: De paso por la ciudad.Revista Credicial Historia. Edición 224.Agosto,2008.
(8)Juan Gustavo Cobo Borda. Bogotá a comienzos del siglo XIX.
(9)Gaspard-Theodore Mollien. Viaje por la República de Colombia en 1823.
(10)www.guiatodo.com.co/Sitio/bogota/la_catedral_primada_de_bogota# (11)Samuel Moreno Rojas. Bogotá, una memoria viva. Bogotá, 2009.
(12) www.guiarte.com/bogota/informacion-general/…
(13)Samuel Moreno Rojas. Bogotá, una memoria viva. Bogotá, 2009.
(14)Beatriz Castro Carvajal. Aspectos de la vida diaria en las ciudades republica-
nas.
(15)Alberto Saldarriaga Roa. Arquitectura colombiana en el siglo XX).
(16)Liliana Rueda Cáceres. La paradoja del monumento histórico o de la demolici ón del antiguo convento de Santo Domingo de Santafé de Bogotá. 1939-47.
(17)El Palacio de Justicia edificio con historia. Caracol Radio.
(18)www.colombiaaprende.edu.co/html…
(19)www.eltiempo.com/colombia/bogota/
(20)Luis Armando Galvis. Estudio del Banco de la República titulado “¿El triunfo de Bogotá?”).
(21)www.cipamericas.org/es/archives/898#
(22)Programa de Hábitat 2003.
(23)Horacio Capel.Redes, chabolas y rascacielos. Revista,Mediterráneo Económico Nº3.
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