En lo más recóndito,

en mi Yo más profundo

indago, trémulo, buscándote…

recuerdo el tímido instante,

inolvidable, cincelado

en mi piel, en mi retina,

cuando en mí todo

fue entrega y abandono…

sigo buscándote tras el visillo

entre los tibios rescoldos

que alumbran mis pasos,

los dados a oscuras,

buscando lo primigenio,

lo más candoroso…

así te recuerdo

allí, en el pétreo asiento,

pidiéndole al gélido aliento

que conmigo a solas te dejara…

las bandadas de canarios

que abrieron las puertas

para que junto a ti

llegara al lugar en el que Aión

nos contó la tierna historia…

la que quisimos hacer nuestra,

imaginándonos empapados

por las bonancibles aguas

de la fuente, la de los deseos

que esperaban impacientes,

donde por vez primera

nuestros gráciles cuerpos

en sólo uno se fundieron

confundiéndonos con las aguas

que destilaban empatía.

 

Juan Francisco Santana