El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) inició una investigación sobre el controvertido plan para convertir la zona de Messok Dja del Congo en un parque nacional después de que Survival International presentara una queja formal en 2018. El periódico The Guardian ha obtenido una copia de las conclusiones preliminares de la investigación.

Es la primera vez que la ONU investiga un proyecto de WWF, y sus conclusiones son condenatorias:
  • Guardaparques armados financiados por WWF frecuentemente golpean y abusan de los “pigmeos” bakas que viven en Messok Dja.
  • El proyecto ha provocado “trauma y sufrimiento” a los bakas”
  • El PNUD, uno de los financiadores del proyecto, ha violado sus propias políticas y normas al respaldarlo sin haber obtenido primero el consentimiento de los bakas. No se molestó en buscar dicho consentimiento porque simplemente asumió que un proyecto de “conservación” sería beneficioso para los bakas.
  • El proyecto utilizó “indicadores cuantitativos” para medir su éxito, como el número de patrullas contra la caza furtiva y el número de detenidos. No es de extrañar que muchos bakas inocentes hayan sido arrestados y encarcelados. El informe dice que los guardabosques “penalizaron a los objetivos más fáciles”.
  • El proyecto siguió adelante sin obtener el consentimiento de los bakas, violando así el derecho internacional y las propias políticas de WWF.
  • A pesar de que WWF dijo a los financiadores del proyecto que había estado involucrado en un “proceso de consulta” desde 2017, la propia organización conservacionista tiene una “comprensión limitada del concepto de implementar [el consentimiento]. Informar a las comunidades de que se establecería un parque nacional se pone por delante de este derecho [de negar el consentimiento]”.
  • WWF sostuvo que las persistentes violaciones de los derechos humanos eran simplemente “incidentes aislados”.
  • El proyecto no tuvo ningún impacto en lo relativo a “desmantelar las redes criminales que hay tras el comercio ilegal de vida silvestre”.

La investigación obtuvo un testimonio muy condenatorio de guardaparques armados que golpeaban a los bakas: “Las palizas afectan a hombres, mujeres y niños por igual. Otros informes se refieren a ecoguardas que apuntan con un arma a un baka para obligarle a golpear a otro baka. Otros se refieren a que los ecoguardas les quitan los machetes a los bakas y luego los golpean con ellos. Hay informes de ecoguardas que obligan a las mujeres bakas a quitarse la ropa y actuar ‘como niños desnudos’. Había una reticencia cultural palpable de las mujeres a hablar de estos incidentes, excepto para decir que eran ‘humillaciones’ vergonzosas”.

Josi, un hombre Baka. Su sobrina de 10 años, Christine Mayi, fue atacada por guardas forestales financiados por WWF en 2011 y luego murió. Después de que se iniciara una investigación sobre el caso, los guardas forestales regresaron a la aldea y atacaron a su familia, que acabó huyendo por la frontera.

Josi, un hombre Baka. Su sobrina de 10 años, Christine Mayi, fue atacada por guardas forestales financiados por WWF en 2011 y luego murió. © Survival International

El director de Survival International, Stephen Corry, ha declarado:

“Esta es una acusación devastadora que debería significar el fin del modelo de ‘conservación de fortalezas’ de WWF que tanto daño ha causado a la gente y al medioambiente en toda África. Ya se han gastado millones en el parque propuesto, gran parte de ellos procedentes de empresas madereras, de aceite de palma y de turismo, así como de ONG de conservación.

Trabajan juntos para robar la tierra de los bakas. Se han establecido guardabosques que han aterrorizado a los bakas locales durante años. Todas las políticas y leyes relevantes de la ONU relativas al respeto de los pueblos indígenas y los derechos humanos fueron ignoradas desde el principio ya que se consideró que un proyecto de conservación de alguna manera se elevaba por encima de ellos.

Todo esto se debió a que era mucho más fácil atacar a hombres, mujeres y niños bakas inocentes que desafiar a las redes criminales, que incluyen a funcionarios locales y gubernamentales. Ninguno de estos abusos parecía tener el más mínimo efecto en la reducción de la caza furtiva.

Hace treinta años le dijimos a WWF que sus proyectos en la cuenca del Congo corrían el riesgo de privar a la población tribal local de sus tierras y de su autosuficiencia, y de reducirlos a la penuria. Repetimos esta advertencia en varias ocasiones pero cayó en oídos sordos. WWF está involucrado en un robo de tierras y en graves abusos de los derechos humanos a gran escala.”