Una vez más, la gran pantalla no es ajena a esta preocupación planetaria, y dicha temática ha trascendido los documentales financiados por ONG y organismos internacionales para instalarse en la todopoderosa industria hollywoodiense.
Una estrella consolidada como Leonardo di Caprio, que cuenta con uno de los cachés más estratosféricos del mundo del cine, hace uso de su posición en la industria para su cruzada -honesta, como ha demostrado con su fundación y numerosas acciones que le han llevado a ser nombrado Mensajero de Paz de la ONU- en pos del medio ambiente.
El último movimiento del actor ha sido adquirir los derechos, antes de su publicación de un libro del reportero del New York Times Jack Ewing sobre el dieselgate, el escandaloso fraude sobre las cifras de emisiones contaminantes de los coches del grupo Volkswagen. La compañía alemana instaló un dispositivo con un software insidioso para falsear los resultados, mucho más elevados que los oficiales. Aún no hay mucha información sobre la película, ni de su reparto ni de quién la dirigirá, lo que sí se ha confirmado es el acuerdo con una todopoderosa de Hollywood como Paramount.
El actor y productor abordará un tema de máxima transcendencia si se tiene en cuenta que el CO2 por la quema de combustibles fósiles supone el 80% de las emisiones totales a la atmósfera y es uno de los principales causantes del efecto invernadero, y tanto los vehículos terrestres como los aviones son, junto a la industria, los grandes generadores. El hecho de que el Gobierno alemán planee prohibir la circulación de vehículos diésel por el centro de las ciudades en 2017 (exceptuando a los que cumplan con la exigente norma Euro 6 de emisiones), da una idea de lo perniciosos que son los motores de combustible
No es la primera vez que Di Caprio se vale del celuloide para llevar adelante su causa. Inspirado por Al Gore, y su pionero y estremecedor documental Una verdad incómoda, (a quien, por cierto, el actor entregó el Oscar en 2007), impulsó y puso la voz ese mismo año a The 11th hour, otro documental que planteaba una pregunta tan inquietante como necesaria: hasta dónde tenemos margen para reaccionar, y cuál será el punto de no retorno.
El actor acaba de presentar, por otro lado, Before the flood, producida junto a Martin Scorsese, en la que él mismo recorre más de 20 países, desde los bosques arrasados de Indonesia hasta Canadá, y habla en su periplo con expertos y personalidades como Obama o el Papa, para armar un relato que explique la amenaza que supone la acción del ser humano para los ecosistemas terrestres.
Aunque lo de Di Caprio, como cada movimiento que hace el actor, sea lo que más relevancia mundial está teniendo en estos momentos, hay otros proyectos con los que Hollywood está poniendo el foco en la crisis medioambiental. Tres productoras han adquirido los derechos de un artículo, una vez más, del New York Times, Deepwater Horizon’s Final Hours, sobre el vertido de crudo más importante de la historia, en el Golfo de México, tras un accidente en una estación petrolífera de BP.
Aún no se ha estrenado pero ya hay una nutrida información sobre el rodaje, y la sinopsis y la elección del guionista y su actor principal hacen temer que se quede más en un mero espectáculo hollywoodiense antes que en un acercamiento realista a las devastadoras consecuencias que el trágico hecho tuvo para el medio ambiente y los pobladores de la costa. La protagonizará Mark Wahlberg, más conocido por sus papeles testosterónicos en películas de acción que por hacer cine comprometido, y el guionista, conocido por escribir un blockbustersobre zombies plagado de efectos especiales como World war Z, se centra en la historia del jefe de la plataforma en los momentos después de la explosión, cuando intenta salvar a sus hombres (11 de ellos murieron).
El hecho de que la dirija J.C. Chandor, realizador de Margin call, aquella película ilustrativa y realista sobre la crisis de Lehman Brothers que desembocó en la debacle económica mundial que aún hoy padecemos, da un atisbo de esperanza. Y es que otros acercamientos anteriores al cambio climático con fines puramente comerciales, como El día de mañana, (Roland Emmerich, 2004), que narraba las consecuencias extremas de un colapso medioambiental sin mucho fundamento científico y con paladas de fuegos artificiales, lejos de concienciar, contribuyen a frivolizar y relativizar un problema que, desde ya, hay que tomarse muy en serio. Y eso incluye a la industria del entretenimiento.
Luis Meyer
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