Es incalculable el valor económico que supone mantener todo este sistema funcionando, pero si de algo se puede enorgullecer una sociedad de bien común es precisamente de salvar vidas sin que ello suponga la bancarrota económica de muchos pacientes, tal y como sucede en esos países en donde la privatización de este colectivo supone la ruina económica de muchas familias.
Sí, es incalculable el beneficio a la comunidad, moral y económico, que ofrece este sistema de salud pública sostenido por esos impuestos que muchos tildan de innecesarios, y que incluso utilizan todo tipo de artimañas para no hacer efectiva su contribución al bien común, llevando su dinero a paraísos fiscales o privatizando este bien tan preciado para toda la sociedad.
Y es que el neoliberalismo económico practicado durante los últimos años por la mayor parte de los países ha dejado, como estamos viendo hoy en día, muy tocado este sistema de salud por falta de médicos, enfermeros y medios económicos para llevar a buen término su encomiable labor.
Probablemente, si la sociedad se conciencia de verdad, estemos todavía a punto de salvar y fortalecer este bien tan preciado que tenemos, un bien que no distingue entre ricos y pobres, y menos aún en el enorme coste económico que supone salvar vidas. Porque solo hay que ver, si ustedes han tenido algún pariente o amigo ingresado en un hospital, el enorme despliegue humano originado por tan solo un paciente. Sí, un coste económico que la mayor parte de la población no podría pagar a riesgo de entrar en bancarrota, y cuyo beneficio vemos a diario por todas esas vidas salvadas sin tener en cuenta la clase social a la que pertenecen.
Así es, todo Estado que se precie ha de tener un sistema sanitario público robusto y de calidad, pues la sanidad, junto a la enseñanza y las pensiones, suponen los verdaderos pilares de una sociedad de bien común. Como he dicho anteriormente, son muchos los neoliberales que intentan privatizar estas tres joyas que suponen, en definitiva, tener un Estado del Bienestar o, por el contrario, un sistema que prime el dinero por encima de la salud, del conocimiento o de poder tener una vejez tranquila y de calidad.
Así pues, no encuentro una mejor forma de acabar este artículo que animándoles a que sigan aplaudiendo desde los balcones, a las ocho en punto de cada día, a todos estos profesionales que cuidan de nuestra salud sin importarles otra cuestión que no sea el bienestar de la propia sociedad.
¡Gracias! ¡Mil gracias!
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