El 15 de septiembre de 2008 se declara en quiebra Lehman Brothers, uno de los mayores Bancos de inversión estadounidenses y el pánico se adueña de los mercados. Desde ese momento los agentes que intervienen en el mercado, los consumidores, los organismos supervisores y demás autoridades monetarias empezaron a ser conscientes de que habían sido víctimas de la mayor estafa piramidal de la historia económica. ¿Cómo?, simplemente con connivencia de muchos de ellos: préstamos concedidos bajo la base de la apreciación del valor de la vivienda y los bajos tipos de interés existentes en ese momento, teniendo, poco o nada en cuenta, la  capacidad de pago del acreditado que sitúo al límite de su capacidad financiera a muchos consumidores. Por otro lado, los mercados financieros durante años no dejaron de inyectar liquidez a través de la concesión de créditos para adquisición de vivienda lo que derivó en una burbuja inmobiliaria como nunca antes conocida.  Mientras tanto, los Bancos de inversión estadounidenses titularizaron esos activos y los vendieron a través de vehículos de inversión a Bancos europeos y de otras regiones del mundo trasladando el riesgo inherente a estas operaciones, calificadas de manera excelente por parte de las agencias de rating. En este momento se produce un colapso en los mercados interbancarios y se paraliza la negociación de operaciones lo que provoca que  muchos bancos no puedan hacer frente a sus obligaciones por  su imposibilidad de conseguir liquidez debido a la baja fiabilidad provocada por el valor de los activos en su poder. Esta falta de liquidez en los mercados interbancarios se traslada a los mercados minoristas y las empresas y familias ven limitado su acceso al crédito. Lo anterior, unido al estallido de la burbuja inmobiliaria existente en algunas economías con un peso importante en el panorama internacional, provoca un contagio sistémico a nivel global que se traduce en un descenso en el consumo, en los niveles de  producción industrial y, por tanto, en caídas del Producto Interior Bruto, procesos deflacionistas  y desempleo.

La crisis financiera tuvo su reflejo casi inmediato en la economía real lo que obligo a muchos Estados a poner en marcha políticas fiscales activas y planes de rescate destinados a salvar a sus entidades financieras. Lo anterior, unido a un menor volumen de  ingresos, motivado por la caída de la actividad económica, y  un mayor volumen de gastos, debido a un incremento de los subsidios y otros gastos sociales, provoca que muchos países incurran en déficit públicos importantes. Ese déficit tiene que financiarse con la emisión de deuda pública.

Al mismo tiempo se produce una evaporación de liquidez canalizada hacia los mercados debido a las minusvalías de los activos financieros y el efecto refugio buscado por los inversores que, canalizan su dinero hacia productos tradicionales como los depósitos bancarios. De acuerdo con Inverco (Asociación de Instituciones de Inversión Colectiva y Fondos de Pensiones) el total de patrimonio gestionado  a través de fondos de inversión y planes de pensiones en los mercados financieros a enero de 2010 ha caído a cifras de hace 13 años. Lo anterior provoca que los mercados se empoderen y los agentes deficientes de ahorro (empresas y gobiernos) entren en competición por  captar financiación, lo que se traduce en tasas de interés más elevadas. El caso extremo es el de Grecia que ha llegado a pagar tasas de interés superiores al 12% para colocar sus emisiones de deuda pública.

El mayor coste en la financiación sobre niveles de endeudamiento elevado se traduce en una alta carga financiera que tienen que soportar los presupuestos de gasto de los Estados y que estrangulan la capacidad de ejercitar políticas fiscales activas. En el caso del país heleno la carga financiera que representa la deuda pública, por encima del 110% del PIB, sitúa al país al borde del colapso y en prácticamente suspensión de pagos. En el caso español, los intereses y amortizaciones que se tienen que pagar este año por la deuda pública supone una de las principales partidas del presupuesto de  gasto.

Después del rescate de los Gobiernos al sector financiero, estamos siendo testigos de cómo, por parte de algunos Bancos, se están utilizando esas ayudas para generar un enriquecimiento injusto. Hay entidades que están acudiendo a las subastas de liquidez del Banco Central Europeo a poco más del 1% para seguidamente adquirir deuda al 6%.

