Muchas personas en todo el mundo están sufriendo y todos convivimos a diario y en silencio con la incertidumbre de no saber cuándo y en qué circunstancias podremos retomar nuestros planes, tan importantes desde la perspectiva individual de cada uno.

Se nos ha parado la vida un poco. Nos está pasando algo que nos ha obligado a ralentizar los tempos, a hacer las cosas con calma. Sin embargo, se están sucediendo gestos muy bonitos, solidarios y reales.

Sería muy positivo aprovechar esta oportunidad para hacer un ejercicio común de introspección y replantearnos las cosas y comprobar, ahora sí, que el ritmo que llevábamos era insostenible. Porque qué clara teníamos la teoría, pero qué poquito o nada la llevábamos a la práctiva.

Y también, sobre todo, darnos cuenta de que, aún habiéndose detenido casi todo tal y como lo conocíamos, lo más fundamental sigue ahí: la vida y la esperanza.

Y que cuando todo pase, porque pasará, y volvamos a la calle, nos demos cuenta de que ya no somos los mismos.

Y ojalá, ojalá, mejores