¿Podría una máquina entrar en los detalles, en lo ladino de un estímulo, en lo cruel de un testimonio, o en los matices de una palabra, de un gesto o una mirada… o en la construcción de un diálogo posado sobre el lecho de un libro; los silencios, el clamor, las reivindicaciones… la escala o los giros del lenguaje de aquel o aquellos personajes que el escritor plasma en las páginas de su obra? ¿Dónde quedará la personalidad de los que protagonizan una historia, o forman parte de la trama que el autor ha creado?
Hace aproximadamente un año se hablaba del “proyecto MAQUET, una declinación del mundo digital nacida al amparo del plan conjunto entre Telefónica y la RAE concebido inicialmente para defender y proteger el uso correcto de nuestra lengua en el entorno digital. Lo supe a través de una entrevista que le hizo una prestigiosa emisora de radio a José María Alonso Cebrián.
Y me afectó, ¡claro! y es que decían haber conseguido actuar sobre textos literarios ya escritos a los que una vez incorporada la aplicación se consigue imitar el estilo de tu autor preferido. ¡Acabáramos! ¿Será posible que un escritor presto a crear buenas historias, pueda con esta herramienta dotar a sus ideas la brillantez que no es capaz de darles por sí mismo?
Según palabras de su creador, Chema Alonso, “La inteligencia artificial nos va diciendo las palabras que no encajan en la manera de narrar que tiene el escritor elegido al que quieres imitar su estilo y te va sugiriendo cambios para que tú vayas adaptando el texto”. Para que esto funcione, el sistema tiene que recibir un “entrenamiento” previo que consiste en asimilar una serie de libros de los que copia el estilo del escritor en cuestión”
Y hoy, un año más tarde, un semanario dominical vuelve a tocar el tema, como de refilón, pero lo toca; de nuevo me pone en alerta. Entre otras cosas decía que “Una máquina tardó 20 segundos en escribir un ensayo sobre por qué los medios deberían cambiar a los periodistas por la GPT-3”
El (Generative Pre-trained Transformer- 3) es un modelo de lenguaje auto-regresivo, “un simulador de la redacción humana”; y más todavía, también dicen que está en desarrollo otra sofisticada aplicación capaz de crear imágenes súper- realistas a partir de una descripción en texto dada previamente a la máquina.
Y me pregunto, de ser así ¿qué pasaría entonces con los profesionales del sector artístico de cualquier campo; con los diseñadores, pintores, y… escritores —como es mi caso— novelistas, poetas….? o… ¿dónde quedarían pensadores e investigadores? ¿podría una industria anexa llegar a suplantarnos por una máquina?
¿Cuál sería entonces el rol del escritor? ¿Qué pasaría con la esencia que hay detrás de su alma, su mirada, sus ideas y su imaginación, o su creatividad? ¿Para qué servirán sus vivencias, la observación o el estudio? ¿Dónde quedará su mundo y el que ha creado a su alrededor? ¿Y qué pasará con sus sentimientos, con sus penas, sus alegrías, sus deseos, sus frustraciones, sus conocimientos…? ¿Y qué sobre la forma narrativa tan genuina de algunos para recoger crónicas históricas de nuestro pasado y de sus protagonistas, o proyectar nueva dimensión al género más futurista de la práctica literaria?
Si el proyecto MAQUET se quedaba en imitar el estilo de tu escritor favorito para incorporarlo a tus textos, con la GPT-3 (creadora de texto artificial) nos lo dan acabado sin haber escrito una sola palabra. Efectivamente, ¡no tengo palabras! ya que la GPT-3 “las pone todas en mi lugar”.
Autora: Caleti Marco
Me parece genial que hayas sacado fuera de contexto este artículo. Ya había escuchado algo y sabía por dónde iban los tiros futuristas. Nos estamos robotizando