Estos movimientos le permitirán seguramente alcanzar una posición más activa y patente en el escenario norteamericano y mundial:

  • Atención sanitaria a los millones de norteamericanos que no tenían acceso a servicios básicos de seguridad social. La victoria alcanzada en el caso Medicare, con todos los votos republicanos en contra, constituye un auténtico hito en los Estados Unidos, ya que lo han pretendido muchas administraciones desde 1945.
  • 300.000 millones de dólares para obras públicas e incentivos para la creación de empleo. “Crear nuevos empleos, facilitar la puesta en marcha de nuevas industrias, construir infraestructuras para apoyar una economía “vibrante” y promover una mayor independencia energética”, como describe el International Herald Tribune del pasado 26 de enero, son los objetivos de esta emisión de fondos, cuyo positivo efecto ya ha sido apreciado en las últimas semanas.
  • Desplazamiento de la atención principal de la Administración norteamericana del Atlántico al Pacífico. A mi modo de ver es una sabia decisión, que tendrá extraordinarias implicaciones en el próximo futuro.
  • Reducción del armamento nuclear y, recientemente, fuerte reducción de los gastos militares. La nueva “guía estratégica” de Estados Unidos, presentada el pasado día 5 de enero en el Pentágono supone, entre otras cosas, un replanteamiento global del papel de la superpotencia en el escenario europeo (Informe Semanal de Política Exterior, 23 de enero de 2012). La decisión de Washington de concentrar su atención en la región Asia-Pacífico, recortar el presupuesto del Pentágono en unos 500.000 millones de dólares en los próximos diez años y reducir el número de tropas y bases militares en Europa, tendrá una gran importancia a corto plazo. Estados Unidos conserva, en cualquier caso, el valor simbólico de visibilizar el vínculo trasatlántico, desplegando partes sustanciales de su sistema de defensa contra misiles balísticos en Turquía, Rumania, Polonia y España.

La OTAN –sigue el mencionado Informe- se mantiene como la principal organización de la defensa europea, lo que pone en evidencia la falta de voluntad política europea para asumir una mayor autonomía en el terreno de la seguridad y la defensa.

Lluis Bassets ha denominado a las decisiones que acabo de resumir como “el final de una época” (“El País”, 11 de enero de 2012).

Es cierto que algunas de las promesas del Presidente Obama no se han cumplido o lo han hecho parcialmente: en Guantánamo siguen 170 detenidos y no ha tenido lugar la apremiante refundación del multilateralismo, a pesar de que él sabe que es la única manera de hacer frente a los grandes desafíos actuales y que los grupos plutocráticos iniciados por Reagan y mantenidos por Bush no hacen más que empeorar la situación.

Junto a los recientes “movimientos de ficha”, es de destacar el nuevo planteamiento de las relaciones con los musulmanes, que se extiende –a pesar de las constantes incitaciones de Israel y la anuencia de Arabia Saudita- a descartar una intervención militar en Irán.

En conclusión, el Presidente Obama está dando pasos en la dirección correcta… mientras que Europa retrocede, hasta el punto de que los mercados nombran a gobiernos sin comicios electorales.

 

federicomayor.blogspot.com