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Índice de Capítulos del Informe:

  1. De la economía productiva a la economía especulativa
  2. Concentración de poder
  3. El origen de la crisis y Gobiernos al rescate
  4. El caso de España
  5. Soluciones a la crisis planteada desde el gobierno
  6. Propuestas para un cambio de modelo

    Observatoriorsc.org

    El 15 de septiembre de 2008 se declara en quiebra Lehman Brothers, uno de los mayores Bancos de inversión estadounidenses y el pánico se adueña de los mercados. Desde ese momento los agentes que intervienen en el mercado, los consumidores, los organismos supervisores y demás autoridades monetarias empezaron a ser conscientes de que habían sido víctimas de la mayor estafa piramidal de la historia económica. ¿Cómo?, simplemente con connivencia de muchos de ellos: préstamos concedidos bajo la base de la apreciación del valor de la vivienda y los bajos tipos de interés existentes en ese momento, teniendo, poco o nada en cuenta, la  capacidad de pago del acreditado que sitúo al límite de su capacidad financiera a muchos consumidores. Por otro lado, los mercados financieros durante años no dejaron de inyectar liquidez a través de la concesión de créditos para adquisición de vivienda lo que derivó en una burbuja inmobiliaria como nunca antes conocida.  Mientras tanto, los Bancos de inversión estadounidenses titularizaron esos activos y los vendieron a través de vehículos de inversión a Bancos europeos y de otras regiones del mundo trasladando el riesgo inherente a estas operaciones, calificadas de manera excelente por parte de las agencias de rating. En este momento se produce un colapso en los mercados interbancarios y se paraliza la negociación de operaciones lo que provoca que  muchos bancos no puedan hacer frente a sus obligaciones por  su imposibilidad de conseguir liquidez debido a la baja fiabilidad provocada por el valor de los activos en su poder. Esta falta de liquidez en los mercados interbancarios se traslada a los mercados minoristas y las empresas y familias ven limitado su acceso al crédito. Lo anterior, unido al estallido de la burbuja inmobiliaria existente en algunas economías con un peso importante en el panorama internacional, provoca un contagio sistémico a nivel global que se traduce en un descenso en el consumo, en los niveles de  producción industrial y, por tanto, en caídas del Producto Interior Bruto, procesos deflacionistas  y desempleo.

    La crisis financiera tuvo su reflejo casi inmediato en la economía real lo que obligo a muchos Estados a poner en marcha políticas fiscales activas y planes de rescate destinados a salvar a sus entidades financieras. Lo anterior, unido a un menor volumen de  ingresos, motivado por la caída de la actividad económica, y  un mayor volumen de gastos, debido a un incremento de los subsidios y otros gastos sociales, provoca que muchos países incurran en déficit públicos importantes. Ese déficit tiene que financiarse con la emisión de deuda pública.

    Al mismo tiempo se produce una evaporación de liquidez canalizada hacia los mercados debido a las minusvalías de los activos financieros y el efecto refugio buscado por los inversores que, canalizan su dinero hacia productos tradicionales como los depósitos bancarios. De acuerdo con Inverco (Asociación de Instituciones de Inversión Colectiva y Fondos de Pensiones) el total de patrimonio gestionado  a través de fondos de inversión y planes de pensiones en los mercados financieros a enero de 2010 ha caído a cifras de hace 13 años. Lo anterior provoca que los mercados se empoderen y los agentes deficientes de ahorro (empresas y gobiernos) entren en competición por  captar financiación, lo que se traduce en tasas de interés más elevadas. El caso extremo es el de Grecia que ha llegado a pagar tasas de interés superiores al 12% para colocar sus emisiones de deuda pública.

    El mayor coste en la financiación sobre niveles de endeudamiento elevado se traduce en una alta carga financiera que tienen que soportar los presupuestos de gasto de los Estados y que estrangulan la capacidad de ejercitar políticas fiscales activas. En el caso del país heleno la carga financiera que representa la deuda pública, por encima del 110% del PIB, sitúa al país al borde del colapso y en prácticamente suspensión de pagos. En el caso español, los intereses y amortizaciones que se tienen que pagar este año por la deuda pública supone una de las principales partidas del presupuesto de  gasto.

    Después del rescate de los Gobiernos al sector financiero, estamos siendo testigos de cómo, por parte de algunos Bancos, se están utilizando esas ayudas para generar un enriquecimiento injusto. Hay entidades que están acudiendo a las subastas de liquidez del Banco Central Europeo a poco más del 1% para seguidamente adquirir deuda al 6%.

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    Índice de Capítulos del Informe:

    1. De la economía productiva a la economía especulativa
    2. Concentración de poder
    3. El origen de la crisis y Gobiernos al rescate
    4. El caso de España
    5. Soluciones a la crisis planteada desde el gobierno
    6. Propuestas para un cambio de modelo

     

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