En 1748 Los Jesuitas tenían planes para construir una iglesia en la plaza de la Ciénaga en la iglesia, sería el oratorio de los hijos de San Ignacio el que más tarde llegaría a convertirse en catedral. En 1778 por orden del obispo Felipe José de Trespalacios comenzó el proceso de transformación del antiguo oratorio de San Ignacio en la Catedral de La Habana dedicada la Purísima Concepción. La Catedral de estilo barroco, es considerada de la corriente toscana por sus dos torres campanarios laterales, el templo forma un rectángulo con tres naves y ocho capillas laterales divididos por gruesos pilares. El piso es de mármol blanco y negro, las esculturas y los trabajos de orfebrería del altar mayor estuvieron a cargo del italiano Bianchini, fueron ejecutadas en Roma en 1820 bajo la dirección del afamado escultor español Antonio Solá. Su cúpula queda por debajo de las torres laterales, es visible desde los edificios aledaños con un intenso color naranja.
Con el despotismo ilustrado se designan gobernantes más capaces para reorganizar la hacienda pública así como servicios públicos en la ciudad a finales del siglo XVIII la economía de la isla se basa en la industria azucarera que transforma la región occidental en la zona productora de azúcar más importante de la isla. El 19 de diciembre de 1800 llega a Cuba el humanista y explorador alemán Alexander Von Humboldt, este queda impresionado por la vitalidad del puerto y destaca la potencialidad económica, política y social que ofrecía el azúcar dejándolo reflejado en su “Ensayo Político sobre la isla de Cuba”.
En 1837 se inaugura el primer tramo de ferrocarril de La Habana a Bejucal, de 17 millas (27,3 kilómetros) y un año después el siguiente tramo Bejucal – Güines de 19 millas (30,5 kilómetros) en principio este ferrocarril se utiliza para el transporte de azúcar desde el valle del Güines al puerto de La Habana, con ello España se convierte en el quinto país en tener ferrocarril ya que es el primero que se construye en su territorio, siendo también el primero de latino América.
Gracias a la riqueza proveniente del azúcar y al gran auge de la industria tabaquera hacia 1846 La Habana había crecido considerablemente y contaba aproximadamente con unos 130.000 habitantes de los cuales la mayoría vivía fuera de los muros de la ciudad, en 1863 se autoriza el derribo de estos configurándose el perfil unitario, continuo y monumental de la ciudad en la que se van sucediendo edificios que predominan sobre los espacios abiertos y verdes siendo de estos los más representativos El Paseo del Prado, Parque Central y la plaza de Alvear. Aparecen nuevos barrios como El Cerro y El Vedado en este último por primera vez se trazaron manzanas de 100 metros y se usó la distribución de números y letras para distinguir las calles, a finales del siglo XIX es el elegido por las clases acomodadas para trasladar su residencia convirtiéndolo en un barrio elegante con numerosas quintas y palacetes.
En esta segunda mitad del siglo XIX tiene lugar un gran reordenamiento de la ciudad. Aparecen nuevos edificios destinados a teatros, fabricas, hoteles, cafés, sociedades de recreo etc.
El Capitán General Miguel Tacón acometió un gran plan de obras públicas cuya importancia llega hasta hoy. Pavimenta las calles, construye las cloacas y sumideros así como mercados públicos y de la pescadería, remodela o repara edificios ya existentes como la Casa del Gobierno y el Hospital de San Juan de Dios, levanta otros de nueva planta como el teatro que lleva su nombre y la cárcel, adorna la ciudad con fuentes como la de Neptuno, hace un reordenamiento del Paseo Extramuros y del Campo de Marte y traza un nuevo paseo militar hoy llamado Avenida de Carlos III. Las obras de Tacón se caracterizan por un carácter eminentemente civil. Paralelamente El intendente de Haciendas Claudio Martínez de Pinillos “Conde de Villanueva”, refleja los intereses de los hacendados criollos de orientación reformista destacando la bella Fuente de los Leones en la plaza de San Francisco de forma octogonal con tres niveles que llegan a la taza, en el centro se alzan cuatro pedestales en los que se apoyan cuatro leones que echan agua por su boca. Una columna de metro y medio de altura que sostiene una pequeña taza y de su centro brota un pequeño chorro de agua.
Hoy a su alrededor se encuentran el Convento de San Francisco de Asís, la Terminal de Cruceros Sierra Maestra construida en 1910 de estilo ecléctico que cierra la plaza y su vista al mar, la Lonja del Comercio, inaugurada en 1909, proyecto del arquitecto español Tomas Mur, ganador del concurso convocado con este fin en 1903, se construyo en el lugar habitual de reunión de comerciantes y propietarios, pues en esa área se ubicaba la Lonja de Víveres donde se examinaban productos y acordaban precios, la Casa de Carmen Montilla, Edificio del siglo XVII destruido por un incendio y reconstruido que fue estudio particular y vivienda de la pintora venezolana Carmen Montilla Tinoco, el hotel Palacio del Marqués de San Felipe y Santiago de Bejucal edificio de fachada barroca y los cafés del Oriente y Mercurio. Rematando el conjunto de la plaza se encuentra la estatua del Caballero de París en la acera a unos pasos de la entrada de la Basílica Menor del Convento de San Francisco de Asís, figura de bronce de tamaño natural que representa a José María López Lledín nacido en Galicia, España, se dice que perdió el equilibrio mental después de haber estado en prisión por un crimen que no cometió, a su salida de la cárcel, comenzó a deambular por la calles, vestía con capa negra, tenía el cabello largo y barba. Siempre llevaba una bolsa con sus pertenencias y muchos papeles, libros y periódicos y conversaba con cualquiera sobre escritos, cuentos, poemas…
Tras el hundimiento del acorazado estadounidense “Maine” en el puerto, que según las últimas investigaciones fue causal, los Estados Unidos encuentran el pretexto para invadir la isla declarando la guerra a España. Tras la guerra, el gobierno llama el 25 de julio de 1900 a una convocatoria a elecciones de delegados para la Asamblea Constituyente que redacta y aprueba la Constitución de 1901 de carácter liberal-democrático el 20 de mayo de 1902 los poderes de gobierno pasan a manos cubanas, estableciéndose una Republica con un sistema bicameral compuesto de Senado y Cámara de Representantes.
