Carta al próximo presidente del Gobierno español
España debe especializarse en política exterior. He aquí cuatro ideas en las que el país podría marcar una diferencia en el mundo.
España debe especializarse en política exterior. He aquí cuatro ideas en las que el país podría marcar una diferencia en el mundo.
La resolución del conflicto sirio pasa por la compleja interacción de múltiples actores, intereses y estrategias.
China e India coinciden en la necesidad de establecer un nuevo orden global más acorde a los intereses de los países emergentes, lo que está llevando a sus dirigentes a limar las asperezas de sus relaciones bilaterales. Si se consolidara el acercamiento de los dos gigantes asiáticos, cuyas economías son complementarias, la distribución del poder en el mundo se vería seriamente afectada por la arrolladora realidad de Chindia.
Según los datos económicos dictaminados recientemente por el FMI china es la segunda potencia económica mundial por detrás únicamente de los Estados Unidos, aunque en índices como volumen de exportaciones o superávit, entre otros, ya es la primera potencia mundial. Además, en estos últimos años, el crecimiento económico ha sido mayor del esperado, pues las organizaciones económicas mundiales no preveían que China superase como potencia exportadora a los Estados Unidos hasta el año 2019.
A principios de enero de 2015 España ocupó una silla como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. No es la primera vez. En realidad es la quinta, pero el contexto internacional nada tiene que ver con los mandatos anteriores.
En enero del año 2009, publiqué una nota sobre los ataques de Israel del 27 de diciembre de 2008, comenzaba diciendo: “Sonó el teléfono a las 3.45 hs de la noche, un amigo israelita llamaba desde Jerusalém preocupado y dolorido; se preguntaba que podía hacer la comunidad internacional frente a la invasión y los bombardeos de Israel sobre la Franja de Gaza”.
Había -guste o no reconocerlo a los neoliberales del G7, G8, G20- un presidente elegido democráticamente.
Muy necios. Cuando todo clamaba paz –desmoronamiento de la Unión Soviética sin una sola gota de sangre; terminación del apartheid racial en Suráfrica; fin de los enfrentamientos fratricidas en Mozambique y El Salvador; reinicio del proceso de paz en Guatemala…- el Presidente Reagan y la Primer Ministro Thatcher abanderaron, por ambiciones hegemónicas, el neoliberalismo “globalizador”, y cambiaron los “principios democráticos”, tan bien establecidos en la Constitución de la UNESCO, por las leyes del mercado, y el multilateralismo de las Naciones Unidas por grupos oligárquicos. En suma, cambiaron la democracia por la plutocracia y los valores éticos por los bursátiles.
Actualmente estamos viviendo una época de conflictos dentro de la Unión Europea, y no sólo en su cara más visible, los países del sur. Lo cierto es que prácticamente la totalidad de países integrantes de la Unión Europea afronta problemas. Políticos y economistas están moviéndose internamente para manejar los efectos de una crisis para la que no encuentran solución y donde se mezcla la crisis de crédito, bancaria, de solvencia y pérdida de confianza en los políticos, en el euro y en la Unión Europea e incluso de valores y de identidad.
Existe un postulado que indica que durante las guerras de Afganistán e Irak, Estados Unidos descuidó su patrio trasero – América Latina- sin embargo hay fuertes indicios de que esta premisa no es del todo cierta.