Las calles estaban vacías,
solo se escuchaba el silencio,
los parques estaban cerrados,
los pájaros mudos, no cantaban,
ni siquiera se escuchaba
el claxon de un coche
ni el ladrido de un perro
en la madrugada.
Las calles estaban vacías,
todas las personas recluidas
dentro de sus casas
por un virus microscópico
que no ves
pero que a miles de personas
de distinta edad y condición
mataba.
Las calles estaban vacías,
solo policías y militares
en patrullas por ellas
deambulaban,
apenas varias personas
salían de sus casas
para ir a la compra,
al médico o a la farmacia.
Cientos, miles de personas
caían como moscas a diario
contagiadas o muertas
por el virus asesino
que obligó al Estado
a tomar medidas desmesuradas.
Los hospitales estaban saturados
de enfermos infectados,
fue necesario habilitar
hoteles y tiendas de campaña
para atender a tantos enfermos
que a los hospitales
como torrentes llegaban.
Venceremos al coronavirus,
más pronto que tarde
volveremos a parques y plazas,
volverán a ladrar los perros
y a cantar los pájaros
en las frías madrugadas,
todos volveremos a salir de casa,
a inundar bares y terrazas,
cines, conciertos, deportes, teatros…,
toda nuestra actividad retornará
a no tardar
y se abrirá de nuevo el cielo,
el sol brillará
en una mañana clara
y soleada.
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