Para albergar las dos cámaras el entonces presidente Gerardo Machado encarga al arquitecto Eugenio Raynieri Piedra la construcción de uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad El Capitolio. Inspirado en le Panteón de París, San Pedro de Roma y el propio Capitolio de los EE. UU., se compone de una fachada acolumnada neoclásica rematada con una cúpula de 91.73m de altura. Construido en piedra caliza blanca de Capellanía y granito. La elegancia de la cúpula hace reconocible el edificio desde distintos puntos de la habana. Atravesando el pórtico central se llegará a la rotonda bajo la cúpula. Una vez ahí se observa hacia ambos extremos las dos alas del Salón de los Pasos Perdidos, de estilo ecléctico dispuesto para grandes recepciones. En su centro se halla un brillante de 25 quilates, directamente bajo la aguja central de la cúpula, fijando el punto de partida de todo el sistema de carreteras de Cuba y también como división entre Cámara y Senado.
Frente al Capitolio en el Paseo del Prado se encuentra uno de los referentes culturales más importantes de Cuba el Gran Teatro de la Habana “Alicia Alonso”, antes teatro “García Lorca”, sede del Ballet Nacional de Cuba. El actual edificio “el anterior fue el teatro Tacón” fue levantado para acoger la sede del Centro Gallego de La Habana, inaugurado en 1914 de estilo neobarroco obra del arquitecto belga Paul Beleu. En su fachada principal tiene cuatro grupos escultóricos en mármol blanco que representan alegorías de la Beneficencia, la Educación, la Música y el Teatro obras de Giuseppe Moretti.
De esta época destaca también un edificio de estilo Art Nouveau el Palacio Velasco-Sarrá hoy Embajada de España única que se encuentra en la Habana Vieja, situada en uno de los extremos del Malecón Habanero, muy cerca de la Fortaleza de San Salvador de la Punta y del Monumento a Máximo Gómez. Construido por los arquitectos José Mato Sequerio y Francisco Ramírez Ovando fue terminado en 1912 consta de tres alturas y un sótano de servicio a los que se añadía un cuerpo retranqueado destinado a biblioteca y una torre-mirador como coronación. El conjunto arquitectónico genera una imagen escalonada, el interior del Palacio refiere a una casa española tradicional con un patio central rodeado de amplias galerías, a lo que se suma un patrimonio relevante de maderas preciosas, mármoles de Carrara, herrería y suelos de mosaico. La que fuera vivienda de Dionisio Velasco y María Teresa Sarrá paso a ser propiedad de España y sede de su Embajada el 6 de enero de 1984.
Otro edificio que merece destacar es el edificio Bacardí Joya del Art Decó se concluyó en 1930 y en su momento fue la estructura más alta de la ciudad. El edificio fue encargado a los arquitectos Rafael Fernández Ruenes, Esteban Rodríguez Castell y José Menéndez por la compañía Bacardí S.A. Sus fachadas son de granito natural, terracota y ladrillos prensados. Su forma la conforman el cuerpo central que se va escalonando en su ascensión hasta llegar a la torre con cubierta a cuatro aguas que lo identifica, donde se ubicó el murciélago en bronce símbolo de la empresa, sustentado por un poliedro de vidrio con armadura de metal que se ilumina desde dentro por las noches.
Bajo la constante Influencia de Estados Unidos, la ciudad creció y se enriqueció con numerosos edificios desde la década de 1930, cuando se construyen grandes hoteles como el Nacional, el Habana Libre y el edificio Focsa, casinos y clubes nocturnos bajo el dominio de la mafia estadounidense cuyo dinero embellecía la ciudad aunque los barrios de barracas crecían al mismo ritmo alrededor de la ciudad.
Tras el triunfo de la revolución en 1959 se hicieron grandes transformaciones sociales, principalmente en lo referente a educación, sanidad pública, servicios y la construcción de viviendas sociales y edificios oficiales construcciones como el Hospital Hermanos Ameijeiras, etc.
En 1976 el centro histórico de la ciudad fue declarado monumento nacional por el Gobierno Cubano y Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1982.
Tras este breve paseo por la historia de La Habana solo queda añadir que lo más maravilloso de La Habana no es pasear por la Habana Vieja y sus calles de origen colonial o por el Malecón, ni tomar un mojito en la Bodeguita del Medio o un Daiquirí en la Floridita junto a la figura de Hemingway, ni comer congrí y carne puerco en cualquiera de los paladares que recorren la ciudad ni tan siquiera escuchar un buen Son en la Casa de la Música mientras se saborea un Ron añejo paladeando un habano.
No, lo mejor de La Habana es su gente mezcla de dos mundos, sencilla, alegre, hospitalaria y generosa que a este viejo camaleón trotamundos, hace estremecer y me hace sentir que estoy en casa.
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