Tus compañeros de trabajo no son tus amigos, pero tampoco tus enemigos. Son personas luchando, como todos, por llevar pan a su mesa.

Sé cordial y solidario para el trabajo, pero mantén tus relaciones personales ajenas a cualquiera de ellos, entre menos sepan de ti, menos herramientas tendrán para vulnerarte.

Las nalgas y los negocios no se mezclan, no se debe comer donde se defeca ni viceversa.

Los vicios no se hacen de dominio público ni se comparten con conocidos, son personales e íntimos, así sea un cigarro o una caguama.

Donde quiera que vayas sé la mejor versión de tí y cuando te sientas desubicado recuerda de dónde vienes.

No necesitas ser soberbio ni aplastar a nadie para exponer tu punto ni para sentirte mejor.

El ego es el peor enemigo si no se sabe manejar.

Ponte una meta cada día al levantarte, sonríe, no importa si ese día no logras todo lo que te propusiste, siempre se puede volver a intentar, pero el hecho de levantarte, salir a trabajar, sonreír y dar lo mejor de tí, ya te permitió ganar una batalla ante la vida … Muchos no lo logran.

Deja limpio tu lugar, siempre, ya sea en la casa o en el trabajo.

El orden nos da una sensación de seguridad, paz y control.