¿Dónde están los altermundistas? los que pararon el AMI en Seattle, los de Génova, los que fundaron el FSM en Porto Alegre, los que se movilizaron contra la Europa del capital y la guerra, los del 15M. ¿Dónde están?

¿Qué proyecto tienen para otro Mundo posible? ¿Cómo piensan deconstruir la globalización capitalista y trazar caminos emancipadores hacia la globalización de las personas?

La respuesta es sencilla, desde que el 15 M se conformó como alternativa política y recaló en las instituciones, con el tiempo fue perdiendo utopismo e internacionalismo, en función del realismo de izquierda y aprovechando – desde las “ciudades del cambio” y desde el factótum patrio reconvertido – las grietas que el orden sistémico global va dejando. Aunque el rédito de las grandes empresas crezca cada día, así como la brecha de la desigualdad, siempre habrá quien, desde las instituciones, nos señale sus logros.

Y mientras ha cambiado la mirada de la gente: de engrosar la revuelta social, a esperar logros desde las “rejuvenecidas” instituciones.Nuestros tatarabuelos, en los albores de la industrialización, ya sabían que para enfrentarse a la explotación capitalista era necesario trascender las fronteras y crearon Internacionales. Lo hicieron sin tener instrumentos comunicativos on-line, ni aviones o trenes de alta velocidad, y sin embargo lograron poner en pie organizaciones tan potentes como para enfrentarse al capitalismo en Occidente.

Hoy, con los medios a nuestro alcance, nos replegamos en nuestras fronteras, cabizbajos, impotentes, confusos, humillados, sin esperanza, tibios, huyendo de enfrentamientos con el sistema en el campo de batalla real, el global.¿Y los que dicen defender a los trabajadores? Renuncian al reto que supondría la federación de agentes de cambio internacional por otra humanidad posible. Renuncian desde la comodidad de lo conocido, los caminos trillados, pero por eso mismo transcendidos y estériles. Se refugian en capillas sindicales, en asociaciones identitarias heredadas de la era fordista y no hacen más que justificar su inoperancia.

Carecen de proyecto, no son capaces de enfrentarse a los retos que los tiempos requieren y en estas lides han acabado confabulados con el sistema. ¿Cómo se puede ser de izquierdas y ayudar a medrar, con su gestión en planes de pensiones, al capitalismo financiero al mismo tiempo? Han renunciado al honor, a la dignidad y a la ideología, y sentados en las poltronas del paraninfo de la izquierda siguen enviando a las ovejas a degüello.

Y a los nacionalistas ¿qué decirles? Que son lo viejo  ¡que despierten! la nueva utopía no entiende de fronteras. Los riesgos que prenden en la gente hoy son globales y solo tienen un camino de embate, el global. ¿Nos daremos cuenta cuando tengamos el agua al cuello?¿No nos inmutamos cuando los científicos nos alertan de la inminencia del cambio climático, o que las fuentes de energía que utilizamos han sobrepasado ya su límite extractivo? ¡sigamos pensando en crecer, en aumentar nuestro PIB!

¡Sigamos!¿Creemos que el problema del paro es abordable sin medidas solidarias por parte de los trabajadores para generar empleo? ¡vivimos en el Reino de Jauja!¿Creemos que el sistema financiero se democratizará por sí mismo, sin enfrentarse seriamente a él? ¡Estamos en la Inopia!¿No consideramos necesario sentar bases para internacionalizar la solidaridad? eso es lo peor, es creer que nuestro terruño reconocible puede sobrevivir en un mundo deshumanizado, un planeta herido y con un capitalismo financiero depredador.

La dictadura financiera sigue socavando la democracia mientras desde las instituciones se nos dice que vivimos en un sistema democrático de derecho porque conjuga tres poderes que se vigilan: legislativo, ejecutivo y judicial; cuando lo cierto es que es el poder del dinero el que se impone, como sentenció el sociólogo crítico C. Wright Mills en 1956. Si queremos avanzar en democracia hoy, el reto es global y hemos de asentarlo en el necesario equilibrio de tres poderes en una democracia republicana: El estado, el mercado y la sociedad, aunque sabemos que hoy la dictadura del mercado sobre el estado y la sociedad es motivo de esta barbarie. Dentro del estado ¿Quién hoy hace Politeia? En el sentido que Aristóteles concibió para el buen gobierno.

Desde la sociedad, ¿seguiremos situando nuestros sueños, retos y políticas en nacionalismos o independentismos, sindicalismos de salón, beaterías, o vecinismos variopintos, sin poner la vista en un horizonte más allá de nuestros amaneceres? ¡estamos perdidos!

Antonio Fuertes Esteban