Si lo hace utilizando dos bandejas, puede hornear el doble con el mismo consumo energético; y si apaga el horno unos minutos antes de lo señalado en la receta, manteniendo la puerta bien cerrada, las galletas terminarán de dorarse con el calor residual.
Las luces del árbol de Navidad también consumen energía. Lo ideal sería utilizar velas o al menos guirnaldas de luces LED, que duran más y ahorran electricidad. Y ya que hablamos del árbol, los ambientalistas no simpatizan para nada con los pinos de plástico, en cuya fabricación se produce CO2. Además, suelen provenir de China, lo que constituye un agravante debido al largo transporte. Lo mismo vale para el menú de la cena navideña. Servir en Nochebuena productos regionales y de la estación ayuda a evitar emisiones de gases de efecto invernadero.
Regalos ecológicos
Aunque lo principal sea el contenido, también el envoltorio importa. El papel de celofán y las cintas de plástico no entonan con una Navidad ecológica, porque su fabricación consume mucha energía. En cambio, se puede utilizar, por ejemplo, papel reciclado o simplemente papel de diario, decorado con fantasía, unas ramitas de pino y quizá alguna estrella de paja.
Y, si realmente quiere lucirse por su espíritu eco-navideño, puede tomar medidas caseras para frenar el cambio climático, y “regalar” su propio ahorro de emisiones de CO2, a través de un e-mail o de Facebook, como propone la agencia digital Scholz & Volmer. ¿Qué le parecería, por ejemplo, que alguien le regalara el haber renunciado dos semanas a la ducha caliente, cambiándola por agua fría, con el consiguiente ahorro de 19 kilos de CO2? Por lo menos para el planeta sería un buen regalo.
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